-Cap.xi-

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Pasaron las semanas, y yo ya cumplí el castigo con Pince, que no fue tan malo como pensé.

Al menos la vieja bibliotecaria me dejo colocar los libros en sus estanterías en paz.

No se que me pasaba últimamente, pero estaba de los nervios, todo me molestaba, y según Hermione son cosas de la adolescencia, pero yo no lo creía así. Primero porque, y por raro que suene, si no había nada que me enfadara estaba perfectamente, pero si había algo, lo más mínimo, saltaba como si me hubieran dado una bofetada.

Me había peleado varias veces con Ron, y ahora mismo no nos hablábamos, porque en nuestra ultima pelea le grite y le dije cosas bastantes feas. Ese día estuve en mi habitación, llorando de frustración, aunque le dije a Hermione que bajara a clases que me dolía el estomago y estaba resfriada. No quería que se preocupara por mi. Me quede dormida, y cuando me levante me empezó a rugir el estomago de hambre, ya que me había perdido la comida y la cena.

Iba a bajar a las cocinas cuando me encontré con unas galletas y un jugo de calabaza. Supongo que Hermione me los habrá traído. Le agradecí internamente mientras me comía una de esas deliciosas galletas, aunque el jugo de calabaza sabia algo extraño, pero aun así seguía estando bueno.

Al día siguiente baje al Gran Comedor temprano para no encontrarme con los chicos, pero aunque así me encontré con Ginny. Vaya, no le había preguntado todavía que le parecía Hogwarts, con lo ilusionada que estaba por entrar. Soy una hermana-amiga horrible.

—¡Buenos días Ginny! ¿Que tal vas en Hogwarts?

—Pues la verdad es que bien Jaeleen, aunque todavía me cuestan un poco las clases...

—No te preocupes, eso solo es al principio, luego te resultaran más sencillas, aunque si quieres podemos vernos en la biblioteca y repasar lo que no entiendas. Así también podremos hablar como lo hacíamos en la Madriguera, extraño nuestras charlas...

—Si yo también, ademas hay algo que quiero enseñarte.

—Pues perfecto, y si no te importa hay un Hufflepuff pesado que me espera—le dije al ver a un muy despierto Mick que me hacia señas desde la entrada, esperando para ir a pasear antes de clases.

—Esta bien, nos vemos esta tarde en la biblioteca, aunque me extraña que no estés con Harry, Hermione y Ron.

—Si verás, creo que eso te lo contare esta tarde, es una historia algo larga, pero básicamente Ron y yo nos hemos peleado, te prometo que te contare todo esta tarde. ¡Adiós Ginn!

Ella me despidió con la mano mientras yo me iba junto a Mick.

Se había convertido en una especie de mejor amigo, creo que al principio solo quería vigilarme por ordenes de Davey, ya que estaba teniendo varios problemas de ira, pero poco a poco nos fuimos acercando hasta ser inseparables. El es el que me controla cuando hay algún Slytherin.

Este último mes había intentado alejarme de Malfoy y de todos los Slytherin, ya que sabía que después del incidente del campo de quidditch intentarían pincharme y hacerme enfadar para poder quejarse de mí y que me expulsaran. Y ese es el papel de Mick en esos casos, me intenta distraer con todo tipo de bobadas, haciéndome reír. La verdad es que lo conseguía, aunque siempre le digo que es un masoquista, ya que cuando me enfado...bueno creo que por eso se tiene esa imagen negativa de los demonios.

Se había hecho costumbre estudiar los dos juntos en la biblioteca, dar paseos por los jardines e internarnos en el bosque prohibido, donde le enseñaba mis lugares preferidos y algunas de las criaturas que habitan en el, mientras que él me enseñaba a curar heridas, ya que quería ser sanador, y algunas veces hacia practicas en la enfermería junto a Madame Pomfrey.

Jaeleen Reegan y la Cámara de los SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora