Energía

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Me despierto en otro lugar, no sé dónde estoy, sólo sé que estoy sólo sobre la nieve.

Me levanto y miro a mí alrededor, pero no veo ni personas ni árboles.

- ¡Cole! - llamo - ¡Axel! ¡Dana! - los llamo a todos, pero no obtengo respuesta - Alguien, por favor - susurro, agachándome y haciéndome un ovillo.

Nunca me ha gustado estar sólo, estar con gente es la única manera de mantener silenciada mi mente, pero ahora que estoy sólo empiezo a escucharla de nuevo, empiezo a escuchar los susurros, los gritos, las voces pidiendo el perdón... mis locuras.

- ¡Por favor no me mate, haré lo que quiera, pero no me mate!

Luego de esa voz viene el grito agudo de un niño y el llanto del mismo.

- Dejadme en paz, yo no os he hecho nada - digo, cerrando los ojos con fuerza y colocando mis manos sobre las orejas, intentando inútilmente acallar unos gritos que suenan en mi cabeza.

- ¡Bane! - exclama una voz.

Levanto la cabeza, esperanzado en ver a alguien del círculo o a Axel, pero no veo más que a una mujer rubia con los ojos dorados y figura angelical, de hecho eso debe ser, ya que tras ella puedo ver dos pequeñas alas blancas.

- ¿Eres un ángel? - pregunto.

Ella no responde, se me queda mirando y luego se lanza a mí, llorando y abrazándome.

- No me puedo creer que estés aquí, por fin puedo verte - dice.

No lo entiendo, ¿de qué me conoce?

- Han pasado dieciocho años desde entonces, veo que te has vuelto un hombre apuesto, como tu padre - suelta.

No, no puede ser...

- ¿Mamá? - pregunto.

Ella se separa y sonríe.

Me separo más de ella.

- ¿Por qué? ¿Por qué me abandonaste?

- No lo hice por que quisiera, era mi obligación, nunca quise dejarte allí, pero tenía que hacerlo.

- ¿Por qué? ¿Qué era más importante que tu hijo?

- No lo lograrías entender, no porque no te he tenido desde que naciste, no porque no eres como nosotros, porque eres especial - responde, evadiendo mi pregunta.

- ¡Me da igual lo especial que sea! ¡No puedes ser mi madre si me abandonaste! ¡Anne sí que es mi madre!

- ¡No! ¡Ella no es más que una simple humana!

- ¡Me da igual, de todas formas yo también lo soy!

- Tú no eres humano, ¡no hay más que verte!.

- ¡Me da igual! ¡Yo siempre seré humano! Ellos me ayudaron aunque no tenían por qué, son más frágiles que otras criaturas, pero luchan por defenderse y se quieren, son criaturas orgullosas, amables y generosas, sé que hay humanos que son todo lo contrario, ¡pero aún así son mejores que tú! ¡Ellos no se abandonan los unos a los otros! ¡Nunca se rinden! Por muy difícil que sea la situación, siguen luchando, y me da igual lo especial que digas que soy, ¡yo siempre seré un humano!

- ¡Maldito inútil! ¡Lo único que tenías que hacer era aceptar y venir conmigo! ¡Desde el día en que te tuve has sido una carga! ¡Me degradaron en la orden por tu culpa! ¡Nunca quise que existieras!

No es que la quisiera, pero sus palabras me hieren, hasta el punto de sacar una espada de la nada y amenazarla con ella.

- ¡Qué crees que haces con eso maldito crío!

- Déjame en paz, debo irme.

- ¡No te resultará tan fácil escaparte de mí niñato!

Me acerco a ella, con la espada en su garganta.

- ¡Maldito niñato! ¡Soy tu madre!

Aprieto la espada en su garganta.

- Tú nunca serás mi madre.

Todo a mí alrededor empieza a desvanecerse lentamente hasta que sólo queda un brillo rojo se extiende por todo el lugar.

El brillo rojo va desapareciendo y deja tras su rastro pequeñas sombras en movimiento.

- No puedo creerme que haya alguien que use ésa magia - dice una de las sombras

- No es de extrañar, son los señores de las tinieblas, sus magias son las magias de la desesperación, es algo que deberíamos esperarnos de ellos - responde la otra, y ésa la distingo, es la voz de Dana.

Noto espasmos, espasmos de energía por todo el cuerpo.

- ¡Se está moviendo! - exclama Dana.

Escucho a alguien muy cerca de mí, alguien que me tiene agarrado de la mano.

- Por favor, vuelve con nosotros - dice la voz de Cole, él es ése alguien que está a mi lado.

Sin embargo, no logro mover nada, lo único que logro es mover las manos, pero ni siquiera es real, las manos me las veo dentro de la cabeza.

- Vamos Heros, sé que te levantarás, tarde o temprano lo harás, como vidente sé que vencerás a los señores de las tinieblas.

Esa voz, creo haberla oído antes.

- ¡Separense de ése individuo!, ¡somos la guardia real del reino de Rowla!

- ¡No! - exclama Cole.

- Si no lo hacen, no tendremos más remedio que acabar con sus vidas - dice el guardia.

Abro los ojos y los veo, pero mi vista está parpadeante, no logro verlo todo bien.

- ¡No nos separaremos nunca de el! - exclama Dana.

- He avisado - dice el soldado - ¡prepárense para disparar!

No, no pueden morir, no así.

Extiendo la mano con dificultad, pero logro extender los hilos dorados atados a todos los guardias.

Todos se giran hacia mí, sorprendidos, pero yo me esfuerzo en mantenerme despierto.

- No me obliguen a acabar con sus vidas, por favor - digo, con dificultad.

- ¡Apunten! - ordena el soldado, sin hacerme ningún caso.

- Por favor, ¡no! - exclamo, con todas mis fuerzas.

- ¡Fuego!

Los guardias disparan, pero un brazo de piedra atraviesa el techo para colocarse ante los demás, parando los disparos.

- ¿Pero qué? - dice el soldado, confuso.

- ¿Lapis ha hecho bien? - pregunta, quién si no iba a ser nuestro salvador.

Noto la vitalidad de los hilos, y en verdad estoy consiguiendo energía más rápido desde que los tengo atados, lo que quiere decir que...

Los guardias se ven cansados, ya han incado la rodilla y todo, están exhaustos, lo que significa que les estoy robando la energía.

Deshago rápidamente los hilos, consciente del terrorífico poder de los mismos y pierdo todo el aporte de energía, por lo que vuelvo a estar débil.

- Vámonos - dice la voz de la chica vidente.

Noto que alguien me agarra por los codos y me coge en brazos. Abro por un momento los ojos y veo la cara de Cole y a Dana a su lado.

Sonrío al sentirme seguro a su lado, y vuelvo a quedarme sin energía.

Chaos I: La Profecía [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora