Durante unos días, en la escuela no se habló de otra cosa que de lo que le habían hecho a la Señora Norris. Filch mantenía vivo el recuerdo en la memoria de todos haciendo guardia en el punto en que la habían encontrado, como si pensara que el culpable volvería al escenario del crimen.
Le había visto fregar la inscripción del muro con el Quitamanchas mágico multiusos de la señora Skower, pero no había servido de nada: las palabras seguían tan brillantes como el primer día.
Cuando Filch no vigilaba el escenario del crimen, merodeaba por los baños en busca de pruebas que pudieran inculpar a Ginny, aunque estaba estaba segura de que había eliminado cualquier prueba el mismo día en el que ocurrió todo.
Lo supe cuando vi a Ginny en los baños de Myrtle, con la túnica empapada, con las manos manchadas de pintura roja y con la mirada pérdida. También supe que era por culpa de ese oscuro diario, cuyo secreto iba a desvelar, y después iba a destruirlo aunque fura lo último que hiciera.
La encontré cuando al salir del despacho del estúpido Lockhart, y me fui a los baños de Myrtle para...bueno hacer mis necesidades. Entonces la vi, de pie junto a los lavabos con los ojos sin vida, absorta, ida...tenia la túnica mojada por los bordes, y el baño estaba inundado, mojandole los zapatos. La túnica tenia las mangas anchas, ya que había pertenecido a Percy antes que a ella, pero aun así se podía ver las puntas de sus dedos manchadas de lo que suplique que fuera pintura roja.
Cunado me asegure que no había nadie me la lleve corriendo a una aula vacía, y estuve sacudiéndola por un largo rato hasta que volvió en si, preguntándome donde se encontraba. Le había pasado como a mi cuando tenia el diario. Episodios donde no recordaba como había llegado a un lugar ni lo que había hecho.
Fue entonces cuando le exigí que me diera el diario, pero ella insistía en que respetara los turnos que habíamos establecido para tenerlo. Dijo que ya me tocaría pronto que esperara, que necesitaba a Tom más que nunca porque le ayudaba mucho a no sentirse mal por lo ocurrido con la gata.
No había manera de hacerle entrar en razón, por lo que decidí vigilarla y seguir investigando hasta que pudiera tener el maldito diario para mi sola y comprobar como de errados eran mis investigaciones.
Mientras Filch me castigo por "respirar demasiado fuerte" cuando volvía corriendo de un entrenamiento de quidditch. He de decir que me enfade muchísimo porque no podía perder el poco tiempo libre que tenia, pero tampoco se lo tuve muy en cuenta, ya que había perdido (esperaba que temporalmente) a alguien muy importante con él, por lo que fui comprensiva y lo deje pasar. Total, un castigo más no me afectara, supongo que últimamente iba a conseguir superar a los gemelos.
Pero antes debía de ir al despacho de Minnie.
—Pase, Reegan, ¿Que quiere?
—Oh, vamos Minnie, dejémonos de formalismos, no me gustan. Vera sabe que es mi profesora favorita, es usted la mejor, no se como hace para que sus clases sean tan divertidas y didácticas...
—Reegan, al grano.
—Vale, vale, aunque no haya dicho ninguna mentira. Verá, creo saber que esta al corriente de... ciertos asuntos que me hicieron ausentarme hace pocas semanas, ¿no es así?
—Así es, pero no entiendo a lo que quiere llegar.
—Pues, estaba preocupada por... bueno... la verdad es que ... no se si llegare a terminar toda mi formación mágica—le dije, mirándola con cautela.
Últimamente lo había pensado mucho, y si la situación seguía como ahora, estaba segura de que faltaría muchas más veces. E incluso podría llegar el caso en el que tendría que dejar mi educación mágica para centrarme en los asuntos de la corona.
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Jaeleen Reegan y la Cámara de los Secretos
Fantasy"𝑺𝒐𝒎𝒆𝒕𝒊𝒎𝒆𝒔 𝒕𝒉𝒆 𝒉𝒂𝒓𝒅𝒆𝒔𝒕 𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒂𝒏𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒊𝒈𝒉𝒕 𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒔𝒂𝒎𝒆" Casi todos los personajes son del mundo mágico de Harry Potter, de la maravillosa escritora J.K Rowling. Todos los derechos reservados...