VII

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La mañana siguiente fue terrible, desperté más cansada que nunca, manché mi ropa con jugo de naranja al desayuno, y para más remate, Thais me escribió que Andrés la llevaría en su auto al Liceo, lo que quería decir que tuve que caminar sola.

Cuando llegué a la entrada me sentí como en un musical. Sentí varios pares de ojos posarse en mí, acompañado de un silencio poco común antes del comienzo de clases. Pensé que podría ser sólo una idea mía, lo descarté rápidamente, ya que varias chicas dejaron de hablar cuando pasé a su lado. Tal vez miraban a alguien detrás de mí me dije, pero al ver disimuladamente sobre mi hombro no vi a nadie. Lo más extraño de todo era que ya llevaba varios minutos caminando por los pasillos del Liceo, y ni rastro había de Thais. Por un momento creí que podría haber faltado a clases para fugarse con su novio, pero de ser así no me habría dicho que nos veríamos en clase. Tampoco vi a Max ni a su grupo de amigos deportistas que se tomaban el area de la cafetería. Todo parecía sumamente extraño, vacío y silencioso. ¿Seguía dormida? La verdad yo ya estaba esperando a que todos a mi alrededor comenzaran un número musical de la nada como en las películas de los ochentas para explicarme la situación en la que me encontraba. Pero en vez de eso, recibí un mensaje, muy a lo siglo veintiuno.

« DESCONOCIDO: Bueno, después de todo obtuve mi respuesta. Hacen una linda pareja. »

Acompañado del mensaje de mi amigo virtual sin nombre un collage de fotos mías y de Max con el título "la pareja del año". Quería matar a Thais, había abierto su gran bocota a pesar de que le pedí que no lo hiciera. Por eso no se había aparecido en toda la mañana, me estaba evitando. Y como un fósforo en pasto seco, el jugoso rumor de que una de las porristas estaba con el deportista del año se esparció en todos los salones de todas las promociones. Estaba acostumbrada a que ciertos rumores sobre mí circularan, tenía cierta reputación que digamos. Decían que era de las chicas fáciles por ser porrista, lo sé, lo sé, muy trillado, pero en mi defensa me vi en la obligación de serlo. Les explico: en el Liceo nos obligan a practicar un deporte, pero los muy retrógrados separan las opciones para hombres y mujeres. Los chicos pueden hacer fútbol, natación o atletismo, las chicas atletismo o porristas. Para empezar tenemos menos opciones, lo que es muy injusto, y lo peor es que ellos pueden hacer cosas que son más de mi agrado. Me hubiese encantado hacer natación, pero bueno, la verdad es que entre correr y animar al equipo de fútbol, prefería la segunda opción. Además, siendo de las animadoras livianas, cada vez que hacíamos una pirámide estaba en la punta y podía ver a Max en sus entrenamientos. Sin embargo, en el equipo de animadoras estaban todas las chicas que buscaban acostarse con todos los de la rama de atletismo, es por eso que solían asociarme con ese tipo de chicas. Ahora tenía que pasar lo más desapercibida posible durante el resto del día, igual que como lo hacía en esos casos. Estaba pensando cómo escaparme de las miles de miradas que me seguían en mi camino por pasillo principal. Entonces, sacándome de mis pensamientos, apareció Brianna, la capitana del equipo, y fiel seguidora de Max.

-¡No puedo creerlo! ¿Cómo lo conseguiste antes que yo? Que envidia- chilló mostrándome una foto de cuando Max y yo estuvimos en la cocina el día de la fiesta.

-¿De dónde sacaste eso?- gruñí.

-Se cuenta el milagro pero no es santo- se burló restregándomela en la cara.

-¡Lea!

El grito venía abriéndose paso con grandes zancadas hacia mí, me tomó por el antebrazo y me giró en su dirección. El cuchicheo a nuestro alrededor nos envolvió, transformándose en un ruido ensordecedor.

-Lo siento, yo no quería que esto pasará, nunca pensé que publicarían la foto...

-¿Tú hiciste esto?

-Creí que ya te lo habían dicho.

-¿Decir qué?

Todo se volvió confuso, los ojos se me llenaron de lágrimas. ¿Acaso Max me había usado? ¿Era yo otra de sus conquistas? Una más del montón.

-Quiero que sepas que lo que te dije es cierto, yo si siento cosas por ti, desde hace mucho, incluso si en la fiesta no fue más que...

-¿Una mentira?

-No digas eso, no es así- me tomó por los hombros y me miró con puchero, sentí ternura, pero estaba muy dolida como para pasar por alto la situación.

-¿Entonces qué es? Explícamelo por favor- exclamé tratando de soltarme de su agarre. Fue inútil, era mucho más fuerte que yo.

-Por favor no llores- me limpió una lágrima que corría por mi mejilla y se acercó a mí para abrazarme, y luego, trato de besarme.

-¿Qué haces?- le grité-. Suéltame bruto.

Nublada por la rabia salí corriendo. Varios celulares en alto grababan lo que pronto sería el escándalo de la semana. Corrí como si no hubiese un mañana, escapé sin rumbo, a algún lugar donde nadie pudiera verme llorar. Llamé a Thais con la esperanza de que mi amiga viniera a ayudarme, pero no contestó. Logré refugiarme en el patio trasero de la oficina del director, era mi lugar preferido en el instituto. Estaba ahogándome en angustia. Max me había mentido, y todo el Liceo se enteró, era la burla de todos. 

-¿Amiga? ¿Estás aquí?- reconocí la voz de Thais.

-Me encontraste- lloré lanzándome hacia ella.

-Me enteré de todo, ¿cómo estás?

-¿Cómo crees? Soy trending topic de las fracasadas ahora.

-Ven aquí, desahógate- me abrazó mientras lloraba en su hombro.

-Y justo cuando había pensado que podía pasar algo entre nosotros...- me lamenté.

Estuvimos un largo rato sin decir nada, dónde el silencio era interrumpido por mis incesables sollozos.

-¿Sabes Leita? Yo sé que ahora estás enojada con él, pero me enteré de muy buena fuente que sus intenciones eran buenas y que nunca quiso hacerte daño.

-No puedo creer que estes de su lado, eres MI amiga, mi mejor amiga.

-No estoy de su lado, solo digo que deberías escuchar lo que tiene que decir, deja que te explique lo que paso realmente.

-No creo que haya mucho que explicar...

-No quiero que te arrepientas amiga, yo sé que ustedes se aman, no pueden tirar todo por la borda ahora que ambos saben lo que sienten.

Por un lado, estaba llena de rabia, me sentía humillada y no quería saber nada de Max, pero por el otro quería que todo fuera un simple mal entendido, que me buscara y me dijera que soy el amor de su vida, y que él no es nada sin mí. Pero eso no pasa en la vida real...¿o sí?

Frente a mí, con la respiración acelerada y la cabeza gacha llegó.

-Yo le dije dónde estábamos- me susurró Thais-. Los dejo para que conversen.

Se fue y me dejó completamente a la deriva en el turbulento mar de mis sentimientos. Estaba muy confundida...

-Soy un idiota, por favor perdóname. Yo...te quiero...y no toleraría no tenerte cerca.

Entonces, mi confusión sé desvaneció...

Sin ti, no soy nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora