Capítulo 4: "Tal vez un poco."

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  Sábado

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  Sábado. Mi segundo día favorito después de Viernes. Lastima que tuve que despertar temprano.

  Lína y yo decidimos ir a ver a la bruja María para ver si tiene las respuestas a mis interrogantes sobre la forma de mi loba. No es común que tenga un pelaje blanco.

—¿Que crees que nos dirá?.—pregunta mientras pone unas cosas dentro de su mochila.

—No lo sé.— respondo también alistando mi mochila.— Sea lo que sea, solo espero que sea algo bueno.

  Guardo lo esencial; Agua, chocolates, ropa de cambio, móvil y lo que no puede faltar; mis auriculares. Son sagrados donde quiera que valla. La música es una de mis formas de escape.

—Igual yo, deberías practicar eso de hipnotizar a los demás, así lo harías cuantas veces quieras y sin usar tanta energía.— dice mientras me mira.— Nos podría ser muy útil.

—Lo haré, es solo que antes no lo hacía porque estaba esperando mi primera transformación.— la miro directamente a la cara y le dedico una sonrisa.

—Si quieres puedes practicar conmigo ahora— dice. Detengo lo que hago y la miro. Creo que se volvió loca, la última vez que usé compulsión con ella, se molestó mucho conmigo porque la obligué a hacer mi tarea. Saqué una buena calificación, pero Lína seguía molestia por usarla de esa manera. Dijo que nunca lo volviera a hacer, y el simple hecho de que me propusiera eso, es confuso para mí.— Pero si me obligas a hacer algo estúpido, no te molestes en correr.

—No, ahora tenemos que ir a la casa de María y queda muy lejos.— asiente ante mi respuesta y dejamos el tema de lado.

  Salimos de la casa y caminamos por el bosque por unos minutos hasta llegar a un punto en el que creímos adecuado para llevar a cabo nuestra transformación. Solo por seguridad.

—Es hora.—dice Lína. Asiento.

  La casa de María esta lejos pero si cambiamos de forma y corremos, el camino no será tan largo.

  Tiramos las mochilas al piso. Siento que estoy lista. Se que va a doler, pero vale la pena. Si mi cuerpo se acostumbra, en un par de transformaciones más, ya casi no dolerá.

  Comienzo. Visualizo la imagen de mi loba y ahí es cuando el dolor físico comienza. Primero en la cabeza y luego se esparce ese hormigueo por el resto de mi cuerpo, sin embargo, en cuestión de segundos se convierte en un dolor sofocante. Siento como se rompe cada uno de mis huesos y se vuelven a unir pero de una manera diferente.

  Cuando termino, tomo mi mochila con los dientes y  a correr a gran velocidad con Lína a mí lado.

—Adoro esto de correr.— dice Lína. Sonrío.

—Yo tambien, se siente bienm— digo mientras salto sobre un árbol caído.

  Después de correr una hora llegamos a nuestro destino. Volvemos a nuestras formas humanas y nos vestimos detrás de unos árboles.

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