Locura

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Me quedo inmóvil al ver la figura que creía que era yo detrás de todos, en el umbral de la puerta. Incrédulo, parpadeo y al abrir los ojos de nuevo, ya no está.

- ¡Bane! - exclama Axel, que me llama desesperado.

Me giro hacia él y lo miro a los ojos.

- ¿Que pasa? - pregunto.

Dana me da un espejo de mano y me señala sus ojos, como queriendo que mire los míos.

Pongo el espejo ante mí y veo que uno de ellos es ahora rojo, rojo sangre, como los de ése monstruo.

- No... - empiezo.

- Es tu maldición - dice el espíritu, a mi derecha, al lado de Cole.

- ¿Cómo su maldición? - pregunta Dana, mirando al espíritu, ella es lógico que pueda verlo, ella puede ver a los muertos, es algo que sólo las sacerdotisas pueden hacer a parte de contactar con los dioses.

- Ésa bestia que vió, ésa es su maldición, ahora que la ha visto, la bestia tiene más control sobre él y por eso lo del ojo.

Dana me mira.

- Por eso preguntaste si te viéramos alas - dice ella, bajando la mirada.

- Tranquilo, no puedo darte los detalles de la maldición ni de tu propia naturaleza, pero te daré un consejo a pesar de que no me está permitido, si en algún momento necesitas mucha fuerza, siempre por una buena causa, debes enfadarte y la bestia saldrá, pero debes poder controlarte para quitarle el poder al acabar el objetivo de la fuerza.

No, esto es de locos.

- ¿Pero qué es esa bestia? - pregunta Dana.

- Solo te diré que no es humana - responde y luego se esfuma.

Me quedo de piedra, levanto de nuevo el espejo y miro mi ojo, aterrado, no sé por qué a mí, no sé por qué debo sufrir tanto.

Todos nos miran a mí y a Dana, debe haber parecido que estábamos locos, lo entiendo, pero el espíritu no se muestra a todos, no es un espíritu normal, un espíritu común se muestra a una persona o a todos, no selectivamente como éste.

- No era humano - dice Dana, al aire.

- Entonces, ¿Sabes qué era? - pregunto.

- No - responde ella.

- ¿De qué habláis? - pregunta Axel

- Hablábais con el mismo de la pradera ¿verdad? - pregunta Cole.

Asiento.

- Lo imaginaba - responde.

- ¿Y por qué sólo podéis verlo vosotros? - pregunta Lux.

- Porque se le muestra a Bane, y Dana es una sacerdotisa - explica Cole.

- Pero eso no explica por qué Lapis puede verlo - digo.

Dana me mira, de repente, sorprendida.

- ¿Lapis puede verlo? - pregunta.

Asiento.

- ¿Cómo es posible? Entonces no es un espíritu, al menos uno normal

- Lo sabemos - responde Cole.

Intento levantarme, pero me fallan las piernas y casi me caigo, sin embargo, todos a mí alrededor acuden en mi ayuda, pero es Cole el que llega antes.

- No estás bien, debes descansar - dice.

- No, no puedo descansar hasta acabar con esos malditos, cada segundo que pasa puede estar muriendo alguien a sus manos a manos de alguno de sus secuaces - respondo, negando quedarme quieto.

- Bane, tiene razón - dice Axel.

- ¿Estás de acuerdo conmigo en algo? - dice él, haciendo una mueca de burla.

- Sólo lo estoy por el bien de Bane - replica Axel.

- ¡Basta! - exclama Dana, acercándose a mí - Lo único que hacéis así es arriesgar la vida de Bane, al menos del Bane que conocemos, ¿acaso no podéis dejar vuestros egos a parte?

Lux se pone al lado de Dana, formando una barrera entre yo y los chicos.

Bajo la cabeza, no puede ser que esté provocando todo esto. Las peleas son por mi culpa, aunque no sé por qué exactamente.

Me miró la mano, y en ella aparece un corte y seguido de ello el dolor del mismo.

Suelto un gemido de dolor, lo que alerta a los demás.

- ¿Cuándo te has hecho ése corte? - pregunta Lux, agachándose a mí altura, ya que cuando empezó el intercambio de odio "sutil" me dejaron sobre la cama de nuevo.

- Apareció de repente - respondo, y justo entonces noto el dolor de otro corte en el abdomen y poco después se me mancha la camiseta que llevo de sangre.

Todos me miran horrorizados, y yo empiezo a tener frío y a perder la visibilidad mientras otro corte empieza a aparecer sobre mi ojo izquierdo, el golpe definitivo, si no apareciera Morine por la puerta con Esmeralda y no se pusiera a curarme a toda prisa.

La miro, agradecido, pero no logro decírselo, no tengo la suficiente energía.

- Quédate con nosotros - dice Cole, agarrándome la mano agachado a mi lado.

Le sonrío, es lo único que puedo hacer.

Miro la herida que se está abriendo en la mano derecha y noto que no me duele hasta que está acabada.

Cierro los ojos, el dolor de todas las heridas abiertas es muy fuerte, pero debo aguantarlo, ya están sufriendo bastante ahora, si muestro en realidad todo el dolor que siento sufrirán más, y no puedo permitirme hacerlos sufrir.

- ¡Bane! ¡Bane, despierta! - escucho que gritan, pero no puedo, estoy demasiado cansado, y sé que no es bueno que me duerma en esta situación, pero no puedo evitarlo.

- Sólo intenta no morir - me digo, en mi cabeza.

Noto fuerza, no la fuerza de la bestia, una fuerza totalmente distinta, una fuerza que me arropa, como si alguien me abrazara, y voy recuperando la energía, sin embargo, no a un ritmo lo suficientemente rápido para compensar la que pierdo, por lo que sigo perdiendo energía.

- ¡No! ¡No te mueras!

Siento hacer esto, pero no puedo hacer otra cosa.

Algo sacude mi cuerpo, una corriente de energía que recupera la perdida y aún consigue alguna más, todo esto seguido de una luz dorada frente a mí.

Abro los ojos, ante la sorpresa de todos, pero me apresuro a decirlo, puede que luego no pueda.

- El dolor - digo, entre jadeos de cansancio - aparece sólo cuando la herida se completa.

Luego de ésto, la energía vuelve a bajar y ya no puedo decir nada de nuevo, me quedo mirando el techo.

- ¡Magia! - exclama Lux - ¡Es magia occidendum! ¡Magia de asesinato!

Todos se miran entre ellos y luego salen corriendo a toda prisa de la habitación, dejándome a solas con Morine.

- No puedo permitir que te mueras, admito que al conocerte si me dieras la oportunidad lo haría, pero no, ahora no, ahora que sabemos con exactitud que eres el elegido no.

No puedo ni reaccionar, la única reacción que existe está en mi cerebro, y ésa no puede verla Morine.

- Además, todos empiezan a verte como a un compañero, y no puedo evitar hacerlo yo también, y no dejo que mis compañeros se mueran sin mi permiso, y no te permito morirte, todavía hay muchas personas a las que salvar - termina.

Morine... Nunca pensé que podría llegar a ser así, pensé que no tenía remedio, pero sólo estaba poniéndome a prueba, saber la verdad me hace feliz, me tranquiliza.

- No, no, no - dice - ¡no te relajes!

Ante mí aparece una sombra como la del bosque.

- Arxis no era más que el eslabón más débil de los señores de las tinieblas, no te confíes, porque yo no seré como ella.

Entonces, los cortes se detienen, y yo me duermo por fin.

Chaos I: La Profecía [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora