Los nervios se me pusieron de punta, sentí cómo mi corazón latía cada vez más lento hasta detenerse totalmente. Al girarme, me encontré frente a frente con Max. No podía creerlo, estaba más guapo que la última vez que lo vi. Sus ojos brillaban y una cálida sonrisa se esbozaba en sus carnosos labios.
-¿Acaso no piensas saludarme?- pregunto falsamente ofendido.
Como despertando de un trance, sus palabras me sacaron de mis pensamientos. Me levanté y me lancé a su cuello:
-No puedo creer que hayas vuelto.
En un comienzo me pareció que mi abrazo lo sorprendió, pero al rato lo respondió con entusiasmo. Sus fuertes brazos rodearon mi delgado cuerpo y apoyó su cabeza en el hueco de mi cuello. El suave roce de su cabello contra mi mejilla trajo una gran calidez a todo mi cuerpo. Nos quedamos así un largo rato, su perfume hacía que el tiempo se detuviera.
De ser por mí, me hubiese quedado así toda la vida, pero me separé de él y lo invité a sentarse a mi lado.-¿Y qué tal Canadá?- fue lo único que se me ocurrió decir.
-Fue increíble- hizo una pausa, esbozo una sonrisa y me miró- pero quise volver antes.
-¿A qué te refieres?- no entendía, por qué querría volver de un intercambio antes de tiempo.
-Eso, mi regreso estaba programado para dentro de dos semanas más, pero hablé con mis padres y la agencia de viajes para cambiar los boletos. Tomé el primer avión que me trajera de vuelta a casa.
Puso su mano sobre la mía, y mientras la acariciaba dijo:
-Te extrañaba demasiado.
Mi corazón dio un vuelco, no podía creer lo que estaba escuchando. La persona de la que yo estaba enamorada volvió del otro lado del mundo porque me extrañaba. Cómo era eso posible. Thais tenía razón, había vuelto por mí. No podía ser real, me sentía parte de una película.
-¿A mí?- esas dos palabras de resbalaron de mi boca sin estar segura de querer escuchar la respuesta.
-Sí, a ti- respondió con un hilo de voz- bueno, y a los demás, ya era mucho tiempo lejos de mis seres queridos- completó.
Mi ilusión se derrumbó, aunque algo en mí me decía que el resto de su frase no era totalmente cierta. Un deje de nerviosismo en su voz me hacía pensar que en realidad si era yo el motivo de regreso. Quizás solo quería convencerme de que así era.
Entonces me asaltó la duda de esta mañana. No sé de dónde conseguí fuerzas para preguntarle.-¿Y...-titubeé- conociste a alguien, alguien importante, cómo una chica? ¿O una novia tal vez?
Me arrepentí al momento de pronunciar esas palabras. La respuesta tardó menos de tres segundos en llegar: una carcajada que de seguro se escuchó en toda la ciudad. Me moría de la vergüenza y rogaba por que la tierra se abriera y me tragara en ese preciso instante, evidentemente no pasó.
-Perdón que me ría- pronunció al ver la expresión en mi rostro- es solo que no habría podido.
Se acercó a mí, dejándonos a pocos centímetros de distancia. Podía sentir su respiración. Pasó su brazo al rededor de mis hombros mientras que con su otra manos levantó mi barbilla para que lo mirara a los ojos.
-A mi no pueden interesarme menos las Canadienses, les falta algo, algo que solo tienen las chicas de aquí.
Creí que me iba a desmayar ahí mismo, pero la campana me salvó. El tilín tilón indicaba el comienzo de las clases. Ambos nos sobresaltamos. No sé cuál de los dos estaba más nervioso que el otro. Aproveché el pánico para levantarme y alejarme un poco de su peligrosa cercanía. Busqué a Thais con la mirada, pero no la encontré. Dónde se había metido ahora que la necesitaba, de seguro que Andres y ella se habían escapado como era de costumbre.
-Bueno...emm, n-nos vemos-s...por ahí- logré decir.
-Sí, sí...- declaró no muy convencido. Se llevó las manos a la cabeza y se volvió hacia mí de un paso errante- Sabes, Andrés y los otros van a organizar una fiesta para celebrar mi regreso, es una especie de bienvenida. Bueno, lo que quiero decir es, no sé si puedas, espero que sí, por supuesto, solo si tú quieres, a mi me gustaría mucho..., claro, y a los demás también... em-m...
-¿Max?
-Lea...- la forma en que pronunció mi nombre hizo que se me derritiera el corazón.
Me tomó ambas manos y me miró. Ay, con esos ojos podría haber perforado mi alma, me podría ahogar en la profundidad de su mirada, y ni hablar de sus labios, cómo quisiera saber el sabor de sus besos.
-Lo que trato de decir es que me gustaría invitarte, quisiera que vinieras esta noche a la fiesta.
-Te costó mucho- ambos reímos -. Nada me gustaría más- concluí.
Le dirigí una sonrisa coqueta y me di la vuelta para ir a mi clase, puso sus manos en los bolsillos de su pantalón e hizo lo mismo.
Estaba en las nubes. Max me había pedido, con mucha dificultad, que fuera a su fiesta de bienvenida, me había dicho que quería que fuera, que quería verme allí.Ya en la sala de clase no podía concentrarme, tenía que pensar qué iba a ponerme y preguntarle a Thais si iríamos juntas. El caso es que no pude hablar con ella. Mis sospechas eran ciertas, no la vi hasta la tercera hora de clases, con el cabello revuelto y la cara roja como un tomate. De seguro Andrés llegó igual a su clase.
-Cuéntamelo todo ahora mismo- indagó ansiosa mi amiga.
-No lo sé, dime tú primero cómo estuvo tu escapada.
-Igual que siempre, para qué preguntas, tú ya sabes cómo funcionan, no necesitas saber más. Pero... ¡Tú! Tienes mucho que contar, no creas que no vi el abrazo que se dieron.
Le conté nuestra conversación y la invitación para esa noche.
-¡Que bien! Pensé que no se atrevería a invitarte. Entonces, esta noche, paso por tu casa, nos arreglamos y vamos juntas a la fiesta.
-Que emoción. ¿A qué hora vienes?
-Tú tranquila, solo espérame, yo me encargaré de todo.
El día pasó como de costumbre, clases y profesores pasaban con el tiempo. No podía dejar de pensar en Max. Ya quería que llegara la noche.
Al llegar a casa tome algo del refrigerador y subí corriendo las escaleras hacia mi habitación. Me tumbé boca arriba en mi cama esperando que el tiempo pasara más rápido de esa forma. Después de unas horas de no hacer nada, tomé una ducha. Al salir del baño sonó el timbre.
-¿Estas lista? Vamos a hacer que Max caiga de espalda cuando te vea esta noche.
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Sin ti, no soy nada
Teen FictionOtra historia cringe de amor, o no... Lea es una chica con mucha suerte. Tiene una linda casa, unos padres que la adoran y, lo mejor de todo, un novio de en sueño. Pero la vida no es siempre lo que parece, y cuando el cristal rosa por el que la jove...