Adorador

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Emprendo el vuelo para buscar a Lux, que se ha llevado  a Cole y Gordell, pero no la encuentro por ninguna parte, entonces veo a Aleana que me sigue, agachándose.

Me detengo en el aire y me giro, viéndola esconderse tras las ramas de un árbol.

- Aleana, te he visto - digo.

Ella sale de entre las ramas, pero me mira, asustada.

- ¿Qué te ocurre? - pregunto.

Ella me mira, sobre todo a la cabeza, y luego las manos.

Me miro las manos, una aún gris, por lo que supongo qué es lo que mira.

- Tranquila, no te haré daño, Gordell ha sido herido - digo.

- ¿Qué era eso que salió del suelo? - pregunta, sin importarle Gordell.

- Aleana, te he dicho que tu hermano está herido ¿y tú me preguntas eso?

Ella asiente.

- Está bien, ellos lo llamaban Guardián de Gaia, ahora ven conmigo, vamos a ver a tu hermano - pido.

Ella asiente y emprendemos el vuelo a la ciudad de los elfos, donde seguramente está Lux, con Gordell y Cole, y siento parecer insensible, pero me preocupa más Cole que Gordell.

Llegamos a la ciudad y Kyur corre hacia mí a toda prisa.

- ¡Heros! El capitán del círculo está muy grave, dudamos que se salve - informa.

Me agacho ante él.

- Avisa a Lux, que venga aquí al instante - pido.

Él sale corriendo.

- Ve con él Aleana, tu hermano está en el mismo lugar que Cole - digo.

Ella asiente y se va. A los pocos segundos, Lux está con Cole ante mí.

- Llévalo al bosque - ordeno.

Ella asiente y se va a la velocidad de la luz hacia el bosque.

Emprendo el vuelo y me la encuentro muy cerca del templo de los antiguos, por lo que bajo.

- Aléjate por favor, vuelve a la ciudad - pido.

Ella me mira.

- Tranquila, sé que puedo salvarlo.

Ella cierra los ojos y se va, dejándome a solas con Cole.

Cierro los ojos de nuevo y lo escucho todo, lo siento todo, repito los mismos pasos que con Gordell y saco los hilos rojos y conecto los dorados a él, marchitándolo todo a mi alrededor, dando la vida de las plantas a Cole, pero la herida no se cierra ni así.

- No, no puede ser cierto - digo, agachándome ante su cuerpo, rendido, dando por sentado que se morirá - Lo siento Cole.

Noto su mano en mi cara, caliente, pero pronto estará fría.

- No... No te preocupes - dice, con dolor en la voz.

Lo miro, y no pienso rendirme, no hasta que encuentre la manera de salvarlo.

Noto una enorme cantidad de energía que cae del cielo, justo hacia mí, y la miro.

Parece un meteorito, y con la energía que desprende quizás pueda salvar a Cole.

Despliego los hilos, sin embargo, no se clavan en la masa de roca, que cada vez se acerca más.

Me pongo ante Cole, sobre él, para que no le llegue a impactar el meteorito, y lloro, sobre él, sobre su herida, lloro de impotencia y dolor.

Despliego las alas sobre mi cuerpo, cubriéndonos, y noto como si algo las quemara, como si algo me quemara, pero desaparece poco después, dejando ver los trozos de la roca caerse a nuestro alrededor, resbalando por la cúpula del escudo.

Miro a Cole, que ya no tiene heridas, y me tumbo sobre él, respirando profundamente, feliz de que se haya salvado.

- Estás bien - digo, sonriendo sobre su pecho, ahora descubierto por el enorme agujero.

Él me cubre con sus brazos.

- Si, gracias a tí - responde.

Me quedo un tiempo sobre él, y él no se mueve, pero noto la energía oscura fluir de nuevo por mi parte gris y me aparto al instante.

Miro el brazo, pasando de gris a negro, y sé que eso no es bueno.

Intento levantarme en el aire, pero las alas están quemadas y no puedo hacerlo.

- Bane, tranquilo - dice Cole, sosegadamente.

Lo miro, con urgencia, pero la energía oscura no se detiene y noto cómo atraviesa la barrera hasta el lado dorado, empezando a consumirlo.

Empiezo a correr por entre los árboles hasta el templo, y una vez dentro me meto en la fuente, bajando lo más rápido que puedo, bajando hasta donde nunca había estado, bajando hasta la parte más oscura.

Cole aparece poco después, me ha seguido, y aquí abajo no puedo protegerlo de mí.

- Bane, no te asustes, ven conmigo - pide.

Niego con la cabeza, pegándome a la pared.

Él se acerca cada vez más, sin dejarme escapatoria, y me acorrala, pero me rodeo con las alas, protegiéndome.

Él me abraza y me rodea por encima de las alas, transmitiéndome su calor, reforzando la barrera y evitando que la energía oscura se extienda, haciéndome replegar las alas sin poder evitarlo y acercarme aún más a él.

- Siempre estaré para tí Bane, te quiero - dice.

Me reconfortan sus palabras, pero la última parte me pone nervioso, no sé qué siento exactamente hacia él, no tengo un sentimiento claro, no puedo decir lo mismo, por lo que lo único que hago es pegarme aún más a él, sintiendo su calor envolverme.

- El portador del Chaos... - dice una voz espeluznante tras nosotros.

La figura de un anciano aparece de entre las sombras y nos mira, encorvado, casi sin dientes, con ojos de loco y una ropa hecha trizas.

- Te has dignado a venir después de todo este tiempo esperándote...

Cole se pone entre yo y el hombre, con los brazos extendidos, defendiéndome.

- Si lo que crees es que te haré daño no debes preocuparte - dice el anciano, mirándome por debajo de los brazos de Cole - Soy uno de tus adoradores, uno de los constructores de este templo.

Lo miro, ¿Un antiguo?

- Entonces es usted un antiguo - respondo, mirando a Cole, que baja los brazos y se coloca detrás de mí, pegado a mí.

- No sé cómo habrán avanzado los ineptos humanos, pero sí sé que es el Chaos, y estoy feliz de que por fin haya aparecido, aquí tiene a un fiel seguidor a su disposición.

Hace una reverencia en la que casi se cae, pero justo antes de eso le aparecen pequeños cuernos de debajo de la capucha que se los cubría.

Chaos I: La Profecía [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora