Capítulo 2

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Me quedo congelada al escuchar aquel apodo. Tomo la mano que Alek tiene sobre mi boca y sin soltarla me giro lentamente. Me quedo pasmada al notar los cambios después de siete meses; su cabello creció y se volvió más oscuro, sus rasgos se acentuaron más y sin duda se ha estado ejercitando cuando sus marcados bíceps me lo confirman.

«Los rusos ahora roban alientos».

—Alek... —logro decir y me siento tonta por no decir nada más, así que me obligo a desenredar mi lengua para hablar—. ¿Qué has estado comiendo?

—¿Qué? —se ríe—. Sigues estando loquita.

Ruedo los ojos y suelto su mano. Lleva una camiseta roja, un pantalón negro y una leñadora negra con blanco. Él se acerca y me rodea con sus cálidos brazos. Yo solo permanezco estática aspirando su rico aroma.

—Sigues oliendo a melocotón —pronuncia, llevando una mano a la parte baja de mi espalda—. Y también los hoyuelos en tu espalda.

Pongo mis manos sobre su pecho y lo alejo mientras lo miro confundida.

—¿Cómo sabes que tengo hoyuelos en esa zona?

—Siempre fui demasiado observador —comenta guiñándome un ojo.

¿Es mi imaginación o Alek está más coqueto de lo normal? Y como no, si ahora está el doble de guapo de lo que estaba antes. Es de esos chicos el cual su belleza no pasa desapercibida, aquel al que estás obligada a verlo aunque sea por un par de segundos mientras intentas guardar su rostro en tu memoria.

—¿Cómo me encontraste?

—Solo sentí las vibraciones de onda de alguna luz demasiado fuerte y las seguí hasta dar con ustedes —aclara—. Aunque la verdad es que supe que están estudiando aquí y me animé a venir, así que las vibraciones solo me guiaron cuando estaba en el estacionamiento.

—¿Por qué no llamaste en siete meses? —inquiero, enfadándome de repente—. ¿Por qué te desapareciste de aquella manera? ¿Por qué nos dejaste solas?

Alek se pasa una mano por el cabello y tira de algunos mechones con algo de fuerza.

—Necesita tiempo para asimilar todo. Yo solo... —hace una leve pausa, como si no supiera que más decir—. Yo solo quise alejarme de ustedes.

Arrugo la nariz con desconcierto.

—¿Por qué?

—Porque me sentía una mierda por haber ayudado a Aiden.

Suspiro y le dedico una suave sonrisa ante tal sinceridad. Tal vez no debería estar tan distante y entender las razones por la cual no supe nada en tanto tiempo sobre él. Así como yo necesité tiempo, él también debió hacerlo. Aiden era su mejor amigo y no me imagino cómo debió sentirse después de darse cuenta de que lo utilizó.

—Está bien, te entiendo —susurro—. Es cómico que ahora nos una la traición de Aiden.

—¿Ha intentado comunicarse contigo?

—No, ¿por qué?

—Porque conmigo sí lo hizo —asegura—. Viajó a Suecia para visitar a los padres de Daymig y me llamó para decirme si podía ir de visita a mi casa.

Después de aquella noche no pude evitar haberle cogido cierto resentimiento hacia el nombre de aquella chica. El solo hecho de escucharlo me irrita como justo ahora que aprieto mi mandíbula y tenso mis músculos.

—No hablemos más de él, ¿de acuerdo? —emito con un tono enojado. Debo calmarme ahora, ya que cuando me enojo solo cosas malas suceden—. ¿Y Olivia?

DARKNESS II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora