Capítulo decimotercero - Epílogo

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La guerra había acabado y el bando de Harry Potter había resultado ganador aunque nadie sabía con seguridad que habían ganado con la guerra. Draco y Narcissa Malfoy eran los únicos antiguos mortífagos que no estaban en Azkaban ya que se retiraron de la batalla antes de que acabara. La lista de muertos se extendía hasta los mil entre ellos, Albus Dumbledore, Tom Riddle, Fred Weasley, Severus Snape, Lucius Malfoy y Blaise Zabini (cuya causa de muerte se desconocía todavía). Draco había conseguido una copia de la lista de gente desaparecida en aquella batalla en la que solo había un nombre. Hermione Granger. 

Cada mañana se levantaba con el papel pegado al pecho, se lo guardaba en el bolsillo, bajaba a las cocinas, daba un beso a su madre y revolvía la leche sin probar bocado. Después volvía a subir a despertar a su primo y se encerraba en el antiguo despacho de su padre para seguir buscando. Después de la muerte de Nymphadora y Remus, su hijo Teddy se fue a vivir con Draco y Narcissa que lo acogieron como a uno más en aquella desecha familia. 

El clima en Malfoy Manor nunca había sido tan triste pero en los escasos momentos en los que estaba con Teddy, el slytherin intentaba que no se le notara lo desamparado que se sentía sin Hermione. 

Ese día entró en el despacho con cara de pocos amigos y cuando volvió la cara hacia el retrato de Severus que le solía ayudar en la búsqueda se le revolvieron las tripas a pesar de no haber comido en semanas. Una figura femenina estaba sentada en uno de los brazos de la silla en la que se encontraba el antiguo profesor y ambos se besaban apasionadamente. 

Draco carraspeó varias veces sin conseguir que Lily y Severus se separaran el uno del otro y solo cuando recibió ayuda el otro lado se separaron.

-¿no sois un poco mayorcitos para daros el lote delante de todos?- preguntaba Fred. Lily le lanzó una mirada tan dura como el hielo- menudo ejemplo le estás dando a tu hija-

Draco no pudo contener la risa llevándose otra mirada de reprimenda por parte de la pelirroja. Tanto Fred como Severus sonreían de oreja a oreja con las pelirrojas entre sus brazos. 

-Amelia Potter y Fred Weasley, ¿Qué narices hacéis apareciendo así de improviso? Y la pregunta del millón ¿Qué hacéis juntos?-

-relájate mamá, solo es Fred, no es una mala persona. Además tengo todo derecho para estar junto a él-

-déjala Lily, Fred es un buen partido- intervino Draco.

Todos se volvieron hacia él como si hubieran visto a un fantasma. Fred y Amy eran los únicos que le miraban agradecidos. Lily se levantó de la silla y fue hacia ellos propinándole una colleja a Fred por reírse. Draco volvió la cara hacia el papel que tenía delante y todo rastro de sonrisa se le borró de la cara cosa que no le pasó al profesor. 

-tengo noticias buenas, Draco-

El chico le miró extrañado y luego su expresión pasó a ser de sorpresa.

- ¿te vas a casar con Lily? ¿Vais a tener un hijo? ¿No es un poco precipitado?-

-no me voy a casar con Lily, no vamos a tener un hijo y si sería 'precipitado en el caso en el que lo estuviera pensando-

-¿entonces qué ocurre?-

-la hemos encontrado, Draco. Hemos encontrado a la señorita Granger-

El chico sintió las lágrimas empezar a salirle de los ojos sin poder contenerlas pero no eran de tristeza eran de alegría. Después de tantos meses de búsqueda, habían encontrado a Hermione. Lo pensó por un momento y su cara se volvió a ensombrecer.

-¿Dónde?- preguntó

-en España-

-¿estáis seguros de que es ella y no otra chica?-

-hemos seguido los rastros de la magia de la señorita Granger y la hemos encontrado sin ninguna duda-

-y... ¿está viva?-

Severus tomo una intensa bocanada de aire que hizo que Draco se tirara en uno de los sillones del despacho creyendo saber la repuesta.

-si- dijo Severus.

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-¡mama, ayúdame a preparar las maletas!- gritó Draco bajando las escaleras a toda prisa.

-¿te vas de viaje? ¿A dónde?- preguntó Narcissa viendo a su hijo corriendo hacia la puerta de las cocinas

-a España. La han encontrado mama, han encontrado a Hermione-

Ambos se abrazaron mientras el pequeñajo de pelo azul los miraba extrañado. No era normal ese derroche de afecto entre los miembros de la familia Malfoy. Cuando Draco terminó de abrazar a su madre, corrió hacia Teddy y lo cogió en brazos haciendo que este olvidara lo que solía pasar en aquella casa y disfrutó de lo lindo mientras su primo le daba vueltas por la cocina. La felicidad volvía a Malfoy Manor y esta vez para quedarse.

La chica del lagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora