Capítulo cuarto

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Quedaba media hora para que fuera a la torre de Gryffindor. Estaba vestida y maquillada pero le faltaba decidir qué haría con su pelo. Se decantó por una trenza de raíz pero no podía hacérsela sola. Salió al pasillo que separaba su habitación de la de Draco y tocó en la puerta suavemente. 

-¿Qué narices quie…- se paró antes de terminar mirando a Hermione con su falda larga y su camiseta blanca- …res?

-siento molestarte ¿no sabrás hacer trenzas de raíz verdad?-

-mi madre me enseñó cuando era pequeño para cuando tuviera una hermana- respondió el chico extrañado

-¿me puedes hacer una por favor?-

-claro, pasa- dijo dejándola pasar a la habitación. 

Cada paso que Hermione daba el aroma del chico se metía más por sus fosas nasales. Era una mezcla de perfume caro, libros viejos y tinta china de calidad. Observó curiosa la habitación y encontró una carta en el escritorio con la letra de Draco con tinta obviamente de color verde. Finalmente se sentó en la silla que le había puesto Draco frente al espejo.

-¿tienes un peine?- ella se lo extendió tocando un segundo con las yemas de sus dedos acariciando la palma del chico y mandando escalofríos por la espalda de ambos. Rompieron el contacto y Draco le acercó una silla a Hermione para que se sentara.

Acarició su pelo rizado pero sedoso y lo peinó con cariño intentado evitar hacerle daño a la chica por culpa de los nudos que se formaban en su cabello. Se deleitó oliendo el aroma el champú que utilizaba la chica. “Manzana” dijo para sí Draco acordándose del día en el que su padre le pegó por haber cogido una manzana del manzano de Malfoy Manor.

Se le resbaló el peine de las manos golpeando fuertemente el suelo y trayéndolo de nuevo a la realidad. Lo recogió y volvió de nuevo a su trabajo más concentrado en lo que estaba haciendo. Trenzó el pelo rápidamente y se obligó a quitar la imagen de su padre pegándole de su mente de su mente.

-¿Por qué te enseñó tu madre a hacer trenzas?-

-ya te lo he dicho. Mi madre quería tener una niña después de tenerme a mí. Me habría encantado tener una hermanita pequeña, peinarla, jugar con ella… creo que yo lo deseaba incluso más que ella. Bueno la cosa es que se quedó embarazada pero tuvo que abortar por problemas en el feto-

-lo siento- dijo Hermione levantándose de la silla y mirándose en el espejo de la habitación del chico. 

-no pasa nada. De todas formas es mejor así, si hubiera tenido una hermana todo habría sido diferente-

-me encanta la trenza, Draco muchísimas gracias. ¿Sabes? No eres tan mala persona como quieres hacer creer. Creo que por dentro eres mejor de lo que tú mismo crees-

Le miró con una sonrisa sincera y se acercó para darle un beso en la mejilla. Los labios de ella tocaron la piel de Draco y sintió que su corazón se hacía pedazos para luego resurgir latiendo cada vez más rápido. Si eso era lo que pasaba cuando le daba un beso en la mejilla no quería ni pensar que pasaría cuando acariciara esos temblorosos y suaves labios con los suyos. 

Hermione dio un paso atrás y se dio la vuelta para salir de la habitación pero Draco la cogió de la muñeca.

-estás preciosa, Granger- susurró al oído de la gryffindor. Sus labios acariciaron la oreja de Hermione que se sonrojó al más puro estilo Weasley.- no vengas demasiado tarde. Mañana te tienes que levantar pronto para darle clases a Longbottom de patinaje artístico y ¿quién sabe? Puede que me pase por allí a ayudarte. 

La chica salió de la habitación extrañada y no se le pasó la sensación hasta que se encontró a sí misma delante del retrato de la señora gorda. Le dijo la contraseña y entró en la engalanada sala común de gryffindor. Allí estaba Harry con un elegante traje de chaqueta y Ron con unos vaqueros oscuros y una americana roja bajo la que llevaba una camiseta negra. 

-¡estáis genial chicos!- dijo Hermione atrayendo la atención de los chicos que no la habían visto llegar. Se dieron la vuelta y miraron a Hermione con las bocas desencajadas. Se fijó en que el pelo de Ron estaba bastante revuelto y se acercó a colocárselo en condiciones.- Ron Weasley baja la cabeza para que pueda colocarte ese pelo- 

Ron no discutió como normalmente hacía sino que asintió con la cabeza y se sentó en una de las sillas sin cerrar la boca mientras que Hermione le colocaba el pelo. 

-Hermione, estas… espectacular- consiguió articular Harry después de diez minutos. 

-habéis tardado tanto en cerrar la boca que he pensado que algo iba mal- dijo la chica alisándose la falda. 

-simplemente se habían quedado sin palabras- dijeron los hermanos haciendo su aparición por las escaleras- como nosotros pero por fin hemos recobrado el habla para decirte que no puedes estar más bella-

Fred cogió la mano derecha de Hermione mientras que George cogió la izquierda y ambos la besaron haciendo que la chica volviera a sonrojarse. En ese momento bajaba una asombrosa Ginny Weasley por las escaleras con un vestido ceñido corto rojo de lentejuelas que marcaba perfectamente su figura. Hermione nunca olvidaría la cara de Harry cuando vio a la pelirroja bajando por las escaleras con unos tacones de infarto. Era una mezcla de horror y sorpresa al ver que todos los ojos de la habitación estaban vueltos hacia su novia. Llegó hasta ellos y vio a Ron echando humo por las orejas y rojo como el escudo de la casa. 

-creo que te has equivocado al ponerte eso, Ginny… ¡ESO ES UNA MALDITA CAMISETA!- dijo sin poder controlarse Ron.

-está muy sexy y muy guapa déjala en paz, Ron- la defendió Hermione acercándose a su amiga y poniendo un brazo sobre sus hombros.- estas increíble, Ginny-

-gracias- dijo ella abrazando a Hermione.- bueno vamos a divertirnos un rato- 

-tu no vas así a ninguna parte ¡cámbiate Ginny!- dijo Ron rotundo por lo que Harry se vio obligado a intervenir. 

-Ron déjala ir como quiera, ya no es una niña-

-Potter las manos donde pueda verlas- dijo Fred con una sonrisa en la cara. 

-las verás, las verás- dijo Harry riéndose y cogiendo a Ginny a Hermione para llevarlas a por algo de beber. 

-como le vea tocando un solo pelo a Ginny, lo mato- dijo Ron aún rojo 

-¿a tu mejor amigo?- preguntó George metiendo más leña al fuego

-a mi mejor amigo. Es tu hermana ¿Por qué no te preocupas?-

-por qué está en buenas manos-dijeron los gemelos al unísono haciendo que Ron se pudiera aún más rojo si cabe. 

Ron miró hacia donde estaban Ginny y Harry bailando.

-si la verdad es que sí que lo está- 

La chica del lagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora