• Tres •

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Percy estaba acostumbrado a llamar la atención aunque no le gustará, como este era el caso, solo que ahora las miradas que recibía eran de molestia pues todos se enteraron de la bienvenida que le dio Dionisio al chico que atravesó a Will con su es...

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Percy estaba acostumbrado a llamar la atención aunque no le gustará, como este era el caso, solo que ahora las miradas que recibía eran de molestia pues todos se enteraron de la bienvenida que le dio Dionisio al chico que atravesó a Will con su espada y ahora él era su niñera.

Nuevamente habían terminado en el comedor, ya era hora de comer y aquel pelinegro frente a él  lo hacía muy bien, era como si nunca hubiera comido algo o como si su estómago fuera un hoyo negro que succionaba todo.

Tampoco habían modales, no es que Percy fuera un chico elegante, pero aquel niño ni siquiera podía tomar una servilleta antes de continuar con otro plato, tenía toda la cara embarrada y llena de migajas al igual que su mesa.

— Entonces... ¿Cómo dijiste que te llamas? — Decidió preguntar.

— Nico. — Contesto el menor con la boca llena, Percy no sabía si hacer una mueca de asco o reirse, así que hizo un gesto de confusión. Tampoco quería que todos lo matasen por reírse con su nuevo campista.

— ¿Nico que más? — Nico se encogió de hombros y Percy no rogo por saber su apellido. — Entonces, Nico. ¿Eres un hijo de Hades, no?

El menor dejo de comer y arrugó el entrecejo.

— ¿Qué te hace pensar eso? — Su tono era de molestia, el hijo de Poseidón tragó pesadamente lo que masticaba.

— Ya sabes... la ropa y el hecho de que resucitaste cuando Apolo te clavo una flecha entre los ojos. — Vio a Nico rodar los ojos, de pronto se sintió como un idiota por pensar aquello.

— Es solo una maldición, y lo de la ropa... ¿No estas siento muy prejuicioso? Digo, eso es juzgar a alguien por su apariencia, nada cool viniendo de un héroe. — Nico tomó una copa de vino como si fuera lo más normal y aquella fuera su casa.

— ¿Tu como sabes que soy un héroe? — Fue turno de Nico para tragar pesadamente, no podía ir por ahí revelando que había escuchado de Percy gracias a los fantasmas de campistas o a los monstruos del Tártaro.

— Quien sabe... A lo mejor soy un hijo de Apolo y sea bueno adivinando. — A lo lejos escucho a Apolo toser y a Dionisio reírse. Percy no descarto esa idea por más estúpida que sonara.

— ¿Y por qué quieres morir? — Ambos semidioses se quedaron en silencio un buen rato, Nico había llenado su agujero negro que tenía como estómago, mientras Percy no tenía apetito.

— Supongo que ya viví lo suficiente. — Nico jugó con la comida restante en su plato, no había dado una ofrenda a su padre como todos los demás y tampoco quería que este supiera de su existencia de nuevo.

— ¿Suficiente? No tienes más de 16 años, eso no es lo suficiente para una buena vida.

— Dije larga, no buena. — Corrigió Nico recargando su mejilla en la mano. — No soy tan joven como crees, de nuevo estas juzgando al libro por su portada o como sea que se diga hoy en día.

— Ahora hablas como un anciano, te creo. — Dijo serio Percy, ambos se miraron directamente en silencio para terminar riéndose. — ¿Dices que no tienes familia? — Supuso Percy.

Tal vez había tocado un tema delicado, pero vaya sorpresa se llevo cuando Nico se levanto furioso de la mesa y salió corriendo del comedor, a Percy no le quedo de otra más que seguirlo.

Se le hizo un nudo en la garganta cuando encontró a Nico golpeando su cabeza contra la dura pared de una cabaña hasta sangrar.

— ¡Detente! ¡¿Qué mierda haces?! — Lo detuvo tomándolo de los hombros y alejándolo de la cabaña, esperaba que Nico no hubiera hecho enojar a ningún dios por estrellar su cabeza y manchar la pared. Nico estaba demasiado aturdido para safarse.

— Vine aquí esperando que me ayudaran... Solo sé que tengo más de ochenta putos años y ya estoy harto. — Las lágrimas del menor se mezclaban con la sangre que caía de su frente, Percy nunca había escuchado un llanto tan desgarrador como aquel, ¿Sería un héroe si ayudaba a una petición como esa?, después de todo, Nico parecía estar sufriendo mucho y cuando sus ojos se encontraron por primera vez supo que el chico no mentía.

— Te ayudaré... — Soltó sin pensar muy bien en las consecuencias, en aquel momento solo quería que Nico dejará de llorar y que pudiera descansar en paz. El menor se desmayó en sus brazos.

Maneras de morir [Percico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora