iii. ¡Atrapé a un demonio!

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iii. ¡atrapé a un demonio!

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                     Diaval lo notó de inmediato.

Sus sentidos amplificados le ayudaron a poder orientarse en tiempo y espacio. Tuvo que abrir y cerrar los parpados un par de veces para adaptarse a la luz que entraba desde su espalda porque incluso ahí le fue cegadora. Eso no era sorpresa. Cuando la oscuridad es todo lo que has visto, la luz resulta tener un efecto de resplandeciente, al punto de perturbarle.

Trató de removerse pero fue en vano. Estaba atado a la silla, en una posición incómoda con unos invitados que mostrarían piedad solo cuando él les diese lo que quisiesen. En cualquier otra instancia sería fácil, ¿no? Diaval podría darles la información y salir ileso de la situación. No obstante, ¿dónde estaba la diversión en eso?

Diaval de Lilim le gustaba jugar, provocar y hartar. Era características a su personalidad que él portaba con orgullo, teniendo presente que a otros le resultaba en extremo irritantes. Él estaba bien con eso. Su meta en su demoníaca vida no era tener de amigos a la «manga de estúpidos» —como así les decía— que eran todos sus hermanos y hermanas. En cualquier caso, él estaba perfectamente bien sirviéndole su lealtad a Hera, más si tenía que ser completamente sincero sí debía reafirmar que sus buenas gracias no eran exclusivamente para ella, sino se extendían a la que provocó su situación actual.

Una sonrisa juguetona se esbozó en su rostro cuando el tacón chocó con el porcelanato negro. La figura de Maze infundía múltiples sentimientos en los humanos. Ella era el estándar de un cazador y torturador que cualquier demonio que aspirara a obtener ambas posiciones podía desear. Incluso, a veces, podía escuchar la voz temple de su madre ratificar la natural destreza de Mazikeen, la mano derecha del Diablo.

—Es bastante decepcionante haberte atrapado tan rápido.

El rostro de Maze era de temple. Nada nunca le perturbaba. O de eso daba la impresión. Cuanto más lo pensaba eran de las pocas cosas que Maze y Hera tenían en común. Quizás su hogar fuera el Infierno, pero esa era la única cicatriz visible de su tiempo en el Lilim.

—Quizás yo me deje atrapar así de rápido —replicó él, clavando su mirada en ella para ver su reacción. Maze no creyó su falsa defensa, así que siguió—. Te extrañé, hermana. ¿No me extrañaste?

Maze arrugó la nariz, conservó el silencio e hizo un sonidito como si estuviese pensando su respuesta.

—Eres lo único que no extraño del Infierno, Diaval.

Diaval chasqueó la lengua.

— ¿No fue madre la que no enseñó a no mentir? —alzó una ceja, pensante. La burla tan presente en su voz como la luz en la estancia—. Ya sabes por eso de que a nuestro Señor no le gustan las mentiras.

Hera ━━ Lucifer MorningstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora