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Me desperté con el sonido de una notificación en mi teléfono. Era Thais mensajeándome muy temprano en la mañana para, bueno, la verdad no estaba segura de para qué me escribía tan temprano. Generalmente solía esperar a que nos encontremos fuera de mi casa para contarme los "chismes del día" camino al Liceo. Pero esta vez fue diferente. Aún somnolienta, leí en la bandeja de entrada un "Llámame, AHORA!!!!!!!!! Es URGENTE"

Preocupada, le marqué lo más rápido posible. ¡Dios! Quizás en qué problema se habrá metido ahora, ese tipo de mensajes nunca traían buenas noticias.

-Thais, ¿estás bien? Qué pasó, te raptaron, asaltaron, pega...

-Claro que no idiota, de ser así, no tendría mi teléfono.

-¡Oh! Es cierto, ¿entonces qué?- contesté más tranquila

-Adivina adivinador...

-Ya basta, es muy temprano, no estoy para juegos.

-¡Ay, pero qué amargada! No importa, porque la noticia que te tengo te va a poner feliz por el resto de la semana. Max, mejor dicho, tu amado -dijo poniendo énfasis en esta última palabra- ha vuelto de Canadá, por ¡tiiiii!

Me quedé en silencio por lo que me pareció más de una eternidad. Max era el chico que me gustaba. Alto y muy guapo, por supuesto que no era la única que caía rendida a sus pies. No era mi amor ni mucho menos, solo éramos amigos desde hace unos años. Nos conocimos al comienzo de la secundaria, cuando su mejor amigo, Andrés, y Thais se pusieron de novios. Ya llevan más de dos años juntos, los mismos años que llevo pensando en él. Claro que me hacía mucha ilusión que hubiese vuelto de su intercambio, lo extrañaba mucho, pero sabía que volvía porque ya habían pasado tres meses, no por mí, como decía mi mejor amiga. Aunque debo reconocer que me hubiese encantado ser el motivo de su regreso.

-¿Lea? Lea. ¡Lea! Despierta.- me llamó mi amiga para que volviera a la Tierra- ¿Ya me escuchaste? Volvió, volvió por ti, tu querubín...

-No es así, Max no es nada mío- dije algo cortante- Debo colgar o se me hará tarde. Nos vemos después.

Colgué sin siquiera esperar su respuesta. La verdad es que no quería que siguiera insistiendo. Estaba contenta de volver a ver a Max después de tanto tiempo, pero aún había algo que me molestaba. Una mezcla extraña de sentimientos revoloteaban en mi interior, saber de su regreso me dejaba un gusto amargo. Agotada caí rendida en mi cama nuevamente, mire el techo por un segundo. ¿Y si conoció a alguien? ¿Y si ahora tenía una novia? Cómo podría yo competir con una hermosa Canadiense. Deberé conformarme con su amistad como lo he hecho hasta ahora, no quisiera perderlo. Últimamente hemos sido muy cercanos, incluso, antes de que se fuera habíamos salido al cine y a cenar. Ahora, con una novia, y todas las chicas que desde siempre han estado locas por él, será imposible que se repita.

Negué con la cabeza para alejar esos pensamientos de mi cabeza, no podía seguir martirizándome, se me hacía tarde así que decidí ir a ducharme.
Tenía un nudo en el estómago por los nervios, y el no saber qué ponerme me ponía aún más ansiosa. Finalmente me decidí por un top negro y unos jeans ajustados.
Al rato bajé a tomar desayuno. Mamá estaba haciendo unos huevos revueltos que olían delicioso, y papá estaba por irse a trabajar. Se despidió de nosotras y cuando abrió la puerta Thais estaba afuera.

-¿Qué haces aquí? Todavía falta un rato para irnos.

-Ay, sí, lo sé. Pero como me cortaste tan de mala gana, vine antes para que no puedas escaparte de la conversación que tenemos pendiente.

-¿De qué hablan cariño?- preguntó mi madre un poco confundida

-De nada importante señora McCarthy, es solo que su hija, la muy desgraciada, me cortó hoy en la mañana cuando la llamé porque- la fulminé con la mirada para que no se atreviera a decir una sola palabra de mis sentimientos por Max- porque se enojó conmigo por haberla despertado de su sueño reparador- terminó su frase algo nerviosa.

-Ya veo. Y por favor Thais, llámame Mara. Nos conocemos hace muchos años para que sigas tratándome de usted.

Reímos y hablamos de trivialidades mientras tomamos desayuno. Fue muy agradable.
Ya íbamos de camino al Liceo, y justo cuando creí haberme zafado del tema:

-¿Ahora si me vas a escuchar hasta el final?

No contesté, solo le hice saber con la mirada que estaba bien, que la escucharía. Después de todo era mi amiga, y aunque fuera un tema complicado para mí, siempre terminaba siendo una buena conversación.

-Ahora que Max volvió, es tu oportunidad de acercarte a él. Ambos se gustan desde hace siglos, todos lo saben y lo notan, menos ustedes- dijo con un rastro de fastidio en su voz-. Ya hablé con Andrés para que le diera un empujón a Max. Así por fin van a poder estar juntos.

Desde que Thais tenía novio se había transformado en una especie de celestina, veía amor por todos lados, y se empeñaba en que sus cercanos encontraran a su media naranja.

-No puedo creer que le dijeras a Andrés lo que me pasa con su mejor amigo, le va a decir. Que vergüenza.

-Pero Lea, Leita- dijo mirándome con puchero- quiero que seas feliz. Y se les nota a ambos lo mucho que se quieren. Por favor no te enojes conmigo- suplicó.

Debo reconocer que no era el mejor plan y que me aterraba la posibilidad de quedar en ridículo. No eran más que suposiciones las que tenía Thais sobre los sentimientos de Max hacia mí. Pero quería intentarlo, estábamos por terminar el Liceo, y pronto iríamos a la Universidad. Era ahora o nunca.

-Está bien, intentémoslo- contesté con seguridad.

-Así se habla amiga- dijo dando pequeños saltos y aplausos a mi alrededor-. Va a ser increíble, ya verás.

Al llegar al Liceo, Thais fue directamente a encontrarse con Andrés.

-¡Parece que se hacían mucha falta!- le grite riendo para mis adentros, a lo que me contestó sacándome la lengua infantilmente.

Me senté en un escaño desde el cual podía ver cómo mi amiga y su novio se amaban con mucho fervor. Me puse a ver mi teléfono para disimular lo sola que estaba. A decir verdad no estaba muy concentrada en nada, los ruidos a mi alrededor se habían callado y mi mente estaba en blanco, estaba pensando en...
Bruscamente, el ruido de unos pasos acercándose a mí hicieron que me sobresaltara.

-Hola Lea- me dijo la voz a mis espaldas.

Y sin darme vuelta, supe quién era.

Sin ti, no soy nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora