❛❛ 𝙲𝚊𝚜𝚘 𝟺𝟻𝟼𝟽𝟾𝟿, 𝚊𝚋𝚒𝚎𝚛𝚝𝚘. ❞
La venganza nace desde el interior y se alimenta de los sentimientos que reprime nuestro ser.
Geum Eunji, no vivía con la venganza gobernando su ser, su vida era recta y ejemplar; pero entonces...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los ojos de aquella chica comenzaban a abrirse, sin embargo su vista era interrumpida por un inmenso dolor de cabeza y también por la banda en su cabeza que cubría su ojos. Intentó quitarla pero sus manos también se encontraban atadas con cinta al igual que sus tobillos.
De pronto la mente de la chica recordó todo, desde su supuesto conductor de taxi, la misteriosa llanta pinchada y las manos que callaron sus alarmados gritos. Su cuerpo comenzó a temblar de miedo así como las lágrimas comenzaron a rondar por el rostro de la chica.
—Vaya, despertaste antes de lo que tenía previsto. —dice una voz que altera todos los sentidos de la chica, porque no puede reconocerla, no es la misma que la del chico del taxi.
Quiere correr, golpear y huir pero sus manos temblorosas tientan unos fríos barrotes, estaba encerrada, completamente sin salida. A los segundos, una alarma de lo que parece ser un reloj de dormitorio suena con fuerza, pero es apagada al instante por quien ha hablado segundos antes.
—No me mates. —Suplica entre lágrimas. La risa de alguien más llena la tétrica habitación provocando que la piel de la chica se erize aún más.
—Tranquila, yo no lo haré. —dice una segunda voz, la cual la chica no tarda en reconocer. —Él sí. —aún si los ojos de la encerrada no podían ver, el dueño de la segunda voz señaló a quien tenía aún lado.
—Tú...—dice la chica entre lágrimas y con cierto odio.
—Verás cariño, si hubieras sido menos descuidada, no estarías en ésta situación. —ríe ante la desgracia de quién llora sin consuelo. —Aunque para ser honesto, me gustaría divertirme un rato contigo.
—Basta idiota, sabes que tenemos un plan y se llevará a cabo como yo diga.
—Carajo, eres muy aburrido con ésto. —replica la voz del conductor. —¿Cuándo podré decidir qué hacer con ellas?
—En cuanto dejes de ser descuidado. Golpear a un taxista y roba su taxi en una calle transitada, fue muy estúpido de tu parte. Ahora, déjame ver su rostro. —ordena el de voz profunda y en un par de minutos, la banda que interferia con su vista desaparece, otorgándole el peor escenario que verá en sus últimos momentos de vida.
Las dos figuras masculinas la miran, una con detenimiento y seriedad, la otra con diversión y perversión. El que era el conductor del taxi, abrió la puerta de la prisión en la que se encontraba y con brusquedad la sacó, para quitarle por completo el vestido que cubría su cuerpo. El hombre rubio y de mirada seria, miró el lugar que el conductor le señalaba en la pierna derecha de la pelirroja.
—Tienes razón, encaja con mi tipo.—dice con aún más seriedad. —¿Cual es tu nombre, bonita? —le pregunta como si quisiera crear una amistad con ella.
—Sora.
—¡Sora! Que lindo nombre. —exclama sonriendo y levantando las manos, provocando que ella se hiciera para atrás y que quien la sostenía riera. —Veras linda, no quiero engañarte, así que te diré la verdad. —con más de dos litros de agua en la cara, Sora lo miró en silencio. —Te va a doler.