-Cap.xii-

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Iba caminando por un pasillo solitario, arrastrando los pies.

Ginny me había dejado varias veces ese diario, y había hablado mucho con Tom, intentando sonsacarle algo, pero lo único que conseguía era encontrarme más y más enferma, además de que estaba mucho más débil y susceptible ante todo.

Había salido hacia ya un rato de la sala común de Gryffindor, con un vaso de jugo de calabaza que alguien había puesto en mi mesita de noche, pero esta vez había una nota sin remitente, diciéndome que esperaba que me mejorase, así que supuse que habría sido una de las chicas.

Iba algo distraída, ya que seguí pensando en ese estúpido diario de cuero negro, intentando descifrar que era, ya que me daba la sensación de que escondía algo oscuro, muy oscuro, un secreto importante y peligroso que espera desvelar lo antes posible. Y es por eso que al cruzar una esquina me choque con alguien. Al subir mi mirada me encontré con un gris casi idéntico al mio.

—Malfoy—gruñí—¿Que quieres?

El se quedo mirándome desconcertado y algo nervioso.

—Veras, yo quería que...

—¿Que me disculpara por darte lo que merecías? Me parece que no lo vas a conseguir.

—No, yo solo quería disculparme por lo del otro día, yo...yo me porte como un...

—¿Cretino con complejo de dios e ideas clasistas de sangre?

—Oye tampoco es para que me insultes...

—Tu insultaste a Hermione.

—Y por eso me disculpo, no lo hice del todo bien. Ya sabes que eres una de las pocas personas que puedo soportar, y me molesta que estés enfada conmigo.

—¿Sabes? Voy a aceptar tus disculpas—dije, viendo como sonreía de forma egocéntrica— Con una condición.

Rápidamente su sonrisa desapareció, siendo sustituida por una expresión de cautela aunque atisbe en sus ojos fríos un rastro de orgullo.

—¿Como es que no quedaste en Slytherin? Por Salazar...

Me encogí de hombros. La verdad es que yo también me lo preguntaba a veces, creo que es porque soy impulsiva cuando se trata de salvar a mis seres queridos y enfrento las cosas que me asustan. Algo que solo me traía problemas y más problemas.

—Ni idea. Lo único que quiero es que le pidas perdón a Hermione—le dije, pero viendo la cara que puso, como si se hubiera tragado un limón entero, rectifique— ¿Sabes? No hace falta que se lo digas directamente, puedes escribirle una carta, dármela y yo se la daré a ella. Es lo justo. No te juzgo por como has sido criado, sino por como tratas a los demás. Podrías intentar abrir tu mente, tranquilo no te matara hacerlo. El mundo no es como tu crees.

—Esta bien, espero que así no me vuelvas a pegar, ¿sabes que golpeas más fuerte que nuestro golpeador?

—¿Gracias?

—Ha sido un cumplido. Aprecialo, sera uno de los poco que escuches de mi parte.

—Lo guardare como un tesoro, el mismísimo Draco, príncipe de Slytherin, me ha hecho un cumplido, vaya creo que voy a desmayarme.

—No me gusta que utilices el sarcasmo en mi contra.

—Te aguantas. Si vamos a ser amigos deberás de saber que yo soy así, pero si vuelves a decir ese horrible insulto delante mía no tendré más remedio que volver a utilizar la fuerza bruta.

Draco puso cara de terror, y volviéndome a reír le abrace. Si quiere ser mi amigo esta bien, pero espero que no vuelva a ser un completo Krostane, ya que últimamente me siento muy malvada. Debería tener cuidado, solo digo.

Jaeleen Reegan y la Cámara de los SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora