-Cap.xix-

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Cuando llegó Halloween, Harry ya estaba arrepentido de haberse comprometido a ir a la fiesta de cumpleaños de muerte.

El resto del colegio estaba preparando la fiesta de Halloween; habían decorado el Gran Comedor con los murciélagos vivos de costumbre; las enormes calabazas de Hagrid habían sido convertidas en lámparas tan grandes que tres hombres habrían podido sentarse dentro, y corrían rumores de que Dumbledore había contratado una compañía de esqueletos bailarines para el espectáculo. Ojala fuera verdad, nunca había visto esqueletos bailar.

—Lo prometido es deuda —recordó Hermione a Harry en tono autoritario— Y tú le prometiste ir a su fiesta de cumpleaños de muerte.

Así que a las siete en punto, Harry, Ron y Hermione atravesaron el Gran Comedor, que estaba lleno a rebosar y donde brillaban tentadoramente los platos dorados y las velas, y dirigieron sus pasos hacia las mazmorras. Yo sin embargo debía de dirigirme a la enfermería, como parte de un castigo de Filch por supuestamente manchar todo el pasillo del ala oeste de pintura verde.

¡No había pruebas de ello! Bueno...quizás mis manos manchadas, ¡pero nada más!

En cuanto entre en la enfermería, me recibio una Poppy algo ocupada.

—Oh, Reegan, ya esta aquí. Venga, tengo entendido que se le dan bien las pociones, remueva esto en sentido contrario a las agujas del reloj.

Un poco aturdida por el recibimiento, me acerque a burbujeante caldero, observándolo con atención. Era de un color verde brillante, ácido, que reconocí casi al instante. La había preparado varias veces con los gemelos para crear bromas.

—Si no me equivoco es una solución encogedora, ¿no?

—Así es. Viene bien para reducir pústulas o extraños resultados de hechizo mal hechos.

—¿Como aquel cuerno que le salio a ese chico de cuarto curso?

—Si. Aunque como todos los casos son distintos, esta poción se usa como base, después dependiendo de la situación le añades otros ingredientes.

—Como pétalos machacados de margaritas para partes extrañas tipo cuernos y esas cosas, o liviscos, que si no recuerdo mal se utilizaban para eliminar partes vivas extras como un dedo de más o un brazo en un lugar no deseado ¿no?

La enfermera me sonrió, asintiendo con la cabeza, para después dirigirse a un paciente que estaba en la camilla más alejada. Si, pensé que ya que venia aquí podía aprender a realizar pociones curativas.

—Dime Reegan, ¿ya sabes que vas a hacer cuando salgas de Hogwarts?

Sin mirarla le respondí. Siempre era algo constante que pasaba por mi mente. Que me gustaría hacer si no tuviera que reinar...

—La verdad, no lo tengo claro. Hay bastantes opciones, pero creo que me decanto más por la división de dragones, o el escuadrón de Seguridad Mágica dedicados a la protección de criaturas fantásticas. También había pensado en ser auror.

—Esos trabajos son muy peligrosos, estos niños siempre poniéndose en peligro...¿Y no has pensado en la Sanación? Es algo más seguro.

Le sonreí, esta mujer era encantadora cuando quería.

—No, realmente nunca lo pensé.

—Pues consideralo. Si quieres puedes venir a ver como se trabaja, puede que te interese.

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También estaba iluminado con hileras de velas negras el pasadizo que conducía a la fiesta de Nick Casi Decapitado. La temperatura descendía a cada paso que dábamos. Al tiempo que me ajustaba la túnica, oí un sonido como si mil uñas arañasen una pizarra.

Jaeleen Reegan y la Cámara de los SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora