Han pasado tantas cosas desde el día en que me quedé en casa de Alex. Ese día fue uno de los mejores, pero les cuento.
Al día siguiente, después de quedarme en su casa, en la escuela nos atraparon a Alex y a mí besándonos en el baño. A mí me castigaron y a Alex lo suspendieron por, bueno, besarme y haberse metido al baño de hombres. Claro está que Daniel, Mariana y casi toda la escuela hicieron una huelga para que dejaran volver a Alex al colegio. Son muchas emociones, la verdad.
Pero ¿saben? Me he estado sintiendo muy confundida. Digo, con el rollo de que Alejandra no es Alejandra, sino Alejandro. No sé si pueda llegar a enamorarme de él como me enamoré de Alejandra cuando era niña y no niño. No sé si me explico... La verdad, esto me tiene muy confundida, y más aún por el cambio tan repentino que ha tenido Benjamín al querer arreglar todo lo mal que ha hecho con Alex.
Hoy es un día muy importante, ya que es el primer partido de Alex, y estoy súper emocionada. Lo estaba esperando en el campo, pues el partido estaba a punto de empezar. Estaba tan metida en mis pensamientos que, de pronto, siento unos brazos alrededor de mi cintura.
Alex: Hola, hermosa, ¿cómo estás? —me dice Alex mientras me da un beso.
Le correspondo y respondo:
—Bien, aunque un poco nerviosa... Es tu primer partido, mi amor —le digo, sorprendida, pues es la primera vez que lo llamo así. Él me sonríe.
Alex: Me gusta cómo suena —dice con una sonrisa encantadora—. Y dime, ¿qué te parece cómo me veo? —pregunta, mostrando su uniforme del equipo.
—Pero qué guapo te ves. ¿Te parece si nos tomamos una foto para recordar este día? —le propongo, y él asiente.
Le pido a un chico que estaba cerca que nos tome una foto, y él acepta. La toma y... ¡Dios, salimos preciosos! Él con su uniforme y yo con el uniforme de porrista.
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Ya todos estábamos en el campo. El partido comenzó. Digo, no entiendo mucho de fútbol americano, pero por lo que veía, Alex era muy bueno en lo que hacía.
