Capítulo 21

1 5 0
                                    


Un domingo que su dueña le dio libre aproveché para llevarla a la playa. Ella no sabía nadar, así que yo iba a enseñarle.

Llevaba una ropa de baño muy sensual, en mi opinión, pero estaba tapada por su vestido de maya blanco que la cubría, y un sombreo color mostaza.

Le tenía miedo al agua, pero entro conmigo. Tuvo que sacarse el vestido para entrar, así solo quedo en ropa de baño. Yanela es bastante delgada, sin embargo, este último año que empezó a alimentarse mejor, por obligación mía y por la edad se ha desarrollado muy bien, tal vez incluso un poco demás para su edad. Cuando entramos al agua la pasamos genial, nos agarrábamos de las manos para que la marea no nos llevara muy lejos. La pasamos increíble, aunque al final cuándo salió un poco antes que yo del mar pude notar unas heridas muy deplorables sobre sus piernas. Tal vez por eso no quería descubrirse tanto. Me preocupe mucho por ella, pero no le dije nada en la playa, sabía que la incomodaría. NOS DIVERTIMOS MUCHO, VOLAMOS UNA COMETA JUNTOS, CAMINAMOS EN LA ORILLA, JUGAMOS EN EL AGUA, la cargué en mi espalda, hicimos un terrible castillo de arena, a pesar de que medimos nuestras paredes y techos, de todas formas, nos quedó bien. Escribimos nuestros nombres en la orilla de la playa, comimos helados, un montón.

Cuándo volvimos a la ciudad ella estaba algo roja y con una coleta, estaba bajando de mi coche a unas cuadras de su casa y le pregunté, aunque parte de mí no quería porque podría arruinar ese día perfecto, aun así, debía hacerlo:

- ¿Te la pasaste bien?

-Sí, mucho amor, me encantó.

-A mí también nena.

-Gracias- Dijo con una inmensa sonrisa-

-Gracias a ti

Le di un beso en la mano y bajó. Pero, aunque no quería, bajé después de ella, ella lo notó y volteo a verme.

- ¿Todo bien?

-No en realidad tengo que preguntarte, ¿Estas bien?

-Sí, tranquilo, ¿Por qué preguntas?

-Amor es que hoy, no quería decirlo, pero estas heridas en tus piernas, estas heridas.

-Amor ¿Por eso?, no es nada, mmm en realidad es incómodo, pero estoy bien, me caí. -Dijo tranquila, fingiendo paciencia-

-Por favor Yanela eso no es de una caída.

-Sí, bueno no importa.

-Yanela, si te pasa algo deberías decirme.

-No me pasa nada.

-Por favor no me mientas, yo sé que te pasa algo.

- ¿Por lo de mis piernas?

-No.

- ¿Cómo? -Dijo intrigada y frustrada-

-sé que tienes problemas en tu familia, y no sé, si tal vez ellos te lastimaron o algo.

- ¿Problemas en mi familia? ¿Qué? -Dijo alejándose- ¿Por qué dices eso? ¿Tú qué sabes?

-No es que haya querido meterme, pero, sé que el conviviente de tú mamá, no lo sé te golpea.

-Basta! Jamsen eso a ti no te importa.

-No si me importa, porque si alguien te lastima, me lastima. Estoy harto de que digas que todo está bien cuándo no lo está. Lo que más me molesta es que me mientas.

-No te miento.

-Sí, si lo haces, no me dices que estas mal, que tienes problemas. Mientes cada vez que dices que todo está bien que no pasa nada, que tus heridas son un accidente. O cuándo te abrazó y aunque disimulas que no te duele lo hace, porque alguien te lastimó en la espalda. ¿Crees que no me doy cuenta? ¿Qué soy tonto?

Se quedó callada mirando al suelo:

-No digo nada porque espero que algún día confíes en mi lo suficiente para que me cuentes algo, pero no. ¿No confías en mi verdad? A pesar de todo, sigues sin poder confiar en mi como para contarme sobre algo que te lastima.

-Confío en ti -Dijo casi llorando-

-No, no lo haces.

-Sí claro que sí Jamsen, solo que no , no para contarte si sufro o no, no es correcto que diga los problemas de mi casa afuera, no es justo que tengas que cargar con cosas negativas de mí, no es justo para los demás saber por lo que pasó. No sería justo para ti. Por eso no.

-Así como a ti te importan mis problemas y me escuchas y me das consejos para solucionarlos, yo también quiero escuchar tus problemas.

-No Jamsen es diferente.

-No, no lo es. -Dije-

-Sí lo es!

-Entiendo, nunca tendrás suficiente confianza en mí como para contarme tus problemas, como para dejarme ayudarte- Le dije tomando su mejilla- Y es que quiero ayudarte por que te amo.

-Yo también te amo.

-No, no Yanela, no confías en mi, no soy suficiente para ti.

Entonces la solté y me retiré a mi auto. Cuándo la oí gritar:

- ¡Mi mamá, está enferma! -Dijo casi llorando- No sé qué le pasa y mi nuevo padre es, es un maldito -Dijo llorando-

Regresé y antes de que se desplomara llorando la abracé. Esa noche nos sentamos a conversar en una banca que había por un parque en construcción, ella me contó algunas cosas. El punto es que había empezado a trabajar mucho más ese último año para llevar a su madre a una consulta en una clínica. Necesitaba suficiente dinero para llevarla, y bueno durante este tiempo ya tenía el dinero suficiente. Pero ahora no sabía cómo llevar a su madre hasta allá porque ahora estaba mucho más débil. Quedé en volver al día siguiente para llevar a su madre a la clínica.

Esa no che en mi habitación no entendía porque para ella era tan difícil contar las cosas que le pasaban. Pero cada persona es diferente y a pesar de sus diferencias yo la quiero.

¿Estas hablando conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora