Relato #19: Los De La Izquierda Y Los De La Derecha (2a Parte)

3 0 0
                                    

Matthew salió al exterior del bar, apoyado en la fachada estaba un hombre que vestía con ropas andrajosas. A sus pies había un sombrero raido con dinero. Tenía un aspecto desaliñado.
-Amigo, amigo- dijo con un tipo de acento que parecía indicar que era de Europa del Este- ¿Tienes un poco de lismosna? Hace tiempo que no como en condiciones, necesito comprarme ropa y también tengo algo de sed.
-¡Calla, harapiento!- contestó malhumorado Matthew- ¡A pedir limonsna a tu casa!
-No tengo- le contestó sin disimulo el harapiento.
-Pues te fastidias.
Acto después, el jóven cogió el sombrero raido donde guardaba el dinero y dijo:
-Esto pa'mi
-No lo haga, señor. Necesito ese dinero-dijo cogiéndome de la pierna insistiendo en que lo dejara
-Y yo un coche volador nuevo. Vete sino quieres que te ponga el morro calentito.
El vagabundo cogió su esterilla y sus cosas y se fue, echando pestes.
En el fondo, Matthew se sentía mal, en el fondo no quería robar, aunque lo hubiese hecho. Deseaba con todas sus ganas un coche, sea el costo que fuese. La conciencia le comenzó a remorder un poco, y para calmarla se encendió un cigarro, por si los nervios.

("Tuve hambre y no me disteis de comer"

"Tuve sed y no me disteis de beber"

"Desnudo, y no me vestisteis")

Cuando hubo terminado el cigarro, se apresuró a entrar, a pagar el alcohol que había bebido.

-¿Quien había formado el escándalo?- preguntó Clancy
-Un gato, estaba bufando a los que pasaban, lo he espantado y se ha ido- mintió Matthew
-Suele pasar.

Aunque Clancy era tambien un quinquí, tenía un rígido codigo moral, y si Matthew le hubiera contado la verdad, le hubiera colocado en un serio aprieto. Era más fuerte que él, podía haberlo destrozado o desencajado la mandíbula de un solo golpe.

Clancy y Matthew se quedaron charlando un rato, hablando de sus penas y consolándose el uno al otro. Eran ya las 11 de la noche cuando Matthew se fue.
Pensaba en algún lugar donde podría ir ahora, se le ocurrió otro bar, pero no creía que su pobre higado aguántase mucho más. ¡Ya está! El callejón de los motoristas, era un buen lugar para estar con sus amigos.
Era el sitio más mugroso de la ciudad, donde los motoristas se reunían con sus motos, alrededor de un bidón con desperdicios ardiendo, al más puro estilo de los vagabundos. Se llevaba bien con el lider de la cuadrilla, Wilfredo, su actual novia fue también exnovia suya, Clara. Intentaría no coquetear ni tan siquiera hablarla, era muy celoso, más matón y corpulento que él, aunque quizás sería dificil, pues se cruzarían sus sentimientos. Debía ir con cautela, con un ojo avizor. Lentamente y colocado por el alcohol, fue caminando a los suburbios, donde estaba el callejón. En media hora ya estaba allí, con Wilfredo y compañía.
-Hombre, mi viejo amigo Matthew, ¿como estás? - dijo saludándole y poniéndole una mano en el hombro.
-¡Ah, pues muy bien! He salido esta noche al bar de copas de Clancy y se me ocurrió pasar por aquí- le respondió
-¿Como está el Chacal?
-Más o menos bien, le han operado de cataratas hace unas semanas, está bien ahora- aclaró Matthew
-¿Y no has ido a verle?
-¡Bah! Tenía muchas cosas que hacer, él sabe cuidarse, está bien atendido, los médicos le cuidan y todo eso
-¿Por qué eres tan "perro"? Un lobo solitario debe cuidar de los suyos, por pocos que sean, sin la manada no somos nada
Matthew pegó un bufido, estaba que echaba chispas, pero no quería enfrentarse a él, no solo porque podría echarle para atrás con solo su dedo índice, sino porque toda su pandillas se echaría hacia él para intentar frenarle. Le había llamado "perro" y eso para él era un insulto. La verdad, había herido su orgullo, pero no podía quejarse, había herido el de los demás, ¿de que podía quejarse? De lo que se siembra cosecha, pero no estaba para esos calentamientos de cabezas, su orgullo - aunque herido- todavía lo mantenía aprisionado y bien en alto. Echó un vistazo de reojo a los demás y vió que Clara lo miraba coquetamente. Debía apartar la mirada, no podía perder la vida ahí mismo, Wilfredo era muy celoso con ella. Entonces se dió cuenta de otra cosa más grave, le habían preguntado y no estaba contestando, mejor debía apresurese a no acabar con las paciencias.
-Sí... bueno- cuando dijo estó se dió cuenta de que estaba contestando como un chico débil, una nenaza, así que puso la voz un poco más grave, teniendo cuidado de que no fuera burlona ni sarcástica- Yo cuido de los míos, pero uno para sobrevivir debe empezar cuidándose por sí mismo, creo
-Entonces, ¿supongo que no querrás ir a visitar a Chad? - propuso Wilfredo reflexivo
-Chad, ¿que le ha pasado?
-Está en la cárcel, por atraco a mano armada. Parece ser que él muy tonto atracó el banco más grande de la ciudad, el que tiene más camaras de seguridad. No le bastó con uno pequeño, le pudo la sed de riqueza. Entraron tropecientos guardias y le dijieron: "Las manos en alto" y se rindió, estaba lleno de miedo cuando los vió entrar, tartamudeaba, o al menos eso me han contado.
-¿A cuanto le han condenado?
- 10 años
-Puff, y ¿vais a visitarle?
-Mañana mismo, ¡debes ir tú tambien!
Matthew estaba intentando pensar en alguna excusa para no ir, por él le dejaría que se pudriese en la cárcel. En un momento, brilló una bombilla en su cabeza, tenía uns herida de navaja en la muñeca, ya cicatrizada. Podía decir que se la había hecho él y así librarse de ir, diría que se habían llevado muy mal.

Chad se remangó la chupa de cuero y señalando la cicatriz, dijo:
-¿Ves esta cicatriz de aquí? Me la hizo Chad hace ya algun tiempo
-¿Chad? ¿Chad lleva navaja? No me estarás intentando engañar, ¿no?
-No, desde luego, él mentó a mi madre, le insulté y apresuradamente me la sacó.
-¿Tu madre? Pero si la tratas como una rata, ¡a tu propia madre que te dió la vida! Mal hijo, y además mentiroso
-No, no, te lo aseguró
Matthew estaba temblando, pensaba que de avecinaba lo peor, le iba a meter una golpiza, estaba seguro.
-Mañana le preguntaré mañana cuando vaya a visitarlo... Como sea mentira, te vas a enterar- dijo apretándose los nudillos
-Sí... - dijo Matthew en un susurro.
-Ahora será mejor que te vayas. No quiero ni verte, haces que me hierva la sangre.
-Pero...
-Tienes 10 segundos.

Matthew echó a correr, lo más lejos que pudiese del callejón de los motoristas, hasta que unas calles más adelante ya estuvo a salvo.

("Enfermo y en la carcel y no me visitasteis")

El Evangelio para Sadboys (En construcción) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora