Capítulo 41

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Las paredes se encogen a mi alrededor y el oxigeno contrae mis pulmones, tanto que he empezado a hiperventilar mientras procuro caminar con mis trémulas piernas lejos de aquí. Mi fortaleza ha colapsado en esa habitación y la tristeza, la rabia y la confusión se ciernen en mi sistema como una ola de neblina apoderándose del ambiente.

A medida que Olivia me contaba cómo fueron las cosas, sentía que no iba a ser capaz de llegar al final. Por más que traté de rememorar, escéptica de sus palabras, ningún recuerdo destelló en mi mente sobre lo que ella me estaba contando. Me sentí frustrada ante mi incompetente memoria y luego ese sentimiento se convirtió en una tristeza profunda. Sentía que las capas de mi corazón eran cortadas con un bisturí al ver cómo todos me engañaron por tanto tiempo.

Fue horrible, pero sobreviví y ahora necesito estar lejos de ellos.

Las personas a mi paso me ojean preocupadas y murmuran palabras ininteligibles para mis oídos. Mi pecho se contrae una y otra vez al punto en que debo recostar la espalda contra la pared más cercana para no desfallecer justo ahora. No controlo mi debilitado cuerpo que lucha por hacerme caer y revolcarme en mi propia miseria.

Pero no le otorgo el gusto y me incorporo para retomar mi camino lejos de esas personas. Mis pensamientos, por primera vez, permanecen en silencio y deciden darme una mente en blanco, totalmente despejada de bucles tortuosos en los que tienden a encerrarme. Llego a la sala de estar y busco ávidamente a la única persona con la que me gustaría estar ahora mismo. Evalúo cada rostro a través de las lagrimas y no consigo dar con él.

—No está. Cuando despertó y vio que no estabas, decidió irse.

Decido ignorar la presencia de Danthaniel y continuo mi camino directo a la salida. Mi necesidad de llenar con aire fresco mis pulmones acrecienta con cada segundo que sigo aquí dentro. Necesito sentir la helada brisa quemando mis mejillas y la punta de mi nariz. Necesito algo que me haga sentir que no voy a perder el control.

Y así sucede. Inspiro hondo cada gramo de oxígeno que me ofrece este planeta cuando logro salir y dejo que las incontenibles lagrimas sigan su paso con normalidad. Esta noche no quiero retener nada, ni reprimir lo que estoy sintiendo. El caos que hay en mi ser necesita ser liberado de formas correctas.

—Tessa... —Es él, de nuevo.

Me aclaro la garganta, pero no me doy la vuelta para mirarlo. Sé que estoy a punto de utilizar un tono de voz duro y seco.

—¿Desde cuándo lo sabes, Danthaniel?

Se toma un par de segundos para responder a la mitad de un suspiro.

—Desde que llegué al pueblo.

Niego lentamente y esta vez, giro sobre mi eje para hacerle frente.

—¿Y tú justificación cuál es? —cuestiono con hostilidad—. Porque no creo que mi padre te haya manipulado a ti también.

—No, a mi nadie me manipuló, Tessa. Sé que lo que diré me hará un completo hijo de puta, pero tú no podías descubrir la verdad hasta que no lográramos eliminar a Wayson del camino y hasta que no lograras controlar tus poderes.

Sonrío a medias.

—Sí, eres un completo hijo de puta.

Lo veo tragar saliva y luego frotarse la mitad del rostro con frustración.

—Deja que David te cuente su historia.

—Claro que dejaré que lo haga —replico—, pero por ahora pueden irse todos a la mierda.

Dispuesta a marcharme, doy media vuelta y empiezo a caminar. Escucho los pasos apresurados de Danthaniel, aunque no acelero los míos al saber que me sigue. No estoy tratando de huir, solo quiero alejarme hasta que me sienta mejor y luego regresar dispuesta a lo que me espera.

DARKNESS II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora