Las gruesas lágrimas siguieron rodando por las pálidas mejillas de Sung Kyu mientras sus manos se aferraban con fuerza a sus escuálidas rodillas.
Los segundos se hicieron eternos y el tiempo pareció detenerse. Sus labios no pudieron contener sus sollozos llenos de aflicción. Y con muchísima angustia su corazón latió ante el horrendo castigo que estaba recibiendo Woo Hyun.
¿En qué momento se le ocurrió robar esa hogaza de pan? Y, sobre todo, hacerlo en las afueras del palacio real. Es un delito grave hurtar alimentos. En el pueblo todos lo saben, incluso hasta el niño más pequeño. Pero el hambre a la que los miembros de la corona los han estado sometiendo es cruel; es inhumana. Cada día se debe luchar por sobrevivir y cada día se tienen menos fuerzas para hacerlo.
Desde hace más de una década, la vida en la colina se hizo demasiado dura. El Rey ordenó restringir cada hectárea de tierra para sembrar y los campesinos están obligados a pagar exorbitantes cantidades de dinero como tributo para tener derecho a una pequeña parte de parcela con la que, difícilmente, pueden sostener a sus familias.
Nadie ha tenido el valor para oponerse a los mandatos de Su Majestad en los últimos años; muchos terminaron en la horca por atreverse a ir en contra de sus deseos, aunque, Sung Kyu no puede asegurar si morir colgado es peor que perecer ante una horrorosa sesión de azotes, justo como le está sucediendo a Woo Hyun en este preciso momento.
Cuando atraparon a Sung Kyu, estaba dispuesto a recibir su condena. Fue él quien robó la pieza de pan de una de las canastas que estaban en la carreta de víveres del palacio. Él había prometido llevarles un delicioso pan de color dorado a sus hermanos pequeños antes de tropezar con una piedra al cruzar el largo puente de cuerdas, en donde un par de guardias lo capturaron. Woo Hyun presenció toda la escena y corrió tras los caballos que llevaban a cuestas la jaula de madera que transportaba a Sung Kyu.
Se llevó algunos golpes en la cara y unas cuantas patadas como preludio al castigo que debía recibir. Los guardias ataron a Sung Kyu de las manos, lo obligaron a hincarse y bajar la cabeza. La sangre del joven se congeló; su sudor frío comenzó a resbalar por su demacrado rostro, e irremediablemente comenzó a pensar en el futuro incierto que les deparaba a sus hermanitos. No obstante, Woo Hyun llegó a salvarlo (como siempre lo ha hecho) y aseguró que él había sido el perpetrador.
Sus ojos se cruzaron por un momento, y los labios de Woo Hyun susurraron algo que Sung Kyu no pudo escuchar.
Los guardias entonces lanzaron a Sung Kyu al exterior del patio de castigos. Las puertas se cerraron desde adentro con cadenas y le fue imposible volver para socorrerlo. Woo Hyun fue atado hasta casi cortarte la circulación de las muñecas y los azotes comenzaron justo cuando resonó el grito de un guardia tras la entrada.
Cien latigazos son el castigo por robar comida: una manzana, una pera... una hogaza de pan.
Sung Kyu ahogó otro grito y se abrazó a sí mismo. Rezó en silencio y pidió con todas las fuerzas de su alma que aquello acabara pronto, o que Woo Hyun perdiera el conocimiento antes de que las púas del látigo desgarraran toda la piel de su espalda.
Pero Woo Hyun era fuerte; la persona más fuerte que había conocido jamás.
...
Sus manos temblorosas aprietan el paño húmedo una vez más y Woo Hyun frunce el ceño cuando Sung Kyu lo pone en sus profundas heridas que aún sangran.
Infortunadamente, el joven no se desmayó antes de que terminaran de azotarlo.
—¿Por qué lo hiciste? —murmura Sung Kyu tras limpiar la piel de Woo Hyun con sumo cuidado. El agua salada se acumula en sus ojos de nuevo y toma otro poco del ungüento casero que ha preparado con hojas secas y flores medicinales, para frotarlo en las profundas llagas—. Pudiste haber muerto.
Un quejido escapa de los labios de Woo Hyun, pero no se opone a ser curado.
El viento sopla con más intensidad y se lleva consigo la pequeña flama de la última vela que hay dentro de la choza cuando se cuela por la ventana.
Todo queda en penumbras, pero aquello no asusta a Sung Kyu, incluso no lo hace cuando se sobresalta al sentir de pronto la mano de Woo Hyun aferrarse a su muñeca.
—Lo hice por ti. Haría cualquier cosa por ti —dice sin titubear, dejando mudo a su acompañante.
El silencio se alarga otro poco; el sonido de las cigarras empieza a escucharse, pero es el corazón de Sung Kyu el que retumba con demasiada insistencia en aquella noche oscura porque Woo Hyun se ha podido levantar para darle un beso.
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ONE-SHOT & DRABBLE [WooGyu & GyuWoo]
FanficADVERTENCIA: Escenas explícitas +18 •DISCLAIMER• Estas historias son textos originales de mi autoría y enteramente de temática homosexual. Los nombres y marcas son propiedad de sí mismos o sus compañías y sólo son utilizados con fines de entretenimi...