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xv. todo ángel es aterrador
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Lilith soñaba con el final.
El concepto de lo que podría suponer tal palabra. ¿Qué era realmente el «final»? Ella fue el primer celestial en poseer una consciencia dada de la oscuridad que amaba con tanto fervor. Ahí lo veía con claridad, aunque de esa frase brotará la ironía misma. La Celestial visualizaba el trono del Infierno cómo una silla que no le otorgaba nada. El trono no le daba el poder cuando ella lo erigió. ¿Era melancolía lo que experimentaba? Podría ser.
El trono se volvió un símbolo de supremacía ante su verdadero enemigo. Un poder caliente y abrasador le recorría por dentro cuando recordaba la historia... La maldita historia. Sin embargo, comprendía que no podía esperar más de los humanos. Seres patéticos y crédulos.
Lilith era el verdadero comienzo.
La oscuridad fue lo primero en existir, sería lo último y en el final, todavía seguiría existiendo.
Tenía que admitir que era hilarante hasta cierto punto. La facilidad con la que todos creían su versión de la historia, la necesidad más allá del racionamiento de ver el mundo entre lo bueno y lo malo. ¿Era ella mala? Dependiendo de la percepción que se tuviese. La pregunta, no obstante, estaba mal formulada porque a Lilith no le importaba el pensamiento de otros, le molestaba el silencio al que fue sometida y el papel que se le asignó sin consultarse. Querían erradicarla porque en ella se albergaba lo desconocido... Ella podría ser la personificación de la maldad acorde a los demás, Lilith soñaba con que el olvido no la consumiera más.
Al sentarse en su trono, soltó un suspiro. Sus manos tocaron los gruesos reposabrazos. El material era frío más su piel lo experimentaba como una caricia. Cerró los ojos con las voces de fondo. El Castillo Oscuro aguardaba su presencia, de ahí no salía más que silencio, una disensión al infierno mismo. Su descendencia aguardaba órdenes a la par de sus obligaciones como demonios. De Lilith, obtenían un mutismo absoluto.
Su pecho bajó y subió. Abrió los párpados y se dedicó a visualizar la sala del trono, negra en su totalidad. De las paredes sobresaltaban efigies que previamente no estaban ahí, no la primera vez que ella erigió el Castillo. No las notó con anterioridad y hacerlo después de tanto, la descolocó. Arrugó el entrecejo, bajó del trono y comenzó desde el lado izquierdo hasta seguir la historia que se contó como si las paredes fuesen el libro de una historia. Por un lacónico instante, Lilith aguardó la esperanza de que fuese su historia. O si bien, una porción de ella. Era evidente que esa decoración le pertenecía a Lucifer, a él le gustaba el arte como un todo pues era en el arte donde se visualizaba el libre albedrío que él logró amar con fervor.
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Hera ━━ Lucifer Morningstar
Fanfic❝ ¿Crees que me conoces? Piensa otra vez. ❞ lucifer | universo alterno © voguecastle © petalosamargos por la portada.