Capítulo Cuatro.

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No podía más con mi cuerpo, me sentía cansada, necesitaba agua y un poco de aliento.

— Vamos, tú puedes —Me animo uno de los chicos, mientras me agarraba el brazo y me ayudaba a seguir corriendo.

Mis piernas ya iban por si solas, intentaban correr pero cada vez avanzaba menos. Había cerrado mis ojos, y cuando los volví a abrir me encontré con un helicóptero, en el cual estaba de piloto Nadando, de copiloto un hombre con una máscara de calavera, y en la parte de atrás se encontraba Gringo, bajando del antes mencionado para irnos a alcanzar.

Chino, el que anteriormente me había ayudado a seguir corriendo, soltó su agarre en mi brazo y avanzo hacía el helicóptero.

Yo pare en mi sitio, intentando respirar, pero en eso llega Gringo para levantarme en su hombro, lo cual lo vi innecesario, pero estaba tan cansada que no me queje.

— Lo siento, pero no tenemos tiempo —Me explico el porqué de su acción, en eso llego al vehículo, dejándome en el asiento mientras me ponía el cinturón.

Luego que me dejo en mi asiento, dirigí mi mirada al hombre desconocido, el cual me miraba por un espejo, me lograba incomodar a pesar de no ver sus ojos.

— El perímetro está despejado —se escuchó por la radio del helicóptero a Gringo.

Dentro de más o menos 3 minutos vi al gringo llegando al helicóptero, se sentó en la parte de la puerta, específicamente en el suelo, se puso un cinto de seguridad que tenía el vehículo. Cuando él dio la señal, Nadando hizo que empezáramos a elevarnos, automáticamente cerré mis ojos fuertemente.

A pesar que Nadando, el de la máscara y yo seamos los que más seguros se encontraran, sentía miedo por si mi cinto fallaba y me callera o peor, si a Gringo o a Chino le pasara algo parecido, ya que ellos se encontraban haciendo guardia en los laterales del helicóptero.

— La princesa me parece que tiene miedo —escuche una voz modificada, aunque no abriera mis ojos, suponía que esa voz provenía del que se ocultaba tras una máscara de calavera.

— Pequeña, tranquila, esta mierda es segura, te llevaremos a un lugar donde ellos no te encuentren, ni a ti, ni a nosotros —esta vez oí a Nadando intentar tranquilizarme.

— G.. gracias —dije en un susurro bastante alto como para que me escucharan, pero a pesar de ello empecé a sollozar.

Los recuerdos estaban volviendo...

"— Hermano, la altura me da miedo —dije abrazando mis piernas, tenía mucho miedo, y estaba muy nerviosa.

— Tranquila, Nani, sabes que no dejare que nada pase, antes muerto que verte llorar —me consoló mi hermano mayor- Venga, arriba que ya casi llegamos a nuestro objetivo, ya queda poco para ver las estrellas, pequeña.

Sonreí al escucharlo, yo quería ver las estrellas, las amaba, y él siempre me llevaba a la azotea del edificio donde vivíamos para que yo pudiera disfrutar de la noche.

Cuando apenas me levante, el elevador hizo un ruido raro, parándose y continúo a descender rápidamente.

Mi corazón empezó a latir muy rápido, no sabía que estaba pasando, solo podía mirar una pared de vidrio del elevador la cual daba a unas hermosas vistas. Aunque en ese momento, solo quería que las mismas desaparecieran por el miedo que sentía.

Al momento que el elevador empezó a descender mi hermano me abrazo y se acostó en el suelo, yo solo podía llorar, miraba como rápidamente llegábamos al suelo, ya que veía como la calle se acercaba cada vez más.

Y en algún momento, quede inconsciente en los brazos de mi hermano, el cual actualmente se encontraba sin vida."

Ya no sentía el ruido del helicóptero, solamente pensé que ya había muerto, cuando escuche a unas personas pelear.

— Yo digo que hay que pegarle dos cachetadas para que reaccione —Distinguí la voz de Chino— auch, ¿por qué me pegas? Luego soy yo el maltratador.

— Lo hago por idiota, y tú levántame la mano y yo te vuelo la cabeza —le contestaba Nadando, con su voz totalmente tranquila— esperemos a que despierte, no la jodan, que ya bastante tiene en su vida. Gringo, llévala dentro de la casa, y déjala en una habitación.

— Gringo has esto, Gringo lo otro, Gringo hazme una paja —Imitaba en torno de burla el antes mencionado— ¡¡A que sin mí no pueden vivir!! Parezco su sirviente —escuche como decía insultos en susurros mientras caminaba.

Luego de escuchar lo último no pude evitar abrir mis ojos y estallar en risas.

El de rastas me miraba con el ceño fruncido, pero fueron solo unos segundos, ya que un chico de pelo rojo apareció en mi campo de visión empujando al rubio para colocarse frente de mí.

— ¡¡Nina!! —hablo el Chino, pero no pude contestarle ya que no podía parar de reírme, actualmente salían lágrimas de mis ojos de tanto reírme— pensé que estabas muerta, que alivio, ya no tendré que juntar flores de la cuneta para tu velorio.

Al escuchar lo último, pare de reírme para mirarlo, pero al procesar lo que me dijo de juntar flores de una cuneta estalle en risas devuelta.

— Yo creo que el disco duro de Nina se atoro, hay que resetearla —volvió a hablar el pelirrojo.

Ya no era yo sola riéndome, si no que estábamos todos los presentes descostillándonos por los comentarios del pelo lamida de vaca.

Luego de unos segundos empecé a parar mi risa, volviendo a regular mi respiración y limpiándome las lágrimas que tenía en las mejillas.

Tuve que levantarme del asiento, no sé en qué momento me había recostado en el asiento del helicóptero.

Cuando todos se callaron, oí a Nadando dando órdenes y vi como el pelirrojo desabrochaba mi cinturón para ayudarme a bajar del vehículo.

Empecé a ver a mis alrededores, fijándome como estábamos en la azotea de una casa, más bien, una mansión, más grande que la anterior.

Quede fascinada con lo que podía ver desde mi punto, quería ya bajar para recorrer toda la casa, como lo había hecho en la anterior.

— ¿Puedo ir a veeeeeer? —dije mientras iba corriendo para quedar frente a Nadando— ¿Puedo, puedo, puedo? —hice un puchero mientras le miraba, intentando darle lástima.

Él esbozo una pequeña sonrisa y me hizo una seña con la cabeza dándome a entender que podía hacerlo.

Sonreí y me fui, bajando una escalera mientras observaba todo el lugar.

Fui entrando en cada puerta que veía, sin detenerme a tocar antes, suponía que estaban todos en el patio haciendo perímetro, etc.

Pero me equivoque, me encontraba en un pasillo, abriendo puertas las cuales mayormente daban a habitaciones, cuando llegue a una al final del pasillo, al abrirla me encontré con algo o mejor dicho, alguien más en aquella pieza.

— Yo, lo siento —dije mientras le miraba, él se encontraba sentado en el borde de la ventana, con medio cuerpo (de la cintura para arriba) inclinado para el exterior de la misma.

Él de Tatuajes llevo su vista hacía mí, sin decir nada, él seguía fumando mientras me miraba. Lo hacía como si no le importara mi presencia ni que yo este interrumpiendo en su habitación sin ser invitada.

— Ven, y cierra la puerta —dijo él, mientras se alejaba de la ventana y se dirigía a una silla de escritorio para sentarse.

Yo hice lo que me pidió, estaba en una casa que no era mía, con personas que conocía hace aproximadamente 24 horas, solo me queda obedecer a lo que ellos me ordenen.

Cuando llegue a más o menos un metro de él me detuve, mirándolo.

Quiero que en estos momentos me digas quién mierda eres realmente, por qué tu hermano te odia y porqué cojones en el helicóptero te desmayaste —el de rastas rubias me lo dijo con un tono de voz tan dominante y su mirada tan dura que me empecé a poner nerviosa al darme cuenta que tenía que decirle toda la verdad, toda la mierda por la cual intente olvidar iba a ser sacada a la luz a un desconocido.

John Walker ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora