Prólogo

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Advertencia: La siguiente historia es mía. Se me ocurrió una noche a las 3 de la mañana (anoche mismo) cuando el perro me despertó porque afuera los gatos estaban peleando y no pude volver a dormir. 

Es una historia corta, de capítulos cortitos y actualizaciones cuando tenga tiempo. 

La historia se encuentra sin editar así que desde ya, lo más probable es que encuentren errores. Leer bajo su propia responsabilidad. 

Año 2005

Kim MinSeok es un joven de 17 años que está estudiando en la cocina de su casa para su último examen al día siguiente. Cansado, levanta la mirada y posa sus ojos gatunos en el reloj de la pared, arriba de la alacena. Es media noche. Bosteza, decidiendo que es suficiente. Se levanta y guarda todos sus apuntes en su mochila y la se cuelga al hombro. Apaga todo antes de subir las escaleras, derecho a su habitación.

Al llegar al segundo piso de la casa, camina por el pasillo. Hay cuatro puestas correspondientes a las habitaciones. La primera es el baño, la segunda es de su hermana, la tercera de su adre y la última es la suya. No da dos pasos cuando la puerta de su hermana se abre y ella sale corriendo al baño, empujándolo en su camino.

—Permiso ¿No? —Dice MinSeok.

Su hermana se llama In Yoona, y no, no es su hermana, no es nada de hecho, sólo la hija que dejó con ellos el último marido de su madre. Yoona hubiera contado con más suerte si se hubiera muerto como él en vez de haber sido dejada allí. La muerte, al menos, supuso mejor MinSeok, era mejor.

Suspirando, MinSeok entra finalmente a su habitación. Tira la mochila en una esquina se dirige a una pequeña repisa para observa su muy escasa colección de muñecos emoción. MinSeok sonríe y acaricia uno, Feliz. Se supone que cada muñeco tenía su pareja, por ejemplo, Feliz tenía a Triste, y que a todos debías encontrarlos en unos chocolates que habían dejado de elaborarse hace dos años. La sonrisa de MinSeok se borra. Él no los tiene todos. De hecho no tiene ninguna pareja, pero sabe quién tiene la pareja de los suyos.

Allí detuvo sus pensamientos MinSeok. No puede pensar en ello.

Casi por tirarse en su cama, ya con su ropa de dormir puesta, MinSeok escucha un llanto. Uno muy fuerte. Un llanto que es imposible que provenga de su casa, porque allí no vive ningún bebé. Pero en efecto, proviene de la casa.

Abriendo la puerta de su habitación, sale corriendo hasta la puerta del baño e intenta abrirla, pero está cerrada con llave. Es raro. Es muy raro. Del otro lado de la puerta está Yoona, está seguro, entonces ¿Por qué es la fuente del llanto de un bebé?

— ¿Yoona? —Pregunta. Ahora está seguro. No sólo es el llanto del bebé. Yoona también está llorando.

Otra puerta se abre. MinSeok siente el dolor del empujón contra su brazo lleno de moretones del día anterior antes de que el golpe si quiera sucediera. Es un don, el saber cuándo su madre va a darle un golpe.

La señora viuda de In, es una señora mayor corpulenta, con una bestialidad y maldad inigualables. Ella golpea la puerta del baño hasta tirarla abajo sin que MinSeok pueda hacer nada por el miedo que lo invade. Su madre es lo que le produce, miedo. Tanto es el que siente, que apenas es capaz de dar unos pocos pasos cuando su hermana empieza a gritar desesperada a compás de los golpes que recibe de la mujer mayor. Pero no es lo peor que ve MinSeok.

No. Lo peor es lo que hay debajo de Yoona. Debajo de aquella chica que grita porque su madre deje de golpearla. Y es que entre sus piernas hay un charco enorme de sangre, y un hijo horrible que le sale de allí y que está unido a un bebé.

MinSeok lo comprende. Yoona ha tenido un bebé en el baño de casa. Dios. Él ni siquiera sabía que ella esperaba uno.

Los golpes que su madre le da a Yoona se hacen más fuerte conforme el bebé llora más, al menos, hasta que el llanto de Yoona desaparece. Pero los del bebé no. El ruido de los golpes de su madre a Yoona tampoco.

Y MinSeok reacciona.

—Déjala —Le grita —Mamá, déjala.

Pero su madre no le escucha. Desesperado, MinSeok mira alrededor. Toma el secador de piso y lo toma de la goma, y lo hace. Lanza un golpe con el palo de madera. No. Uno no, porque la mujer no se detiene. MinSeok cree que lanza cinco golpes hasta que su madre se detiene y cae al piso.

El charco de sangre debajo de Yoona se hace más grande.

El sonido de los golpes detiene.

El llanto del bebé no. 


Lazos [XiuHan / LuMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora