Capítulo 22: "¿Me extrañaste?."

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  La miro atentamente, me cruzo de brazos

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  La miro atentamente, me cruzo de brazos. Ella se queda en su lugar sin decir palabra alguna. Parece perdida entre sus pensamientos.

—Aún espero.— suelto. A éstas alturas, pensar en renunciar a todo no es posible. Quiero salir de esto, sí, pero no puedo dejarlo de la nada.

  Debo terminar terminar lo que estuve dispuesta a seguir.

—Si todo dependiera de mí, nunca habría pasado ésto.— suspira.— Pero las cosas ya están muy mal como para querer revertir todo. — mira por la ventana hacia afuera, directo el cielo.— Lo que viste en tus sueños, absolutamente todo eso fué real.

—Significa que todo ese cuento de la separación de las especies en los primeros siglos fué sólo eso; un cuento. ¿No?.— ella asiente.— Entonces, ¿Qué fué lo que ocurrió?.

Me acomodo un poco más en el sillón, y comienza.

—Cuando comenzaron a nacer las primeras especies, algunas ya se tenían odio mutuo. La genética que poseían era contraria a la de otros, por eso se odiaban. Un claro ejemplo de ello, son ustedes y los vampiros. Son muy pocos los casos de emparejamiento entre licántropo y vampiro.— pasa una mano por su cabello.— En fin, todas los seres sobrenaturales comenzaron, pero como última especie nacieron los humanos. Incapaces de cambiar de forma, tener velocidad y fuerza como otros, se los considero como los más débiles. Claro que todos estaban ocupados en otras cosas, nadie les prestaba atención a menos que se tratara de alimentación. Pero hubo una pareja en especial que se fijó en ellos. La pareja de los celestiales, secundarios de las brujas, ellos poseían magia, pero esa sólo era fuerte cuando eran jóvenes, al ir envejeciendo se hacían tan débiles hasta parecer un humano común. Fueron ellos quienes encontraron una fuente de energía proveniente de los humanos, comenzaron a depender de ellos.— eleva la mirada y ésta conecta con la mía.— Ahí es donde entra Antonio. Él era un demonio corrupto, pero muy inteligente y fuerte. Él descubrió como dirigir la fuente de energía hacia su especie, hacia él. Los humanos ya en si eran demasiados sobre la tierra, haciendo mucho más grande la energía que él podía recibir de ellos. Pero aún no lo tenía todo, le faltaba algo, o mejor dicho alguien. La princesa. Aquella pareja se hizo ver como un par de dioses frente a la raza humana, ellos los declararon sus reyes y así comenzó su "imperio".— hace comillas con los dedos.— de tanta energía que ellos habían consumido, al nacer su primera y única hija ella ya era especial. A diferencia de sus padres, su magia nunca se acabaría. Antonio lo descubrió y decidió usarla como un conector perfecto. Él podía hacer lo mismo que los padres de la niña, pero solamente era temporal, necesitaba a la princesa y la consiguió. Por desgracia para él, ella vió el daño que Antonio quería causar a todos. Sería una masacre horrible en todo el mundo, entonces acudió a su madre como última opción de auxilio. La mujer imploró ayuda a las especies más fuertes y les dió a conocer los planes de Antonio. Entonces los jefes le declararon la guerra, sabían que él no aceptaría ningún tratado de paz.— hace una pausa.

  El recuerdo de ellos viene a mi mente.

—La guerra que ví, eran ellos.— asiente.— La niña, ella y antonio pelearon por un amuleto.— la miro esperando una respuesta.

—El Safiro, ese diamante azul fué creado por Antonio para conectar a la princesa y a los humanos. Él había hecho un trato con ella, si hacía un ritual uniéndose con la piedra, él no iniciaría la guerra.

—Pero lo hizo.

—Nunca confíes en él, no tiene palabra.

—¿Entonces, la princesa pidió ayuda a su madre después de saber el engaño?.

—Sí. Al ver que todo eso estaba ocurriendo. Logró robar la piedra a Antonio. Si ella lo destruía, él moriría dejando a su ejército sin poder alguno.— dice.

—Por eso estaba tan asustado de que ella rompiera la gema. Pero, ¿por qué él necesitaba la gema? Hizo un ritual para que la niña se conectara con la piedra. ¿Por qué no hizo lo mismo que él?.

—Era muy riesgoso, la niña casi se une por completo a la piedra, él no quería arriesgarse.

  Suelto un suspiro. Diablos, es mucha información para procesar. Aún me faltan preguntas por hacer, pero ahora sólo quiero descansar.

—Ve a dormir, debes estar muy cansada. Mañana te diré lo que quieras saber. Ya estás lista, no hay marcha atrás.— suelta ella. No digo nada más, sólo me levanto de sillón y camino hasta mi habitación. Una ducha será suficiente antes de dormir.

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  Me renuevo en mi lugar, me siento pesada. Mis ojos pesan, pero aún así los abro poco a poco.

  Miro a mi derecha y me siento en la cama casi de un brinco.

  Mierda.

—Anna banana, ¿Dormiste bien?.— dice Lína a mi lado totalmente tranquila.

  Okay, eso me alegra. Ella está aquí, conmigo. Pero lo que me asustó fueron las figuras masculinas recostadas en el marco de la puerta.

—Buenos días. ¿Me extrañaste?.— suelta Evan con una sonrisa al lado de Ethan.

  Imbécil.

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