Capítulo Quince.

1K 129 27
                                    

— Hay una alta posibilidad que el feto haya sufrido daños, pero también puede ocurrir que todo el daño se lo lleve la madre y que el golpe no fuera tan fuerte como para llegar a la bolsa —Explicaba el mismísimo Dr. Muerte— Y en este caso fue la madre la que se llevó el golpe, no llego a afectar al feto.

Me obligaron a aceptar que me revise, cosa que a toda costa intente detener porque no lo quería ver ni en figurita de chicle.

Ahí me encontraba, con mi humor de perros. Y a todos a mí alrededor. Principalmente al padre del feto, que se encontraba más nervioso que todos.

— Primero, a mi hijo no le llames feto, cabrón —Exclamó el que me tomaba de la mano— ¿Entonces mi mujer y mi hijo se encuentran bien?

— Nina y el fe.. su hijo se encuentran perfectamente bien —El de actualmente rastas rojas le intentaba explicar que todo iba bien a mi pareja— En estos días ella puede presentar mínimas perdidas de sangre, no se preocupen. Si llegaras a estar más de 4 días perdiendo fluidos constantemente te recomiendo llamarnos para hacerte los estudios correspondientes.

Solamente gruñí de respuesta a lo que escuchaba del doctor. Me estaba comportando como una cría, pero tenía mis razones para hacerlo.

— ¿Ahora no vas a ir de chivato a la policía? —Le solté el comentario que si no se lo decía me iba a carcomer mi organismo.

— Nina eso fue.. —El doctor, actualmente pelirrojo intento explicarme.

— Me importa una mierda —Le sonreí falsamente mientras me sentaba en la camilla y con ayuda de mi pareja (el cual llevaba una sonrisa al escucharme) me levantaba de la misma— Joder, casi me olvido. ¿Sabes el sueño que me pone todas las putas noches? —Le pregunte mirándolo a los ojos, podía ver un poco de miedo en su mirada— Encajarte un tiro en tu puta cabeza, pero que te deje modo muñeco en el suelo. No sabes cómo me pone ese sueño.

Vi como tragaba saliva y mi pareja soltaba una mini risa mientras nos íbamos de aquel hospital.

Nunca veníamos a los hospitales pero esta vez era una emergencia.

— ¿Cómo que te pone pegarle un tiro? ¿Debería ponerme celoso? —pregunto Gringo con una sonrisa.

— Bueno, pero solo tú puedes tocar este abdomen abultadito —Le lance un beso mientras me subía al Jeep.

Cuando todos ya estaban dentro del vehículo, empezaron a conducir un poco rápido, como a 250k/h para poder desaparecer de la ciudad en un pestañeo.

— ¿Dónde está el gilipollas? —Hice saber mi pregunta, refiriéndome a Gustabo.

— Lo tenemos en una de nuestras propiedades a las afueras de la ciudad, pero hasta que descanses no harán nada —Me hizo saber el rubio.

— Bien, pero quiero muchos mimos por estos días —Le di un beso en su mejilla— Y cuando ya esté mejor le volare la cabeza.

Le sonreí mientras fijaba mi vista en la calle.

...

Luego de días de descanso, los cuales consistieron de mimos por parte de todos los integrantes hacía mí ser, decidimos continuar con el plan.

El cual se iba a adelantar semanas por lo ocurrido.

Actualmente íbamos en un helicóptero a la propiedad donde tenían a Gustabo y Horacio. Tenía un plan mejor para ellos, íbamos a darle la oportunidad a Gustabo de elegir entre su vida y la de su compañero.

— ¿Celular cargado? —Gringo afirmo mi pregunta mostrándome su batería, debíamos grabar lo que iría a hacer. Para luego mostrársela a Jack.

Mis compañeros pensaban que mi hermano se iría a suicidar solo para salvar a Horacio, pero yo lo conocía mejor que nadie. Sabía perfectamente que mataría a Horacio para salvar su culo. Por ello quería grabar, para mostrarle a Conway lo que puede llegar a ser la rata de García.

Aterrizamos en el medio de la nada, nos bajamos todos del vehículo y me indicaron donde se encontraba la muerta escondida.

Había unos arbustos los cuales tapaba una puerta la cual daba a un bunker. Desde la calle seguramente aquello no se veía, ya que estaba tapada y la puerta estaba en el suelo. Como era propiedad privada nadie podía ingresar al lugar, por lo que era un sitio perfecto para aquellos clases de planes.

Nadando se dispuso a abrir la puerta y dejarme pasar luego que Chino hiciera perímetro dentro del lugar.

Empecé a bajar las escaleras con bastante cuidado, la única luz era la de la puerta la cual se iba a cerrar al pasar el ultimo integrante de la mafia.

Chino fue a una pared para encender un interruptor y de ahí se iluminara todo.

— Joder y nosotros a oscuras todo este tiempo —escuche su repugnante voz.

— ¡¡Nina!! ¿Estás bien tú y el bebé? —Me pregunto Horacio al verme. Él era un ángel, que lastima que irá a morir a manos de la persona que más quiere en la vida.

— Sí, acuérdate, osito. Nina es dura, nadie puede contra la reina del infierno —contesto el que llevaba mi misma sangre.

Mis puños se formaron, moría con matarlo a golpes, pero debía calmarme. Actualmente Gringo se encontraba grabando todo lo que pasaba.

— Bien, Gustabo, vinimos para hacerte un trato —Hablo con calma Nadando— Tendrás dos opciones, una de ellas es que te mates y dejemos libre a Horacio. O la última opción es que lo mates y tú termines dentro de este bunker hasta nuevo aviso. Aquí el tema es que uno de ustedes tiene que morir.

Nadando al terminar de explicar le dio una pistola de combate con una bala, para que eligiera qué haría.

Chino, Tonet y Juanjo se encontraban con SMG apuntándole a Gustabo, cualquier movimiento en falso y acabarían con su vida.

— ¿Gustabo? —pregunto el de cresta.

Me dolía, pero tenía que hacerlo.

En mis pensamientos me estaba despidiendo de Horacio, había sido una de las personas más puras en mi vida.

— Lo siento, Horacio, las cosas terminan —Hablo mi hermano, mientras le apuntaba a la cabeza— ¿Última palabras?

— Siempre juntos, Gustabo —Y un disparo se escuchó en aquel lugar, luego un cuerpo desplomándose en el suelo.

— No pensé que fueras tan mierda, matar a tu compañero de vida. Eso sí es de hijo de puta —Escuche a Tonet.

— Glingo, apaga la cámala —ordeno el Jefe, chino.

John hizo lo que se le pidió, y yo solo me quede mirando al que seguía con una pistola de combate en la mano. En su rostro había una sonrisa, él estaba realmente jodido.

— Espera a que lo vea papuh —le hice saber, él me miro con el ceño fruncido— ¿Qué esperabas? ¿Qué Jack te salvara? ¿Qué te dije en comisaría, Gustabo? —Me acerque un poco más a él— Te dije que cuando Jack dejara de cubrir tus mierdas yo no haría nada, que dejaría que te hundas en ella. Pero quien sabe, quizás que la persona menos esperada sea quien te tire un tiro en la puta cabeza. 

John Walker ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora