Hilos

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- Cuéntamelo otra vez - dice Dana.

- Dana, ¡ya te la ha contado mil veces! -replica Esmeralda.

- ¡Pero quiero encontrar algo distinto! Algo que nadie sabe, sé que hay algo en la historia que no encaja -dice- y no es que diga que nos estás mintiendo, sólo digo que hay algo que parece que no importa pero es muy importante.

- Llevamos aquí una semana y no hemos recibido noticias de ellos -digo.

- Tienes razón, ¿crees que les habrá pasado algo? -dice Dana, olvidándose de la petición.

- No lo creo, son el círculo de la luz, son de los magos más poderosos del reino.

- Eso no quiere decir que sean invencibles -responde Dana.

Por la puerta entra Luxette, una Luxette llena de magulladuras, heridas y fatigada.

- ¡Huid! -dice- ¡Huid lo más lejos posible!

- ¡Lux! -exclamo levantándome para ayudarla.

Ella mira hacia mí, hacia arriba, ya que se ha desplomado en el suelo.

- Huye, te buscan a ti -dice.

- ¿Quién? ¿Los guardias? -pregunto.

Ella niega con la cabeza, y el terror aparece en sus ojos, para desaparecer bajo los párpados tras desmayarse.

- ¿Y ahora qué hacemos? -pregunta Dana a Esmeralda.

- Lo que ha dicho ella -dice Esmeralda.

- ¡No! -exclamo, con rabia.

- Bane, ¿que estás diciendo? -pregunta Dana.

- Yo no voy a huir -respondo.

- Pero te buscan a ti, son varios y tu no tienes un poder ofensivo -dice Esmeralda.

- Iros vosotras y llevad con vosotras a Lux, necesita ayuda - digo.

- No podemos irnos sin ti, te buscan, ¡estaríamos entregándote! -exclama Esmeralda.

- No deben llegar hasta vosotras, proteged a Lux -digo.

Dana está a punto de llorar, pero asiente, mientras Esmeralda se queda a mi lado.

- Vete Dana, yo lo protegeré -ordena Esmeralda, sin mirarla.

- ¿Estáis locos? ¡Han vencido al círculo! ¡Sólo sois dos! ¡Y él no tiene ofensiva!

- Vete Dana, Bane estará a salvo, tendrán que matarme para atraparlo -responde.

Dana, ahora llorando a mares, asiente y se va con Lux sobre ella.

A lo lejos empiezan a oírse pisadas, pisadas de algo enorme que se acerca a nosotros.

- Prepárate -ordena Esmeralda- Ahí vienen.

Me preparo para lo que sea mientras las pisadas se acercan, pero al llegar frente a nosotros se paran y escuchamos montones de seres diminutos moviéndose alrededor del claro en el que está la mansión.

- Están por todos lados -digo a Esmeralda.

Ella no dice nada, sólo se escucha el movimiento de lo que sean ésas cosas.

- Son duendecillos sangrientos -dice Esmeralda de repente.

- ¿Duendecillos sangrientos? -pregunto.

- Son seres demoníacos, son unos pequeños duendes que cazan en grupo a presas grandes para alimentarse de su sangre, su carne y sus huesos, son fáciles de matar mientras son pequeños, pero una manada tiene la capacidad de hacerse un duende gigante que es casi indestructible.

Empiezan a agitarse más, pero luego viene el silencio después de que se movieran hacia atrás.

- ¿Dónde están? -pregunta Esmeralda.

Han ido hacia atrás, por donde salió Dana con Lux.

- ¡No! -exclamo, y empiezo a correr hacia detrás de la mansión para adentrarme en el bosque.

🔵🔵🔵

Llevo unos minutos corriendo. No sé si Esmeralda me habrá seguido, pero necesito salvarlas, necesito salvar a alguien no como a Ryan.

Empiezo a escuchar sonidos, como susurros y movimiento a mi alrededor, por entre la espesura de los árboles, paseándose sobre mi cabeza, desde donde noto miles de ojos observándome.

Me paro en un claro en el bosque rodeado de árboles. Veo por las ramas de los árboles moverse a los malditos duendecillos, saltando de rama en rama, como si fueran monos pero vigilándome a la vez.

Se paran todos a la vez, dejando un silencio aterrador, y cuando una nube tapa el sol, saltan todos hacia mí, y yo sólo puedo esperar mi final.

Se acercan poco a poco, ya que parece que la nube va a tardar un tiempo en dejar el sol, riéndose, mirándome, devorándome con la mirada, hasta que veo en el más cercano un trozo de la capa que llevaba Dana al irse, lo que quiere decir que ya no está Dana, ni Dana ni Lux, y eso me enfurece.

Saltan hacia mí de uno en uno, como esperando un ataque mágico, pero no puedo hacer de eso, así que lo mato agarrándolo por el cuello y estrujándolo, lo que parece causar la ira de los demás, que se alejan al bosque. Imposible, no puede haber sido tan fácil.

- ¡Bane! -exclama la voz de Cole detrás de mí.

Me giro, y veo a un Cole lleno de heridas y magulladuras, igual que Lux, y a un Lapis, igual que siempre, sin cambios.

Se acerca a mí y me lleva con él hacia el bosque de nuevo, pero nos detiene una enorme figura, más grande que Lapis incluso.

- Detrás de nosotros, Bane -ordena Cole.

El monstruo se nos acerca y golpea a Cole con sus dedos que parecen agujas dejándolo malherido y tendido en el suelo.

Lapis le ataca, pero de un golpe de cola lo tira, destrozándolo en pedazos, y se gira a Cole para acabar con él.

- ¡No! -exclamo, pero no se detiene, tengo que pararlo, tengo que pararlo ya.

Por su boca asoma el pedazo de capa de Dana, y el odio se apodera de mí.

- ¡Para! -grito con todas mis fuerzas y cerrando los ojos.

No escucho que los lamentos de Cole desaparezcan, por lo que abro los ojos de nuevo, y veo miles de hilos dorados a mi alrededor, y todos acaban en mi mano derecha.

El ser se ha parado, y me mira, aterrado.

Tiro un poco de los hilos, que provienen del ser y él pone una cara de dolor atroz.

Tiro aún más fuerte de los hilos, y el ser se transforma en los miles de duendecillos sangrientos, que se retuercen de dolor en el suelo.

Entonces se me ocurre la idea de cortar los hilos, por lo que saco la navaja que me regaló Anne en mi decimoséptimo cumpleaños y los corto, causando un cese de actividad en los cuerpos de todos los duendes, que se disuelven en cenizas volando en el viento.


Chaos I: La Profecía [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora