—Agente Kanawut, ¿me recibe? Cambio —la voz gruesa y distorsionada de First chalongrat se escucho a través del parlante del handie que poseía el castaño enganchado en el uniforme por su hombro izquierdo.
Gulf caminaba con tranquilidad por uno de los tantos pasillos del edificio junto con Mew, el cual estaba felizmente entretenido lamiendo un chupetín de cereza que el mayor le había dado luego de haber pasado por la cocina del establecimiento.
—Aquí el agente Kanawut, cambio —hablo presionando un botón del handie, lo soltó en cuanto termino de pronunciar la última palabra cediéndole la palabra al otro.
—Tenemos las pertenencias del joven, ¿nos deshacemos de ellas o todavía no? Cambio.
—No, no, aun sigue con vida. Ya se encuentra a salvo. Cambio —contestó, echándole una mirada rápida a Mew, esbozando una sonrisa sin darse cuenta.
—Bien, nos vemos en la sala de reuniones, cambio y fuera —informó First finalizando la comunicación.
La sala de reuniones quedaba unos cuantos pisos más arriba de aquel inmenso edificio que se hallaba en el centro de la ciudad de Londres, por lo tanto el castaño guio al pequeño hacia uno de los tantos ascensores.
Mew nunca se imaginó que fuese posible el hecho de que estuviese caminando por un amplio pasillo demasiado pulcro, formal y hasta se podría decir lujoso. Sentía en las plantas de sus pies la frialdad de los relucientes pisos que eran de un color blanco salpicado de gris, las paredes también contenían ese color níveo sin siquiera tener una pequeña mancha de suciedad o humedad. Cada tanto pasaban por grandes puertas teñidas de un suave grisáceo que a su costado poseían una placa de metal que mencionaba el propósito de esa habitación, pero Mew no tenía tiempo para detenerse a leer cada una ya que intentaba seguirle el paso al castaño.
Ver puros grises y blancos le resultaba muy aburrido. No tenía ni la menor idea de que era ese lugar, ni de que hacía él ahí, ni a dónde se dirigían, pero estaba con Gulf y eso solo importaba para que Mew se sintiera seguro.
Por otro lado, el ojiazul no podía dejar de pensar en cómo le diría a su jefe que no permitiría que se llevaran al rizado, quería que lo dejaran bajo su cargo porque podía perfectamente cuidar de él; su instinto le exigía sin piedad que cuidara de él, le era imposible evitarlo. Pensó que quizá su jefe entendería, haría todo lo necesario para que le diera el permiso, después de todo Gulf era una persona muy confiable, el azul de sus ojos lo delataba. Cualquiera que lo mirara sabía que la lealtad lo era todo para él.
Una vez que subieron al ascensor y llegaron al respectivo piso, se dirigieron en silencio a otra de las tan repetitivas puertas grises. Gulf saludó a un guardia de seguridad, para luego ingresar sin ningún tipo de problema a la sala de reuniones. Le sostuvo la puerta a Mew para que éste también pudiese entrar.
Una grande y espaciosa habitación los recibía, en apariencia era igual de formal que los pasillos y de, tal vez, el resto del edificio. Aunque la misma tenía algo que la hacía ver muy llamativa y entretenida; poseía un gran ventanal en uno de sus laterales ocupando todo el perímetro de una pared, donde le dejaba como obsequio para los ojos la iluminada ciudad de Londres por la noche. A Mew le pareció increíble, se quedó embobado en lo absoluto con aquella impresionante vista.
Justo en el centro de la sala se hallaba una gran mesa de madera con una forma ovalada, la cual tenía capacidad para unas dieciocho personas aproximadamente, pero en aquel momento nadie estaba sentado. Eran apenas cuatro personas las que se encontraban presentes y entre ellas no estaba el jefe de Gulf, lo que le pareció extraño.
Mientras el rizado se quedó de pie enfrente del ventanal, hipnotizado por la belleza que derrochaba la ciudad de noche, Gulf se acercó a sus compañeros.
—¿Seich no vendrá? —preguntó el castaño refiriéndose a su jefe.
—No, tiene otros asuntos que resolver y el segundo al mando no está disponible por lo que me dejo a cargo a mí —respondió First con orgullo—. Así que hagamos esto rápido, ¿él chico está bien?
—Sí —instintivamente desvió su mirada hacia el ojiverde—, solo tiene una herida leve en la rodilla y es asmático.
—Bien, le informaremos de esto a la familia que lo recibirá.
First sostenía en sus manos el legajo del chico rizado, con una lapicera anotó algo allí.
Gulf lo miró de repente, y se adelantó a decir:
—Yo estaba pensando en que tal vez... él podría quedar bajo mi cargo.
El pelinegro elevó la vista hacía los ojos azules del castaño para luego fruncir el ceño.
—No, él viajará por la mañana, ya está decido —respondió firme con la mandíbula tensa.
—No, por favor —suplicó con la esperanza de que le dejara.
—Gulf, él no es una mascota de la que puedas decidir si adoptar o no —espetó—, necesita una familia que lo cuide.
—Yo puedo cuidarlo mucho mejor que cualquier otra familia —aseguró con el entrecejo fruncido, entrando en un estado de frustración.
Necesitaba convencerlo como sea, no podía darse por vencido.
—No puede quedarse, aquí no esta seguro.
—Conmigo si lo estará, sabes perfectamente que lo cuidaría con mi vida.
—¿A qué quieres jugar, Kanawut? —First dio un paso hacia adelante, quedando más cerca de Gulf.
La mirada penetrante e intimidante de First lograba persuadir a cualquiera en la mayoría de los casos, sin embargo Gulf no le tenía miedo, él sabía que First no era capaz de hacerle algún daño físico; aunque lo ocultase bien algo le decía que continuaba siendo su debilidad.
—No puedo permitir que se lo lleven, por favor, First, lo necesito, mi instinto lo necesita.
Gulf le suplicaba con su azulada mirada que por lo que más quisiera le dijera que sí, que le permitiera el gusto de conseguir la custodia de aquel pequeño que necesitaba con todo su ser cuidarlo como si fuese su tesoro más preciado, como si fuese la persona más importante del planeta, como si de el dependiera que la Tierra siguiera girando; Gulf deseaba protegerlo como si hubiese nacido para eso, como si el destino hubiese planeado todo desde un comienzo.
First desvió la mirada de aquellos orbes azules, sin poder evadir que se le ablandara muy ligeramente el corazón. Respiró hondo.
—Hablaré con Seich.
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Pelîgrō dē Êxtīnción ೫ MēwGûlf [Adapt.]
FanfictionUn color de ojos quiere dominar: los líderes. Un color de ojos está en peligro de extinción: los débiles. Una corporación del estado lucha por obtener la estabilidad social y la igualdad entre los distintos colores de iris. Gulf Kanawut, un miembro...