Capítulo 19

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—¡Mis hijos! —empieza a correr Ellen hacia las escaleras.


    —Pierde cuidado Silvio parece que es muy bueno con los niños, ni bien lo vieron se calmaron y ahorita él los tiene aburridos con un cuento que esta inventando acerca de un par de idiotas que se embarazaron sin darse cuenta... —Comenta Mario en tono burlón.


     —¡Ese ya me va a escuchar!, como le va a contar historias de esas a mis bebes. —Comenta Albert alcanzando a Ellen, de camino a las escaleras.


     —!Ya muchachos, déjenlo ser!, a esa edad ni conciencia tienen de lo que ese chico pudiera estarles diciendo. Tómenlo con calma y aprovéchense un poco, ¡total! ya se dieron gusto hace un rato. O es que creen que no los escuchamos, con semejantes jadeos desde la alberca... —Comenta Mario seriamente. —Mas bien Uds. deben de aprender a ser más discretos con sus apasionamientos, sean conscientes que no están solos y ahora más que viven con los tres niños.


     —Más bien ahora que están ambos dispuestos y disponibles, quiero que vean este plan que entre Silvio y los hombres de tu seguridad hemos ideado... Mira ¿Qué te parece esto?... — Interrumpe Marcelo de improviso, mostrándole algunos apuntes y bocetos de un croquis de la casa.


     —¡¿Es que piensan colocar cámaras en toda la casa?! —Pregunta Albert asombrado.


     —¡Así es pillín!  —Dice Silvio subiendo las últimas gradas de la escalera al encuentro de los amigos, sosteniendo en brazos a la pequeña Lorena.


     —¿Qué haces con la niña?, debiste dejarla allí con sus hermanitos,—Comenta Ellen acercándose a su hija.


     —Ella quiere estar con su padrino para aprender mejor todas las cosas, porque dudo que Uds se acuerden que ya tienen hijos. —Comenta jubiloso Silvio sin soltar a la niña.


     Ellen observa con asombro y comprueban que ni bien Silvio acerca a la niña a ella, Lorenita busca los brazos de Silvio, lo mismo ocurre si se la acerca a Albert.


     —¡Por Dios! que hechizo le hiciste a mi hija —Pregunta Albert ceñudo al notar que su hija prefiere los brazos de Silvio a los suyos.


     —Nada cabrón, simple y elemental, tu hija tiene buen gusto, además ya se dio cuenta que su padrino es mas guapo que su papi y además hueles a perro en celo. ¿cierto Lorenita?,... ¿Viste? dice que sí —argumenta Silvio acercando a la niña a su oído en alusión que ella le está diciendo algo en secreto.


     —Bueno, volviendo a lo de la seguridad, vamos a instalar un control en la entrada del estacionamiento con dos hombres de confianza que se encargarán de controlar las cámaras de seguridad exteriores, mientras que desde la habitación de los niños o de tu habitación podrás controlar las cámaras de toda tu casa. Hemos ingresado cámaras a la farmacia que está a un par de cuadras y al súper donde suelen ir. Obvio, pagándole a los respectivos dueños un incentivo ayudador, aludiendo que además poseerá seguridad extra y una buena remuneración mensual que nunca está demás. Y bueno, también, por las calles en ruta hacia el bufete, así es que siempre deben de tomar esa ruta para salir o para ingresar a este lugar. Del mismo modo el personal de tu seguridad y así Ellen podrán saber por donde están. Sólo hace falta instalar un localizador a tus vehículos y a la bicicleta que suele usar Ellen para ir de compras a las voladas. Aunque si sigue las indicaciones no necesitara salir para nada de aquí. Total dispondrá de todo lo básicamente necesario. Sólo nos harían falta colocar cámaras en las inmediaciones del juzgado y en camino a la ruta al conservatorio. Queremos saber que rutas empleas para dirigirte allí, Albert. Y de inmediato para terminar con este espinoso asunto.

ÁNGEL O DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora