Gulf consiguió subirse al interior de la furgoneta negra sin soltar en ningún segundo al pequeño de ojos verdes y se sentó en un lugar disponible, entregándole su arma a uno de sus compañeros. Mew se acomodó tímido sobre su regazo, sin siquiera levantar la mirada, se sentía muy avergonzado, tanto que sus mejillas ardían, pero nadie podía notarlo porque aun seguía con su rostro escondido en el cuello del chico que le había sacado de ese horrible lugar, el mismo chico que ahora lo sostenía de la cintura. Mew aspiraba el rico aroma que del cuello del mayor desprendía, le gustaba y era otra razón más para no separarse de él.
Cuando el vehículo se puso en marcha a toda velocidad Gulf le pidió a Prach, quien estaba sentado a su lado, que por favor lo cubriera al rizado con la manta azul ya que la temperatura de su cuerpo estaba baja y el hecho de que llevara puesto solo su pijama y que estuviese descalzo no ayudaba para nada. Así que Prach sin renegar le cubrió la espalda a Mew con su manta, abrigándolo. El chico de ojos verdes se acurrucó aun mejor contra el cuerpo del otro, sujetando entre sus manos su osito. Cerró los ojos para intentar dormir y se terminó de relajar en el preciso momento en el que Gulf decidió acariciarle con suavidad sus rizos. No tardó mucho en quedarse dormido, estaba realmente cansado.
—¿Qué sucedió con los padres? —preguntó Gulf, aunque no estaba muy seguro en si quería saber la respuesta.
—Estaban en el sótano sin vida —respondió uno con el semblante serio—, la seguridad falló, hubo una emboscada. Has tenido suerte de encontrarlo a él.
Asintió con tristeza, teniendo en cuenta que Mew a partir de ese instante tendría que aprender a la fuerza a vivir sin el cariño ni la presencia de sus padres. Le dolía en lo más profundo de su corazón aquello. No podía soportar saber que el pequeño rizado que ahora se encontraba durmiendo entre sus brazos se había quedado solo en este mundo de pura porquería y maldad, sin el cuidado de sus progenitores. Se sentía pésimo ya que, si bien había rescatado a varios chicos de ojos verdes, nunca antes uno se había apegado a él de tal manera. Su instinto sobreprotector le decía a gritos que no lo dejarlo solo, porque Mew confiaba en él y no toleraría que lo obligaran a alejarlo de sí para después ver como se lo llevaban junto con las demás personas de ojos verdes. No, definitivamente no iba a dejar que se lo llevaran; él iba a cuidarlo.
Al llegar al estacionamiento de la gran residencia que ocupaba la corporación, la cual era inmensa con una buena cantidad de pisos y un sinfín de guardias de seguridad, Gulf quiso salir de la furgoneta evitando despertar al pequeño, algo que le resultó imposible pues, luego de haber bajado, el ojiverde sintió el movimiento lo que hizo que se despertara alterado y desorientado por completo. Una ola de nerviosismo combinada con temor lo ahogó y, al no reconocer el lugar en el que se hallaba ni a las personas que lo rodeaban, le agarró un ataque repentino de asma y con un rápido movimiento saltó de los brazos del mayor. Gulf se asustó al ver que Mew había comenzado a respirar con demasiada irregularidad, su pecho subía y bajaba sin parar y sus manos apretaban con mucha fuerza su osito, tanta que sus nudillos se tornaron blancos. Estaba quedándose sin aire y el castaño no tardó en darse cuenta de que era asmático.
—¡Un inhalador! ¡Necesita un inhalador! —gritó a sus compañeros, quienes también se habían preocupado por la reacción de Mew.
El rizado se dejó caer de rodillas al duro asfalto del estacionamiento intentando hacer algo con el osito que tenía entre sus manos, pero no podía, Gulf se agachó junto a él estando totalmente desesperado, sintiendo la impotencia recorrerle todo su ser. Al ver que Mew le señalaba el osito con el dedo sin que su ataque se frenara, entendió la señal y con torpeza tomo el oso buscando algún cierre o algo. Cuando lo encontró lo abrió con prisa y del interior de la barriga del peluche se cayó un inhalador. El pequeño lo agarró y se lo colocó cerca de la boca, lo presionó, pero al percatarse de que se había acabado el medicamento su ataque empeoró el doble. Gulf entró en pánico, de un salto se puso de pie y tomo a Mew en brazos.
Por puro impulso salió corriendo hacia la residencia, sabía que allí dentro había una enfermería, estaba más que seguro que en aquel lugar tendrían el medicamento que necesitaba. No podía dejar que el rizado perdiera la vida de esa manera, no después de haberlo salvado de esas malditas personas, no después de que decidiera que él se encargaría de cuidar del pequeño. No podía permitir que muriese otro inocente chico de ojos verdes.
ESTÁS LEYENDO
Pelîgrō dē Êxtīnción ೫ MēwGûlf [Adapt.]
FanfictionUn color de ojos quiere dominar: los líderes. Un color de ojos está en peligro de extinción: los débiles. Una corporación del estado lucha por obtener la estabilidad social y la igualdad entre los distintos colores de iris. Gulf Kanawut, un miembro...