Pureza

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Miro el agujero y agito las alas, aunque no es necesario, una vez en el aire, las alas no necesitan agitarse para volar.

Subo planta por planta, buscando a Cole, pero no lo encuentro y me detengo en la primera planta, saliendo por la entrada, y encontrándolo apoyado sobre la edificación, con los brazos cruzados y la cabeza gacha, con los ojos cerrados.

- Cole, ¿estás bien? - pregunto.

Él abre los ojos y me mira, sonriendo.

- Si, - responde - veo que te has encontrado.

- No te entiendo Cole.

- Tu verdadera forma, - responde - como debes ser.

Se debe referir a las alas.

- No lo sé, la verdad - digo, llevando una mano hacia ellas - todavía no las siento como mías.

- Pero lo son - responde, acercándose - eres especial, siempre lo has sido, para todos, incluso para mí.

Está cara a cara conmigo, muy cerca, siento se respiración sobre mi frente y luego noto su frente sobre la mía.

- Siempre serás especial - dice.

Me quedo un momento procesándolo, sin entender, pero Dana aparece antes de que consiga descifrar lo que dice Cole, y él se separa de mí rápidamente.

- ¿Bane? - pregunta la miro, pero ella mira mis alas, blancas y con una especie de accesorios dorados como cadenas.

- ¿Son de verdad? - pregunta, acercándose.

Sonrío.

- Si - respondo.

Ella camina hacia detrás de mí y las acaricia, lentamente, pero yo las repliego, colocándolas una sobre la otra en la espalda.

- Entonces... - dice Dana - ¿eres un ángel?

- No lo sé, ellos no me dijeron nada, no sé si tener alas te da directamente la condición de ángel - respondo.

Ella me mira a los ojos, también sorprendida, como Cole cuando se dió cuenta, solo que él ocultó la sorpresa en una sonrisa y Dana me mira, curiosa.

- ¿Cómo te han cambiado de color los ojos? - pregunta.

- No lo sabemos Dana, - dice Cole, acercándose y pasando un brazo sobre mis hombros - ahora deja de analizarlo por dios.

Ella se aleja y me mira.

- Lo siento - se disculpa.

- Oh, no, no te preocupes , entiendo que es tu naturaleza curiosa - respondo.

Cole baja su mano por mi brazo y me agarra de la mano.

- ¡Vamos a ver quien llega antes al reino! - exclama, empezando a correr, empujando de mí, dejando a Dana atrás, que empieza a correr justo después.

Llega a nuestro lado momentos después, corriendo muy rápido, pero no tanto como Lux, debe ser natural y no magia.

Noto una bajada de velocidad en Cole cuando Dana nos adelanta y nos paramos cuando ya no la vemos.

- ¿Qué pasa? - pregunto.

Él me mira a los ojos.

- Tengo que decirte algo - responde.

No sé lo que me espero, pero los nervios aparecen de repente, a mucha potencia.

- Tengo que contarte la verdad - continúa.

Noto que mi cuerpo se calienta unos grados, sin poder remediarlo ni evitarlo, nunca había sentido nada parecido, nunca había experimentado algo tan extraño que parece natural.

- Bien - continúa - la verdad es que...

Deja un tiempo sin responder, debe ser duro decirlo si no es capaz de contármelo.

- Oye, Cole, tranquilo, si no eres capaz de decírmelo no pasa nada - digo.

Él suspira.

- Quiero decírtelo, la verdad es que... La verdad es que soy un señor de las tinieblas.

Me quedo mirándolo, no, no puede ser, Cole no puede ser un señor de las tinieblas, no puede ser, ¡es imposible

- Cole, déjate de bromas por favor - pido.

Él agacha la cabeza.

- No es una broma - responde.

Entonces... Entonces Cole es... ¿Es un señor de las tinieblas?

- Pero... Nunca has intentado hacerme daño, ni secuestrarme, sólo intentabas que fuera feliz, que estuviese a salvo, que no me preocupara... Me niego a creer que eres uno de ellos.

- ¡No Bane! ¡Sí que lo soy! ¡Intentaba dañarte de la peor manera! Intentaba ¡que te enamoraras de mí! ¡que confiaras tanto en mí que me amaras para siempre! ¡Pero es imposible! ¡Parece que no tienes esos instintos! ¡Parece que sólo existes para esa absurda misión!

Me alejo de él negando con la cabeza, no puede ser, él no es un señor de las sombras, Cole no por favor, él no.

Se acerca lentamente a mí, pero despliego las alas y emprendo el vuelo, lejos de ése lugar, llorando, incapaz de creer en lo que dice Cole.

Mi mano derecha se mueve hacia mi cara, sin poder evitarlo, de color gris y con unas garras negras enormes, perdiendo el control.

Una pluma se cae de las alas, negra como el carbón.

Es la maldición, la bestia, pero no es por completo, ¿cómo puede pasar?

Me golpea la cabeza con el puño cerrado y me desequilibro, cayendo en picado hacia el suelo, luchando contra mí mismo, evitando daños peores.

- ¡Para! - pido.

- ¡Nunca! - responde.

Me llevo las manos a la cara y noto el cuerno que sale de mi frente, por lo que ha tomado el control de sólo medio cuerpo, si caigo sobre esa parte, se irá.

Me giro en el aire, cogiendo velocidad mientras él intenta golpearme más y me choco contra el suelo, dándome un gran golpe que me deja inconsciente e indefenso.

Chaos I: La Profecía [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora