VI

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El resto de la tarde transcurrió sin mayor novedad. Me la pasé haciendo tareas y cuando mi cerebro suplicó por un descanso bajé a la cocina con mis padres. Cenamos, vimos una película en familia y me fui a dormir temprano. El día siguiente me quedé en pijama viendo una serie en mi computador. Los domingos eran mi día de no hacer nada, y recibir el tragedioso lunes lo más descansada y con mejor ánimo posible.

Al igual que la mañana anterior, cuando revisé mi teléfono, toneladas de notificaciones invadieron la pantalla de inicio. Todas me parecieron muy impersonales, algunas hasta asquerosas, a excepción de un "hola, ¿cómo sigues?" de un número desconocido que llamó mi atención. Me sentí muy tentada a responder el mensaje, pero me asustó que se tratara de algún pervertido.

Después de siete largos capítulos de hora y media decidí hacer una pausa. El mensaje que había leído horas antes aún daba vueltas en mi cabeza, la curiosidad era cada vez más grande, así que decidí responder el mensaje con un "hola, ¿quién es?". No recibí respuesta inmediata, lo que me molestó un poco sin saber por qué. Frente a mi inexplicable desagrado salí a mi balcón a tomar un poco de aire. El cielo esa tarde era hermoso. Las pocas nubes que habían parecían suaves y delicados algodones de dulce, el amarillo del sol se convertía en un naranja intenso. Un viento frío movió la copa de los árboles y desordenó mi cabello, llenando mi pecho de una sensación muy agradable. Sentía nervios y tranquilidad a la vez, no sabría cómo explicarlo, es como si hubiese sabido que desde ese minuto en adelante todo iría cuesta arriba, pero que estaría bien. Sonreí. Todo estaría bien.

Al volver a mi habitación el desconocido había dejado su respuesta a mi pregunta.

« DESCONOCIDO: ¿En serio no sabes quién soy? Me ofendes horriblemente. ¿Eres incapaz de reconocer a tu fiel servidor? »

¿Mi fiel servidor? No tenía idea de quién era. Pensé que podía ser una broma pesada de Thais, pero de seguro estaba muy ocupada con Andrés. O de seguro Max había cambiado su número y estaba tratando de ubicarme. No hablábamos desde ayer, y yo no quería creer que nuestro día juntos no hubiese significado nada para para él.

« LEA; ¿Max, eres tú?

DESCONOCIDO: Nop.
DESCONOCIDO: ¿Quién es Max? ¿Tu novio?

LEA: Muy chistosa Thais, ya te dije que nada que ver. Ahora, te puedes dejar de jugarretas. ¿De dónde conseguiste otro número de teléfono?

DESCONOCIDO: Emmm, no sé de qué hablas linda, pero no soy ni ese tal Max ni Thais.

LEA: Ya basta, no es gracioso.

DESCONOCIDO: No estoy bromeando.

LEA: Si claro, cómo no. »

La conversación era cada vez más molesta. Si no era Max, la broma de Thais era de muy mal gusto. Pero por lo general no duraban tanto. La molestia se estaba transformando en preocupación, no era ninguna de las dos personas que esperaba que me escribieran, y el nombre "DESCONOCIDO" no me inspiraba mucha confianza.

« DESCONOCIDO: ¿Te acuerdas de la fiesta del viernes pasado?

LEA: Depende, ¿quién pregunta?

DESCONOCIDO: Tu compañero de baile, ¿quién más?

LEA: ¿Mi qué?

DESCONOCIDO: No me vas a decir que no recuerdas haberme a invitado a tu fabuloso stage en la fiesta.

LEA: Espera, ¿Tú eres el que le miraba?
LEA: ¡Si te recuerdo! Pero no sé tú nombre, lo siento, estaba muy borracha.

DESCONOCIDO: Así lo noté, por eso quería saber cómo estabas, pero tardé más de lo esperado en conseguir tu número.

Sin ti, no soy nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora