Mew logró esquivar con eficacia el puño que, con un impulso brutal, pretendía aproximarse a su rostro con la intención de herirle. Lo esquivó con una de las tantas maniobras que le había ensañado su novio; GuIf debía de estar orgulloso. Sin embargo, el siguiente golpe no se lo vio venir. No tuvo tiempo para cubrirse cuando su contrincante le estampó el otro puño en la mandíbula.
El impacto recibido provocó que Mew retrocediera unos pasos, intentando mantener el equilibrio con el fin de no caer. Le había dolido, mas decidió aguantarse el dolor, sin quejarse. No debía dejar que un pequeño golpe lo derribara. Por lo tanto, regresó a su posición de ataque para demostrar que nadie lo vencería. Ni siquiera aquel tipo de ojos grises que estaba desafiando.
Posicionó sus brazos en guardia. Enfocó su mente en observar con especial atención los movimientos del otro, y en cuanto notó que este se apresuró a golpearle, Mew se adelantó, sujetándole el brazo que había estirado y se lo retorció sin miedo, sin compasión, sin titubeos. El cuerpo de aquel chico respondió a la torcedura, acompañando al brazo, de modo que acabó doblado por completo. El joven de ojos verdes no desaprovechó la situación y, mientras su oponente soltaba gemidos de dolor, le clavó una patada en la parte superior del gemelo. Sólo entonces lo soltó, y este, debilitado por el golpe en su pierna, calló.
Mew pensaba terminar la pelea allí, pues no quería seguir. Al contrario, quería otorgarle un pequeño respiro a su compañero de batalla.
—¿Qué haces? —cuestionó la voz gruesa del hombre que se encontraba evaluándolo, al ver que Mew no siguió con la pelea—. Piensa que él quiere asesinarte, ¿lo dejarás así? ¿Le darás la oportunidad de que pueda a levantarse para que vuelva a atacarte? Acabalo si de verdad quieres vivir —dicho eso le arrojó un arma de fuego.
El rizado se alarmó totalmente ante aquella siniestra orden, mas ese no fue motivo para no tomar el arma en el aire. El miedo lo atacó sin piedad al sostener aquella pistola entre sus dedos. No sabía disparar, nunca había disparado, GuIf todavía no le había enseñado cómo. El pánico se apoderó de todos sus sentidos. Estaba aterrado, no quería dispararle. Sus piernas comenzaron a temblar, ¿en verdad debía hacerlo?
—Y-yo... no sé disparar —dijo Mew con el corazón latiéndole a una gran velocidad, ansiando que aquello que había dicho fuera una buena excusa para que no le dejara hacerlo.
—Apunta y aprieta el gatillo —ordenó el instructor con su voz demandante.
—Pero...
—¿Quieres vivir? ¡Hazlo! O si no, deja que él te mate, así como lo hizo con tu familia.
¡Maldito hijo de putą! Esas mismas palabras que dijo habían impactado contra su pecho cual filosas dagas. Le dolió más que cualquier otro golpe que pudo haber recibido, más que cualquier otro insulto, más que cualquier otra burla. Le había dado en uno de sus puntos más débiles.
El enojo que en aquel entonces experimentó no se comparó con nada. El miedo que una vez sintió se disipo transformándose en resentimiento. Estaba furioso, y justo allí, en ese preciso instante, nació en él la sed de venganza.
Apuntó el arma al cuerpo de su compañero, el cual aún continuaba en el suelo. El susodicho se paralizó del terror al ver que Mew le estaba apuntando con remordimiento. El rizado lo vio allí, indefenso, notando lo asustado que se encontraba, pensando en lo injusto que era, puesto que el chico de ojos grises no se lo merecía.
—¡Dispara! —ordenó el hombre.
Él no quería, no pretendía lastimarlo. No, no deseaba hacerlo, por supuesto que no. La furia comenzó a descender, al igual que la pistola que antes tenía firme en su mano.
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Pelîgrō dē Êxtīnción ೫ MēwGûlf [Adapt.]
FanfictionUn color de ojos quiere dominar: los líderes. Un color de ojos está en peligro de extinción: los débiles. Una corporación del estado lucha por obtener la estabilidad social y la igualdad entre los distintos colores de iris. Gulf Kanawut, un miembro...