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"Es guapo, viene de una buena familia y además es abogado. ¿Qué más exiges?"

Renjun frunció el ceño mirando los papeles con los resultados de su último paciente y luego en la esquina apuntó la receta indicada.

"Renjun, estoy hablando contigo."

-Y yo estoy trabajando mamá.-rodó los ojos ya que la mayor no lo veía.-Por favor, te ruego que dejes de buscarme citas.

"Pero debes casarte, ya tienes todo. Una casa, una carrera completa, tienes ahorros, solo te falta un esposo e hijos."

-¿Quién dijo que necesitaba un esposo?-frunció el ceño mientras continuaba con los papeles.-Estoy bien así...

El silencio se hizo presente en la línea y Renjun sonrió.

"Bien, Huang Renjun. Como desees, haz lo que quieras."

-Gracias mami, te amo.-fue lo último que dijo antes de colgar y soltar un suspiro.

Se recostó en su asiento mientras miraba fijamente hacia la pared. Tener conversaciones sobre matrimonio, hijos o su vida privada en general, eran cosas que lo incomodaban como no había nada en el mundo, incluso más que tener que hablar con sus jefes. Era horrible.

Luego de que Donghyuck y Mark se comprometieran su madre había estado encima de él rogándole que tuviera citas y que dejara de rechazar a todos los que siquiera intentaran hablarle. Renjun no le había hecho caso.
No quería a nadie, había intentado salir con su antiguo jefe cuando fue interno pero las cosas simplemente no se dieron así que dejó de insistir y tomó la madura decisión de ser un hombre soltero por el resto de su vida, eso se sentía mil veces mejor que forzar una relación en la que el haría a otra persona infeliz.

Se puso de pie cuando vio que ya era su hora de almuerzo y salió de su consultorio colocando sus manos en los bolsillos de su bata. Sonrió a cada paciente y enfermera que pasaba por el pasillo y llegó al comedor haciendo la fila de inmediato para comer.

Se sentó solo. Donghyuck probablemente estaba en su consultorio, si, habían corrido con la maravillosa suerte de compartir lugar de trabajo y siempre era malditamente divertido ver a su mejor amigo por los pasillos. Una mueca, un abrazo o un beso siempre era depositado por el menor y eso lo hacía sentir cálido, era del único que recibía afecto físico desde hace casi cuatro años. No era a lo que estaba acostumbrado pero se sentía bien.

-Doctor Huang...-una enfermera se acercó a él mientras retorcía sus manos de forma nerviosa.

-¿Si? ¿Sucede algo?

La chica asintió con fuerza antes de tomar una respiración.

-Su auto. C-creo qué hay alguien intentando meterse.

Renjun frunció el ceño levantándose del asiento con rapidez.

-¿Qué? Se supone qué hay un guardia en el estacionamiento.

-Si. Lo estaba buscando pero no lo encontré...-la chica asintió.-¿Irá al estacionamiento?

-Por supuesto, ese idiota me va a escuchar.-soltó enojado.

-Tenga cuidado.

Asintió rápidamente.

-Busca al guardia de nuevo por favor.-fue lo último que dijo antes de dirigirse al estacionamiento.

Era increíble la poca seguridad que había en ese hospital, se suponía que había un guardia específico para cuidar el estacionamiento donde estaban los autos de los empleados de aquel lugar, ahora una enfermera venía y decía que había alguien intentando meterse a su auto como si fuera suyo. Como si fuera un juego. Apretó sus puños y al llegar al estacionamiento vio cómo su auto estaba perfectamente estacionado sin ninguna puerta abierta, frunció el ceño acercándose más pero de repente sintió una mano cubrir su boca y hacerlo caminar hasta chocar con la pared.

M A F I A [NOREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora