Entremos en casa y cenemos unas hamburguesas, que yo había preparado. Nos gustaba la comida rápida, lo que la gente llamaba comida basura, aunque debíamos consumirla em moderación, como debeis recordar, el cuerpo es templo del Espíritu Santo. Lleguemos al cine a eso de las 7 y media. Decidí conducir yo, sobre todo porque mi esposa estaba enferma y ya un poco cansada del paseo. En una cartelera afuera del edificio se podían ver las películas que se iban a emitir, casi todas eran de terror, era lo normal, o mejor dicho lo común en esta época del año, cintas que glorificaban el mal, igual que las fiesta en la que se enmarcaban, el Halloween. Mi esposa y yo sentíamos repulsión, luego toda esta gente celebraba la Navidad, ¿es que puede salir de una fuente agua amarga y dulce? Como os dije, yo y mi esposa habíamos ido a ver El Hombre Tarántula, de la famosa industria de comics Garvel. Entremos, y pudimos observar una larga cola, lo que habitualmente había en películas que rompían records de taquilla. Estuvimos esperando un buen rato hasta que llegó nuestro turno.
-Buenos días- dijo saludándonos la recepcionista
-Buenas, queríamos sacar dos entradas para "El Hombre Tarántula"
-Vale
Al cabo de unos minutos nos dió los
tiquets.
-¿Desean algo de beber o comer?
Miré fijamente a mi esposa, moviendo ligeramente la cabeza para esperar una respueata. Negó.
-Para mí, yo quiero una bolsa de palomitas dulces grande.
Me dieron la comida, y entremos en la sala. En el ticket nos indicaba que debía ser la sala 8, asiengos 9 y 8. La habitación estaba llena a rebosar de gente, es una suerte, habíamos llegado justo a tiempo. Nos sentemos y empecé a coger de la bolsa, siempre me habían gustado las palomitas dulces, el sabor salado no los soportaba. Pasaron unos cuantos anuncios y la película dió comienza. Me acomodé lo más confortablemente posible, tanto que empezaba ya a cabecear, me dolía la barriga, y empecé a sentir nauseas. "No pude aguantar más. Tengo que ir al baño" Fui y de repente todo quedó en negro.Me levanté con la cabeza pegada al borde de un inodoro:
-¡Señor! ¡Señor! Despierte, hágame el favor
Con una dolor de cabeza me levanté. Era una limpiadora, vestida con su uniforme blanco, y con una fregona en la mano.
-¿Donde estoy? - pregunté con la voz entrecortada.
-Son las 2 de la noche. Ya hemos cerrado.
-¿Qué ha pasado?
-No lo sé, acabo de encontrarle.
-¿Mi esposa no ha venido a recogerme?
La limpiadora se estremeció, y entonces comprendí que algo malo había pasado.
-Me temo que su esposa ha sido llevada al hospital. A mitad de la película empezó a toser sangre.
Mis ojos se abrieron como platos, era el final. Con los nervios a flor de piel, salí corriendo hacia el hospital. Mientras arrancaba las llaves del coche y accionaba las marchas, empecé a lamentarme, parecía estar sufriendo de una gastrointeritis, pero aún me sentía con fuerzas para saber lo que había pasado, ¡todo por mi esposa! Cogí la autovía hacia el Hospital Virgen de Fátima, la visibilidad era un poco nula, alcancé a ver el Hospital a lo lejos, debía darme prisa.
ESTÁS LEYENDO
El Evangelio para Sadboys (En construcción)
PoesiaUn libro de poemas y demás escritos católicos para la tribu urbana de los Sadboys