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Capítulo 28: "Sé quién soy."

—Tenemos que huir, no tenemos otra salida.— dice mi madre totalmente preocupada.

  Ella sostiene en brazos a mi hermana pequeña, por lo que estoy cerca suyo cuidando a ambas. Tengo miedo de que mamá la vaya a dejar caer, se mueve de una manera muy inestable.

—¡Lo sé Lizzy, pero no sabemos a dónde!— exclama papá, de sus ojos salen lágrimas. Y parece darse cuenta porque voltea mirando otro lugar.— Él siempre está un paso más adelante de nosotros.

  Tengo nueve años, pero eso no significa que no sepa de lo que están hablando. Si antes me hacía al tonto o desentendido, era porque quería darles un poco de paz a mis padres. Antonio está detrás de nosotros, y es por mi hermana.

—Tengo miedo, Michael. Tengo mucho miedo.— la voz de mi madre sale temblorosa. Papá camina hacia ella, y la abraza por la espalda.

—Estaremos bien. Estaremos bien.— repite en susurros cerca de su oído.

  Me siento triste, odio escuchar a mi madre y mi padre llorar, odio el hecho de que mi hermana esté en peligro, odio la impotencia que siento en el interior. Quiero proteger a mi familia, pero soy muy pequeño y débil.

  Mi padre es un demonio muy fuerte, y mi madre es una loba muy inteligente y feroz. Yo por mi parte, soy un demonio como papá y mi hermana es una loba.

—Jace.— me llama mamá. Dejo de prestar atención a mi cabeza y lo miro.— ¿Quieres ver a tu hermana?.

  Mi cara se ilumina por completo, camino hacia ella y me paro en frente, papá me carga. Mamá me hacerca a la bebita envuelta en una manda blanca, y parta un poco la tela dejándome ver de su rostro.

  Está durmiendo, tiene una piel blanca muy hermosa. Su cabello castaño es muy poco y a penas es visible, pero sigue siendo muy bonita. Sonrío. Se parece a mamá.

  Ahora es uno de esos momentos en los que me siento en familia y con paz. Siento que al verla todo se tranquiliza.

  Habría sido perfecto, si el sonido de la puerta siendo derribada no se hubiera presentado.

[...]

  Me aferro lo más que puedo al pelaje de mamá mientras tengo a mi hermana en medio de mi pecho. Mi corazón late desenfrenado, siento caeremos al suelo en cualquier momento. Las lágrimas salen sin pudor alguno de mis ojos. Papá está muerto... Murió salvando nos a nosotros.

  Antonio y sus hombres viene detrás de nosotros, mamá lleva mucho tiempo corriendo y se nota su cansancio, pero sigue corriendo.

  De repente mamá suelta un fuerte gruñido, cae a la tierra y nosotros con ella. Protejo a la bebé con mi cuerpo abrazándola en mi pecho. Rápidamente me levanto del suelo sosteniendo a mi hermana.

  Busco a mamá con la mirada, y al verla aún con su forma de lobo me acerco a ella.

—¡Mamá!.— exclamo al ver las flechas incrustadas en su pierna y abdomen.

—¡Llévate a tu hermana!.— solloza.— ¡Llévala al territorio de lobos!. ¡Corre Jace!.

  No escucho más y salgo corriendo. Marcho lo más rápido que me permiten mis piernas.

  ¿Cuándo comenzó ésto?

  Lloro.

¿Por qué?.

  La noción del tiempo se pierde en mi cabeza, siento el olor a lobos no muy lejos. Estoy cerca de la manada, pero escucho a los que nos perseguían venir hacia mi.

  Un escalofrío corre mi espalda. ¿Qué voy a hacer?.

  Veo una gran pila de hojas, no pienso en otra cosa y me dirijo ahí. Oculto a la bebé entre las hojas dejando sólo su rostro descubierto, y trato de tranquilizarla ya que se encontraba llorando.

—Tranquila, pequeña.— sollozo.— Mamá, papá y yo te queremos mucho. No llores, aquí alguien te ayudará, estarás bien.

  Acaricio sus mejillas, en poco tiempo se calma. Sonrío entre lágrimas con un poco de esperanza.

—Te quiero, Hazel.— susurro, y después de una última mirada, salgo corriendo.

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  Paso un trapo húmedo por su rostro, el efecto del hechizo de María debería acabarse en cualquier momento.

  Puede que sea poderosa, pero ante los hechizos de esa maldita bruja es tan vulnerable como una humana.

  Suspiro.

  Pasaron muchos años, ya no es una bebé de a penas quince días. Sin embargo, aún al verla al rostro, veo a mi pequeña.

  Esos recuerdos siguen intactos en mi mente, luego de salir corriendo fuí capturado por los lobos de Antonio. No me asesinaron en el momento sólo porque Antonio, "supuestamente" vió algo en mí. Aún desconozco sus razones reales, pero ahora no me importa. Mi hermana está recostada en una especie de manto hecho hojas improvisado. Cerca está un pequeño lago. El día está nublado y no faltan muchas horas para que la tarde se deje caer.

  Espero que hayan rescatado a los suyos. La que creo era Lína estuvo cerca de escapar junto a su novio, pero Ciro y Antonio interfiriendo, planeaba sacar a Anna junto a ellos, pero afortunadamente no me precipité. Los capturaron y dejaron a Lína en el mismo estado que Anna, de haber hecho un sólo movimiento sospechoso, me habrían involucrado con el intento de escape.

  Salgo de mis pensamientos y veo el rostro de Anna, es igual a mamá. Tanto física como emocionalmente, es valiente, fuerte, astuta e independiente. Parecen ser muchos adjetivos, pero es lo que ví en ella desde que la ví.

  Sonrío. Acaricio su mejilla, no sabes la sorpresa que me llevé al verte con vida y en frente mío, sabía perfectamente de que Antonio te estaba buscando, pero no creí verte tan pronto. Tuve que tener mucho autocontrol para no saltar y abrazarte, después de todo. La bebé Hazel había quedado atrás, y trayendo en su lugar a una fuerte Anna. No me quejo de lo que eres, para nada. Solo me hubiera gustado ser parte de tu crecimiento.

  Mamá y papá ya no se encuentran con nosotros, y no puedo evitar lo que se vendrá, pero te cuidaré como no pude hacerlo en el pasado.

  Pongo una expresión de sorpresa al sentir a Anna moverse. La observo detenidamente, y poco después despierta por completo.

  Sus ojos se abren con rapidez, mira el cielo como si estuviera perdida.

—Sé quién soy.