Capítulo 30: "Conozco tu debilidad."

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  No muy lejos, diviso a los sobrenaturales que se dirigen hacia nosotros

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  No muy lejos, diviso a los sobrenaturales que se dirigen hacia nosotros. Se detienen a unos metros de nosotros; Antonio, Ciro, María y Maia los encabezan.

  Nadie usará armas, será un combate cuerpo a cuerpo. Cada uno tiene una habilidad en la cual destaca, esa será su única línea de defensa y ataque.

  Me encuentro de pie en frente de todos, siento una mano tomar la mía. Volteo levemente mi cabeza, y veo que se trata de Lína. Ella me sonríe, aprieto mi mano derecha con la suya.

  Sonrío.

—Siempre juntas. ¿Lo recuerdas?.— asiento.

—Siempre juntas.— otra mano me toma de la izquierda. Volteo, y veo a Jace.

—Ya no eres tan pequeña, Hazel.— río.

—Tadie lo es, tarde o temprano todos crecemos y dejamos atrás la sombra de la inocencia.— correspondo a su sonrisa.

  Poco después, Evan, Gael e Ethan vienen a ponerse de pie cerca de mi.

  Ahora entiendo a qué se refería Luna cuando decía que nunca estuve sola. Siempre creí que se sólo se refería a Lína, pero no; no sólo era a ella. Sino a ellos. Gael, su propio hermano. Evan, alpha de una manada. Ethan, segundo al mando de la misma manada. Y Jace, mi hermano.

  Miro hacia adelante, Antonio tiene los ojos puestos en mí.

  Probablemente no vuelva a ver la luz del día.

  Puede que sí. Puede que no.

No lo sé, pero hay algo de lo que estoy completamente segura... No moriré sin antes haber dado mi último respiro con el objetivo de proteger a los míos.

  Si muero... espero hacerlo sabiendo que ganamos.

  Hago una señal elevando mi brazo con vista al cielo. Todos nos ponemos en posición de ataque.

  Miro directamente a los rivales principales. Antonio extiende ambas manos en nuestra dirección, todos los de su lado comienzan a correr exepto él.

  Es hora.

  Soy la primera en marchar, el resto sigue después de mi.

  Antes de ser atacada por un vampiro, pego un fuerte salto. Paso por encima y caigo dando una vuelta en el suelo, sigo corriendo. Mi objetivo es él; Antonio.

  Un demonios corre en mi dirección, extiendo mis manos y lo tomo del cuello, vuelvo a saltar en el aire, pero lo hago lanzando su cuerpo lejos.

  Cruzo el campo lleno de enemigos, golpeando y esquivando golpes. Reservo la mayor parte de mi energía para enfrentarme al mayor de todos.

  Todos están en una pelea diferente, todos lo están dando todo en éste combate.

  Cuendo por fin estoy cerca, me detengo en frente de él.

—Veo que Jace Moor está de tu lado.— dice.— Supongo que debí matarlo cuando podía.

—Que lindo, seguramente mi hermano lo tomaría como un halago de tu parte.

  Junto ambas manos, y disparo una ráfaga de energía de largo alcance. Lo esquiva saltando hacia arriba, cae detrás de mí y rodea mi cuello inmovilizando me con su brazo.

  Aprieta su agarre. Siento que me falta el aire, mi cara se pone roja. Suelto un quejido y extiendo mi codo, lo golpeo repetidas veces en su abdomen. Se dobla, su cuerpo se desequilibra; aprovecho eso y tomo su brazo izquierdo. Doy un paso adelante, giro cargando lo y lo tiro con fuerza al suelo.

  Junto mis manos en puños cerca de mi pecho y lanzo una patada alta impactando en su rostro, doy una vuelta, lanzo otra baja e impacta en su muslo.

  Retrocede.

  Trato de atacarlo golpeando mi puño contra su pecho, pero toma mi brazo y lo dobla hacia la derecha con fuerza.

  Grito de dolor.

—Niña tonta.— me susurra. Con rapidez deja mi mano y me tira al suelo. Toma mi pierna con ambas manos, y me levanta tirandome a varios metros lejos de él.

  Mi cuerpo sufre las lesiones al momento de que estrello contra en suelo.

  Mierda.

  Todo me duele como el infierno. Sus golpes son fuertes y duros, pero no me rendiré tan fácil.

  Me pongo de pie, lo busco con la mirada y lo veo sonreír. Salta quedando a varios metros sobre el suelo, se dirige hacia mí.

  En un movimiento defensivo, me cubro el rostro formando una x con ambos brazos. El puño de Antonio impacta contra mis brazos y salgo disparada hacia atrás.

  Caigo al suelo, pero me vuelvo a aún con el dolor en mi cuerpo.

  La sangre sale de mi nariz y mi labio. Seguramente tendré moretones si logro salir viva.

  Su vista sigue clavada en mi rostro.

  Parece bajar la guardia, pero yo no lo hago aún cuando se pone de pie en frente mío.

—¿Cansada pequeña Hazel?.— Pregunta con burla.

  No respondo.

—Date por vencida. Me pondré generoso y te mataré con rapidez.

—No lo creo.— suelto.— No me matarás, tú dependes de mí.

  Su sonrisa desaparece, su piel toma un blanco más pálido y me mira con furia.

  Ahora yo sonrío.

—Conozco tu debilidad. Siempre fué evidente, en los sueños, pesadillas y visiones del pasado. Sólo que no me dí cuenta hasta hoy.— arremete contra mí y me toma del cuello, me eleva hasta no sentir el suelo.

  La ira y furia toma el control de su cuerpo. Lo sé, yo lo siento... En mi.

—No digas estupideces, puedo asesinarte y aún así seguir con vida.— aprieta su agarre. Tomo su mano con las mías intentando lograr que me suelte.

—M-mentira.-intento respirar.- Estamos conectado, desde hace más de mil años.— me suelta.

  Caigo sobre mis rodillas, paso mis manos por mi cuello. Comienzo a toser.

  Siento que me agarra del cabello, y me tira hacia atrás. Se posiciona sobre mi, y toma mis muñecas entre sus manos, las aprieta con fuerza.

  Miro sus ojos. Miles de sentimientos cruzan mi cabeza, no quería llegar a ésto, pero no tengo otra opción.

—Tu debilidad soy yo. Tu no existes sin mí.— susurro.

  Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos.

  Con la fuerza que me queda, muevo ambos brazos provocando que pierda el equilibrio unos segundos. Giro mi cuerpo tirándole a un costado.

  Antes de que él pueda ponerse de pie. Saco una daga de mi bota izquierda.

  No puedo dejar de llorar. Los recuerdos de todos cruzan mi mente.

  Lína y su constante insistencia en compartirle mis dulces, Ethan llegando con una bolsa sólo para ella. Gael riéndose al jugar con Harry, Evan soltando puños a cualquier hora en el gimnasio. Todos quejándonos porque había que conseguir más sacos de boxeo. Mi hermano Jace, dirigiéndose hacia mí como su pequeña Hazel.

  Sollozo. Lo siento, a todos, lo siento.

  La clavo en mi pecho, justo en el corazón.

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