Capitulo 23

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Gulf abrió los ojos despacio, saliendo de aquel agradable sueño que estaba teniendo. Se removió sobre la cama, estirándose para después bostezar con pereza. A causa de que se encontraba muy cómodo allí, acurrucado entre las mantas que poseían un aroma muy singular a Mew, no quería levantarse, quería seguir durmiendo. Pero entonces, al percatarse de que aquella no era su habitación, sino más bien la del ojiverde, sonrió con felicidad, recordando lo que había sucedido durante la noche, haciendo memoria de las palabras que utilizó Mew para decirle que gustaba de él.

Aunque en el fondo sabía que estaba mal, le era imposible evitar sentirse tan dichoso, tan alegre, tan radiante por eso, al punto que le surgían inmensas ganas de pasar el día entero junto a Mew, regalándole todos aquellos momentos de felicidad que habían perdido por su culpa. Deseaba realizar muchas cosas junto a él, pero lo que más ansiaba era besarlo en cada instante y recordarle lo muy bonito y especial que era.

Se dio media vuelta en la cama, pensando con completa seguridad que se encontraría a Mew totalmente dormido, pues era costumbre que Gulf siempre despertara primero cuando dormían juntos. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa al ver que no había nadie acostado a su lado. Se incorporó confundido, frotándose los ojos, pensando en que tal vez el rizado podría estar en el baño o mirando televisión. Experimentó un ligero sentimiento de desilusión, puesto que le encantaba contemplar el rostro angelical de Mew mientras dormía en un estado de absoluta paz y, además, pretendía despertarlo dándole besitos.

Sin más, se levantó de la cama con la intención de ir en busca del chico de ojos verdes. Abandonó la habitación, adentrándose al corredor. Como primera instancia pensó en dirigirse al baño, pero luego de olfatear el delicioso aroma que se expandía en el ambiente decidió ir hacia la cocina con el objetivo de investigar qué era aquel magnifico olor y si en verdad provenía de allí, lo cual dudaba, pues era más razonable creer que era algún vecino preparando algo.

Ingresó a la cocina y de inmediato supo que, efectivamente, el olor venía de allí; no se trataba de ningún vecino. Entró justo en el preciso momento en el que Mew sacó del horno una bandeja repleta de galletas con chispas de chocolate recién horneadas para después dejarlas reposando sobre la encimera. Gulf miró aquella escena desde la puerta sin poder creérselo. Permaneció allí inmóvil, estando boquiabierto y con sus ojos abiertos de par en par.

Era la primera vez que veía a Mew preparando algo en la cocina y ni siquiera tenía idea de que fuese capaz de hacerlo por sí solo. El rizado no paraba de sorprenderlo. Y fue en aquel instante en el que se dio cuenta que aún existían muchas cosas acerca de su chico que desconocía... Mew era una caja llena de sorpresas y le encantaba que así fuera.

El ojiverde dio un pequeño sobresalto al notar la presencia de Gulf en la cocina, pues creía que aún continuaba durmiendo. De igual forma, le obsequió una de sus más lindas y adorables sonrisas, de esas que se le remarcaban sus característicos hoyuelos.

—Buenos días, Gulf —saludó el menor con evidente alegría.

—Más que buenos, diría yo —contestó al aludido con la misma alegría, sonriéndole de igual manera, mientras se acercaba hacia él para luego depositarle un beso en la mejilla y luego uno en los labios.

—Preparé café y hornee galletas —anunció Mew tiempo después de recibir sin queja ambos besos de Gulf—. Tenía en mente llevarte el desayuno a la cama, así como tú has hecho conmigo en mi cumpleaños... Quería sorprenderte —agregó el ojiverde, medio desilusionado.

—Créeme, lo has hecho —afirmó el otro ensanchando su reluciente sonrisa hasta el límite. Acto seguido le rodeo la cintura con sus manos, atrayéndolo hacia sí y unió sus labios en un nuevo beso que duró solo unos segundos—. No tenía idea de que fueses capaz de preparar galletas tú solo.

Pelîgrō dē Êxtīnción ೫ MēwGûlf [Adapt.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora