¿Quién eres tú?

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Al menos dos metros la separan de mí
Jennie: oye tú ¿cuál es tu problema ? - Realmente no estoy pensando lo que hago, desde cuando soy tan atrevida, al diablo con todo, ya está hecho.- oye, te estoy hablando!

Lisa: Cuida la forma en que me hablas, Jennie.  - dice ella con una inesperada voz gruesa, mirándome de forma altiva

Jennie: ¿Disculpa?, ni siquiera me conoces, ¿ cómo te atreves a hablarme así? - dije furiosa, quién demonios se cree para regañarme como si fuera una niña

Lisa: Ya basta, omega - dice con firmeza
Jennie: ¿omega, de qué demonios estás hablando?

De repente ella se acerca un poco a mí, parada muy derecha, con una forma de caminar que yo definiría arrogante, hasta que ese maldito olor llega a mí; ahogándome, juro que es delicioso, me cuesta mantener mi enojo, pero debo seguir.

Jennie: Es obvio que tienes algún problema que no me interesa, sólo deja de seguirme - lo dejé claro y continué mi camino a paso rápido. Llegué a la esquina de la calle y entré en el edificio de apartamentos en el que vivo.
Saludé al portero y subí las escaleras hasta mi piso lo más rápido que pude, aún sentía una extraña inquietud.
Pero al intentar cerrar la puerta esa maldita chica entra empujándome dentro. Y yo me siento harta y doy la vuelta lista para golpearla, pero ella toma mi puño con su mano y lo baja como si no fuera nada. Eso me enfurece y le intento dar una patada, va directo a la espinilla, pero ella parece no sentir nada. Sujeta mis brazos pegándolos a mi costado y mete su cara en mi cuello, respirando de manera pesada.

Jennie : ¡Basta suéltame qué estás haciendo! - digo mientras intento quitármela de encima; cuando una oleada de su olor a café tostado me inunda las fosas nasales. Intento resistir pero quedo casi hipnotizada hasta que estoy casi recostada en su pecho, olfateando.
Jennie: ¿Qué está pasándome? - no sé si se lo estoy preguntando a ella o pensando en voz alta.
Por primera vez en años siento paz, genuina tranquilidad dosificada en cada respiración que esa chica daba, en cada sube y baja de su enorme pecho.

Lisa: Tranquila, omega. Solo debes respirarme. - habló bajo con la cara aún en mi cuello
Jennie: Deja de llamarme asi, no entiendo por qué me dices eso - le digo casi como un puchero. De repente me veo a mí misma en total comodidad con la cercanía de esa extraña, no siento temor de que me haga algo, al contrario, me siento protegida.

Ella me suelta poco a poco, me mira a los ojos y yo siento vergüenza. No quiero mirarla tan cerca.
Pero ella me toma el rostro con unas manos grandes y duras.
Lisa: mírame, Jennie. He venido desde lejos solo para que me mires, me respires y sepas que yo estoy.

¿Por qué me temes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora