Alas

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Me meto de nuevo en el agua y lo persigo, bajando aún más niveles de la fuente.

Salimos, como antes, dos plantas más abajo y nos echamos agua mientras recuperamos el aliento, para después volver a descender.

Sigo a Cole de cerca, siempre detrás, viendo cómo se mueve, cómo se mueven todos sus músculos.

Lo adelanto con una facilidad repentina al nadar y salgo en la siguiente planta a respirar.

Él llega poco después y me sujeta por los hombros, acercando su boca a mi oído.

- Eres demasiado bueno - susurra.

Se escucha un estruendo en las plantas superiores y una luz baja de ellas, haciendo un agujero por donde pasa y deteniéndose ante nosotros.

La figura de una mujer de más o menos unos veintiocho años aparece ante nosotros, apuntándonos con una lanza dorada.

La miro, y veo en su espalda unas alas blancas provistas de plumas.

- Aléjate de él - ordena.

Cole se separa de mí y se sumerge en el agua, ascendiendo.

Entonces, la mujer se agacha ante mí.

- ¿Estás bien, Bane? - pregunta.

La miro, con la boca abierta, es un ángel, y se suponía que tanto ellos como los dioses habían abandonado este mundo a su suerte.

Detrás de ella aparece un hombre más o menos de la misma edad que ella, también con alas, y una armadura dorada además de una espada del mismo color.

Los dos son rubios y tienen los ojos marrones, podría decirse que son gemelos, si es eso posible.

- ¿Está a salvo? - pregunta, con una voz grave.

- Si, por ahora sí - responde.

- Bien, tenemos que llevárnoslo - dice el hombre.

- No, no podemos, ya sabes lo que mamá diría - responde ella.

- ¡Mamá fue la que nos pidió que lo pusiéramos a salvo! - exclama.

- Pero recuerda lo que siempre dice, los humanos nunca deben ver dónde vivimos - responde.

- ¡Él no es humano! - exclama él, desesperándose.

- Da igual - responde ella - debemos quedarnos con él, nada más.

- No podemos, ¡no tenemos más que dos horas de luz!

- Podemos vivir sin nuestros poderes - responde ella.

Él gira los ojos, en una expresión de rendimiento.

- De acuerdo, nos quedaremos con él aquí - responde.

- Bien - dice ella, girándose hacia mí - me llamo Aleana, y éste es mi hermano Gordell.

- Yo soy... - empiezo.

- No hace falta que te presentes, sabemos muy bien quien eres - dice él.

Los miro, sorprendido aún.

- Sois...

- ¿Ángeles? - pregunta ella - Sí.

- ¿Y qué queréis de mí? - pregunto.

- Lo primero, darte lo que es tuyo - responde ella, dándome dos plumas doradas.

Las recojo y las miro.

- ¿Qué son? - pregunto.

- Acércalas a la espalda - propone.

Le hago caso y las acerco a la espalda, notando cómo se alejan de mi mano y se incrustan en la piel, provocando un intenso dolor.

Contengo los gritos, pero el dolor no desaparece, y luego empiezo a notar una extensión de mi cuerpo en la espalda.

Cuando acaba todo el dolor, me miro en el reflejo del agua, pero no veo nada.

- Deberías mirarte a la espalda tonto - dice ella, riéndose.

Me llevo las manos a la espalda y noto algo muy suave, de plumas.

- ¿Son alas? - pregunto.

Ella sonríe y asiente.

- Si, mamá dijo que te las diéramos para que todo el mundo aceptara tu condición de enviado de los dioses - responde ella.

- ¡Aleana! - la llama su hermano.

Ella se lleva la mano a la boca, como si hubiese dicho algo que no quería.

- ¿De qué hablas? - pregunto, confuso.

- Nada, olvidalo - dice, y en verdad lo he olvidado, es como si desapareciese el recuerdo que tenía de hace un momento, y por más que me esfuerce en recordarlo, no puedo.

- ¿Por qué no lo recuerdo? - pregunto.

- Porque no debes - responde Gordell.

- ¿Pero por qué no? - pregunto.

- No deberías hacerlo con tanta facilidad ¿sabes? - le riñe Aleana.

- Si mamá me dió este poder no debo dudar en usarlo ¿no? - responde él.

Los miro, no parecen deidades lo más mínimo, parecen personas normales, hermanos normales, lo único distinto son las alas, que ahora tengo yo.

- ¿Por qué las alas? - pregunto - Lo más lógico sería pasar desapercibido ante todos ¿no?

- No, no sería lo más lógico - dice Gordell, dejando de mirar a su hermana y ahora mirándome a mí.

Se acerca lentamente y se pone a mi lado, como se puso Cole hace un momento.

- Eso es lo que tú quieres, para retrasar la inevitable lucha que se acerca - me susurra al oído.

Tiene razón, no quiero luchar, no quiero tener que matar, como ya hizo la maldición, no quiero.

- Tranquilo, no morirás - dice, poniéndome la mano en el pecho, haciéndome sentir el frío de su armadura, calentándose lentamente por mi propio calor - yo soy tu ángel de la guarda, y Aleana es una aprendiz, por eso está conmigo, aprendiendo y ayudándome.

- Mi... ¿Mi ángel de la guarda? - pregunto, en voz alta.

- Claro - responde - soy el ser que más te quiere en este mundo y en cualquier otro, por eso se me encomendó esta tarea.

¿Cómo va a quererme si ni siquiera lo conocía?

- Gordell, lo estás confundiendo - dice Aleana, riéndose.

- No, le estoy contando la verdad - responde, separándose de mí.

- Da igual, venga, intenta moverlas - dice Aleana.

Las muevo sin problemas, son igual que los hilos, aunque el objetivo de las alas es más que claro, por lo que no hay ningún problema para usarlas.

Las muevo y me elevo del suelo, sorprendido y maravillado a la vez.

- Me parece sorprendente que hayas sido capaz de pedirle a mamá unas alas para él - dice Aleana a Gordell - ¡sabes que eran las últimas!

- Me da igual, míralo - responde - ahora sí que parece lo que es.

Ella sonríe y los dos me miran, pero recuerdo a Cole y desciendo.

- ¿Por qué habéis echado a Cole? - pregunto.

- Porque no nos gustan los humanos, simplemente - responde Gordell - son iguales que nosotros, pero sin el poder.

- Ya, no tendrán poder, pero son felices sin él, son felices con una vida llena de obstáculos e imposibles, y eso a mi vista los hace admirables - respondo.

- Lo que te decía, - dice Aleana - todo un líder.

Los miro, confusos, y se envuelven de nuevo en la luz cegadora y dorada.

- ¡Ya has enfadado a mamá! ¿Te dió ella las alas realmente? - los escucho, y luego desaparecen en la luz hacia arriba, a toda velocidad.

Chaos I: La Profecía [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora