Eran las 10 de las noches, había dormido una reverenda siesta. A las 11 debía de ir al barrio más peligroso de la ciudad a recoger a, quizás, la próxima santa. Quizás no sea tan mala idea, en el fondo de mi corazón creo que es lo que Jesus quiere, pero, ¿y si me trae problemas juntarme con gente así? ¡Calla, mente, deja hablar a mi corazón! ¡Esto es lo que haría Jesus! Punto. No hay más que hablar, me preparé un cafe con leche, y me senté en el sofa, mentalizándome sobre lo que iba a ocurrir, y entonces recé esta oración:
"Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, no puedo callar lo que he visto y oido, aunque acabe en la cárcel, perseguida, como Pablo y Silas; muerta, como Esteban, no desistiré en traerte las ovejas descarriadas que encuentre en mi camino, hay fiesta en los cielos por las almas que se convierten, en esta noche te pido que me des fuerza y protección, pues tu vara y tu cayado me infunden aliente. A tí, que me has sacado de la miseria y me has sentado a la mesa de los príncipes, te encomiendo mi Espíritu"
Después de esto recé un Ave Maria a nuestra preciosa Virgen y un Gloria.
Me tomé una ducha, me vestí y salí de mi casa. En un cuarto de hora debía estar en el bajo del Fandom de Jesus. La noche era calurosa, las farolas emitían una luz tenue, para ver y poco más ¡No me imagino como tendrían que ser en la Corvaleta! Llegué a la sede justo a tiempo. Todas las chicas estaban ahí, parecían haber llegado con mucha antelación.
-¿Estas preparada, Nereida? - ese es mi nombre, disculpad por no haberlo dicho antes.
-Sí- contesté yo con una voz ronca y medio apagada.
Salimos todas en fila india hacia la Corvaleta. Conforme ibamos avanzando hacia los suburbios, el aspecto de los transeuntes se volvía cada vez más desaliñado. A lo lejos se veía una calle con coches recogiendo a las prostitutas y llevándolas vete a saber donde. Nos acerquemos, a una cierta distancia de los coches, no fuese que nos confundiesen con mujeres de la calle.
-Ya hemos llegado- dijo Adelaida.
-¿A quien escogemos?- preguntó Heather
-A esa misma, a la chica de esa esquina- señaló María hacia una prostituta que se encontraba esperando en la esquina de la calle.Nos aproximemos con miedo, "Ármate de valor, Nereida. Vamos en grupo, no creo que nadie nos haga daño" - dije para mis adentros.
-¡¿Que quereis?!- nos respondió en un tono muy malhumorado.
La chica vestía con un top rojo y una minifalda, iba muy maquillada, con colorete. Sus trenzas africanas se deslizaban timidamente por entre sus hombros. Sus ojos eran azul turquesa y tenía una boca bastsnte grande.-¿Podría venir usted con nosotros? A cierta distancia de este sitio. Queremos enseñarte algo muy importante.- pidió amablemente María, se veía a cierta distancia que estaba temblando, con el semblante bastante pálido
-¡Está bien! Pero no me hagais perder el tiempo... Y no intenteis nada raro, que tengo pandilleros que me defienden.Nos alejemos, por los menos unos 500 metros de la barriada, ahí por lo menos nadie nos molestaría.
-¿Que quereis enseñarme? Sois chicas bien recatadas, seguro que entendereis mucho como vivo yo, y los problemas que afronto- pronunció sarcasticamente la prostituta.
-¿Como te llamas? - le pregunté yo.
Ví que se le cayó una lágrima, era grande como un puño.
-Hacía tiempo que nadie me preguntaba eso, la gente solo me utiliza para bueno, ya sabeis... No de molestan ni rn ver como me siento. Mi nombre es Graciela.
-¿No te gustaría cambiar de vida? Hay alguien que creo que puede ayudarte- dijo Fátima mientras sacaba una Biblia de su bolso.
-¿Que sois, monjitas? No me interesa ese libro, ¡no existe Dios! ¡Estamos viviendo en el mismo infierno! No existe el cielo, al menos para mí- replicó Graciela
-Existe un cielo, es bastante hermoso, el Reino ha llegado a nosotros, ¿no te gustaría dejar ese tipo de vida? Una prostituta ayudó al pueblo hebreo, se llamaba Rahab, tú puedes hacer grandes cosas por esta sociedad, podrías dejar ese estilo de vida, no es saludable, cualquier día podrías pillar una ETS- repliqué yo
-Pequeña no sabes como me gustaría, pero si pudiese salir de este estilo de vida no me refugiaría en una Iglesia, haría lo que me viniese en gana, tenlo por seguro- contestó Graciela
-La libertad que te ofrece el mundo no es la de Dios, hay algo más. Los impíos caminan sin rumbo, hay algo más, ¡debe haberlo! Dios te creo por algún motivo, ánimo, ¡debes ser fuerte!- dijo Fátima
-Bueno, si tan lista te crees dime como solucionar este problema- dijo Graciela haciendo un gesto de asco y escupiendo en el cielo
-Este no es el lugar más indicado, aquí, en medio de la calle- María sacó una tarjeta con una dirección y se la entrego- Ven mañana a las 5 de la tarde a nuestro club.
-Puede que esté, puede que no, yo no me comprometo a nada, y menos con unas chicas que parece que acaban de salir de un convento.
Dicho esto, se marchó probablemente para seguir con su vida de meretriz.Estuvimos charlando muy alegres todo el rato por nuestro logro: estabamos evangelizando. Concretamente, no es un logro, solo somos herramientas que Dios utiliza para sus objetivos, puede parecer un poco egoista para el oido que no escucha sermones todos los días, pero es tal y como te estoy contando, lector.
Estba muy fatigada cuando llegué a mi casa, mis amigas del club me acompañaron, debían de ser las 2 de la mañana cuando llegué, pero si te soy sincera no lo puedo recordar. Dormí como un lirón, con las sabanas desperdigadas por el suelo. Me desperté a eso de las 11, comí, estuve un rato orando con el Rosario y la Biblia y a las 4 y media me dirijí a nuestro club, con la esperanza de que estuviera Graciela, y efectivamente y para mi grata sorpresa, allí estaba, vestida pudorosamente, todavía recuerdo su calida sonrisa amistosa: estaba esperándome⬇️⬇️⬇️CONTINUARA⬇️⬇️⬇️
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El Evangelio para Sadboys (En construcción)
ŞiirUn libro de poemas y demás escritos católicos para la tribu urbana de los Sadboys