Capítulo XXI

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POV ELISA.

—¿Y eso hizo que salgan de la guerra?

—Exacto, además abdicó el Zar Nicolás II.

—Wow—Murmuro interesada por la revolución rusa.

—Eso es todo por hoy señorita Elisa, recuerde realizar la tarea asignada, un placer conocerla y ser su profesor.

Asiento con una sonrisa educada y le doy las gracias al profesor de historia, me tomo un tiempo para anotar su materia en el horario que armé, está un poco desprolijo, pero cuando aprenda a escribir bien podré pasarlo a una hoja nueva.
Ya es mediodía, me queda una clase aún. Apenas el hombre sale, entra una mucama con mi bandeja de almuerzo.

—Aquí tiene, señorita Elisa.

—Gracias.—Contesto en su idioma.

Me sonríe y se va, dejándome sola en la biblioteca del palacio. Recién hoy la conozco, pero me siento privilegiada de que me dejen comer en este lugar sin importar el cartel aquel que dice lo contrario. Cuando aprenda a hacerlo con fluidez, leeré cada libro que pueda de este lugar tan enorme y pulcro.
Disfruto de la pieza de pollo junto a la ensalada y el jugo, mientras tanto me pongo a pensar de Vladimír y recuerdo que no volverá hoy. León en la videollamada estuvo muy contento, ya reconoce su voz y lo hace notar. Estoy ansiosa de que ya diga "Mamá" y "Papá".
Termino la comida y dejo la bandeja a un costado con unos minutos de sobra antes de que venga mi próximo docente. Le envío un rápido mensaje a José diciéndole si puede echarle un vistazo a León, luego apago el celular.

—Buenos días señorita Elisa.—Me doy la vuelta al escuchar el acento argentino en la frase en ruso.

Yo creía que los argentinos no teníamos acento, hasta que empecé a escuchar a gente de otros países y llegué a la lógica de que si para mí ellos lo tienen, sería del mismo modo al escucharme. ¿Se entiende?

Me pongo de pie y le respondo lo mismo.

—Buenos días profesora—Siento orgullo al saber responderle, estuve preparándome para este momento a través de internet.

—Ohh… Как дела? Я заметил, что вы тренировались.

Me quedo en blanco y me sonrojo de inmediato.

—O tal vez no.—Vuelve a hablar pero esta vez en español.

—Disculpe, solo sé frases sueltas.

—No se preocupe, estoy para que aprenda señorita Elisa. —Sonríe cálidamente y sus ojos marrones se estrechan—Soy la profesora Hernández, resido en Moscú hace unos años, pero nací y me crié en Argentina.

—Un placer—Muevo la cabeza y ella me corresponde con la sonrisa intacta.

—Bien, ¿Qué es lo que sabes? Debemos comenzar con el abecedario, es distinto pero...

Y así pasan las siguientes dos horas, me despido de la simpática profesora y me marcho rápidamente en busca de mi niño. En dos días llega Maravela y Archivald, en la tarde debo probarme el vestido, luego tendré que pedir que llamen a Alex para que venga, es mi asesora y le prometí que me ayudará en mi imagen siempre.
Llego a la cocina donde habitualmente se encuentra mi pequeño, pero no está allí. Me extraño y ya comienzo a pasar la mano por el vestido color… ¿Cómo era el color que dijo Dorothea? Tenía nombre de pez, pero no logro recordarlo.
Me encamino al jardín, allí se nota más el calor que hace, aunque no tanto como en Argentina. En uno de los tantos bancos encuentro a Dmitry riendo con mi niño en brazos y a unos metros veo venir a Dorothea.

La vagabunda[PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora