Horas después, desperté sobresaltado en una total oscuridad, dando un breve grito de dolor: sentía como si tuviera el brazo lleno de grandes astillas. Por un instante pensé que era aquello lo que me había despertado. Pero luego me dio cuenta, con horror, de que alguien, en la oscuridad, me estaba poniendo una esponja en la frente.
—¡Fuera! —grité, pero luego, reconocí al intruso— ¡Dobby!
Los ojos del tamaño de pelotas de tenis del elfo doméstico me miraban desorbitados a través de la oscuridad. Una sola lágrima le bajaba por la nariz larga y afilada.
—Harry Potter ha vuelto al colegio—susurró triste—Dobby avisó y avisó a Harry Potter. ¡Ah, señor!, ¿por qué no hizo caso a Dobby? ¿Por qué no volvió a casa Harry Potter cuando perdió el tren?
Me incorporó con gran esfuerzo y tiré al suelo la esponja de Dobby.
—¿Qué hace aquí? —dije— ¿Y cómo sabe que perdí el tren?
A Dobby le tembló un labio, y me surgió una repentina sospecha
—¡Fue usted! —dije despacio—¡Usted impidió que la barrera nos dejara pasar!
—Sí, señor, claro—dijo Dobby, moviendo la cabeza de arriba abajo y agitando las orejas—Dobby se ocultó y vigiló a Harry y selló la verja, y Dobby tuvo que quemarse después las manos con la plancha.
Me enseñó diez largos dedos vendados.
—Pero a Dobby no le importó, señor, porque pensaba que Harry Potter estaba a salvo, ¡pero no se le ocurrió que Harry Potter pudiera llegar al colegio por otro medio!
Se balanceaba hacia delante y hacia atrás, agitando su fea cabeza.
—¡Dobby se llevó semejante disgusto cuando se enteró de que Harry Potter estaba en Hogwarts, que se le quemó la cena de su señor! Dobby nunca había recibido tales azotes, señor...
Me desplomé de nuevo sobre las almohadas.
—Casi consigue que nos expulsen a Ron y a mí —dije con dureza—Lo mejor es que se vaya antes de que mis huesos vuelvan a crecer, Dobby, o podría estrangularle.
Dobby sonrió levemente.
—Dobby está acostumbrado a las amenazas, señor. Dobby las recibe en casa cinco veces al día.
Se sonó la nariz con una esquina del sucio almohadón que llevaba puesto; su aspecto eran tan patético que sentí que se me pasaba el enojo, aunque no quería.
—¿Por qué lleva puesto eso, Dobby? —le pregunté con curiosidad.
—¿Esto, señor?—preguntó Dobby, pellizcándose el almohadón—Es un símbolo de la esclavitud del elfo doméstico, señor. A Dobby sólo podrán liberarlo sus dueños un día si le dan alguna prenda. La familia tiene mucho cuidado de no pasarle a Dobby ni siquiera un calcetín, porque entonces podría dejar la casa para siempre.
Dobby se secó los ojos saltones y dijo de repente.
—¡Harry Potter debe volver a casa! Dobby creía que su bludger bastaría para hacerle...
—¿Su bludger? —dije, volviendo a enfurecerme— ¿Qué quiere decir con «su bludger»? ¿Usted es el culpable de que esa bola intentara matarme?
—¡No, matarle no, señor, nunca!—dijo Dobby, asustado— ¡Dobby quiere salvarle la vida a Harry Potter! ¡Mejor ser enviado de vuelta a casa, gravemente herido, que permanecer aquí, señor!¡Dobby sólo quería ocasionar a Harry Potter el daño suficiente para que lo enviaran a casa!
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Jaeleen Reegan y la Cámara de los Secretos
Fantasy"𝑺𝒐𝒎𝒆𝒕𝒊𝒎𝒆𝒔 𝒕𝒉𝒆 𝒉𝒂𝒓𝒅𝒆𝒔𝒕 𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒂𝒏𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒊𝒈𝒉𝒕 𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒔𝒂𝒎𝒆" Casi todos los personajes son del mundo mágico de Harry Potter, de la maravillosa escritora J.K Rowling. Todos los derechos reservados...