ᴅɪᴇᴄɪsɪᴇᴛᴇ

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☼ ʙʀᴏᴋᴇɴ ☼

☼ ʙʀᴏᴋᴇɴ ☼

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Violeta se dejó caer sobre su cama mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Se sentía impotente y se arrepentía de no haber seguido a JJ, pero también sabía que el rubio estaba enojado y lo mejor era dejarlo solo. La chica abrazo su almohada mientras sollozaba. Algo llamó su atención, frente a ella estaba el espejo de cuerpo entero. Se miró y se sintió patética. Y de repente, todas las cosas que su madre alguna vez le había dicho, volvieron como remolinos a su cabeza. Cerró los ojos fuertemente tratando de que el dolor que se hacía presente en su sien disminuyera.

El llorar solo hacia que el dolor aumentara. Se sentó a los pies de su cama y puso sus manos sobre los costados de la cabeza. Aún podía escuchar a su madre llamándola gorda de diferentes formas, algunas más sutiles que otras, todas las veces que le dijo que nadie la querría así, que jamás iba a ser feliz así. Pero luego le decía que la quería, y no la entendía.

¿Cómo alguien que te quiere puede hacerte tanto daño?

Y se sintió peor. Porque seguramente a JJ su padre jamás le había dicho siquiera un te quiero.

Las náuseas se habían hecho presente con ese pensamiento. Corrió hacia el baño y expulsó todo lo que había en su estómago. Pasó sus manos temblorosas por su frente sudada. Ella había dejado de auto producirse el vomito hace un tiempo, pero ahora no lo había ni intentado. Su estómago era un manojo de nervios y lo que sentía en ese momento no la ayudaba para nada. Sus rodillas cayeron débiles sobre el frío suelo. Pasó sus manos por su cabello para amarrarlo en una coleta alta. Suspiró antes de volver a vomitar.

Se puso de pie unos minutos más tarde, cuando los temblores se habían detenido. Se afirmó del lavado y levantó la vista hacia el espejo. Se veía horrible, asquerosa, poca cosa. Las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas. Tomó su cepillo de dientes y lo pasó por su boca varías veces tratando de quitar ese sabor amargo que tenía. Se despojó de su ropa y prendió la ducha. Sin esperar a que el agua calentara, entró en ella y dejó que las gotas mojaran su cuerpo. Su espalda se resbaló suavemente por la pared hasta que ella quedó sentada sobre el suelo de la ducha, atrajo las rodillas a su pecho y escondió su cabeza entre ellas. El agua seguía corriendo por su cuerpo al igual que sus lágrimas por su rostro.

Cuando salió del baño solo rodeando su cuerpo con una toalla el atardecer ya se hacía presente. Kiara y Pope estaban sentados en su cama, la morena miraba a su amiga con pena mientras que el chico había bajado la mirada apenas vio que su amiga sólo traía una toalla.

–¿Qué hacen aquí? —Su voz había salido ronca.

–Queríamos saber cómo estabas. —Kie se sintió culpable al ver a su amiga en ese estado.

𝐕𝐈𝐎𝐋𝐄𝐓𝐀 | ᴊᴊ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora