Capítulo XI

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Capítulo XI - Herupā
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Natsuki: Bueno, ¿y quién nos puede ayudar?

Monika: .... Seguidme....

Monika se levantó de la mesa sin dar explicaciones. Salió por la puerta despidiéndose del camarero. Nosotros la seguimos. Natsuki miró hacia atrás, y creo que entendía por qué. Nos habíamos ido sin pagar, y el camarero no nos dijo nada. Monika caminaba ligera, y nosotros la acompañamos; pero nos extrañó cuando Monika se frenó en frente de la puerta del garaje del café. Pegó dos golpes en la chapa de la puerta con el dorso de la mano, y unos segundos después, nos abrió la puerta del garaje un hombre calvo y chaparro. Cuando entramos, separó sus gafas en dos, y las colgó de su cuello. Se nos quedó mirando con desconfianza. De pronto, habló.

???: ¿Y ellos quiénes son?

Monika: Tranquilo, ellos vienen conmigo, son de confianza.

Aquello pareció calmar al hombre, aún así, nos miraba con recelo. Miramos al interior, y vimos lo que parecía el almacén de un café convencional; cajas de granos de café, palés de refrescos, cajas con azúcar, bolsitas de infusiones, tazas, cucharillas,... Pasamos por una puerta, y encontramos otro almacén, que llevaba a las escaleras del sótano, que llevaban a otro almacén. Pero este almacén no era tan mundano. Todas las cajas de madera que había estaban cerradas. No podíamos ver el contenido, pero no hicieron falta explicaciones para mi. Claramente eran cajas de armas. O si no lo eran, lo parecían.

Monika: Uno de mis contactos más cercanos pertenece a la Yakuza, así que me hacen favores

Natsuki se había alejado de ella por miedo. Yuri yo estaba sudando del temor. La única que no parecía sorprenderse fue Sayori. Permanecía inmóvil, y miraba atentamente a Monika.

Sayori: ¿Qué es la Yakuza?

Monika: Por el amor de Dios, Sayori, ¿tú vives en este planeta?

Sayori: ¿A qué te refieres?

Monika: Es la mafia japonesa, Sayori.

Sayori: ¿Pero cómo estás aquí? ¡Si eres abogada, Monika!

Monika: Una abogada en condiciones necesita fuentes de información en todas partes. Necesitaba contactos en la abogacía, en la policía, y en la Yakuza.

Sayori: Y... ¿Cómo llegaste aquí?

Monika: Cuando estuve viviendo en los barrios bajos hace un tiempo, tuve que hacer de fiscal en un caso. Mi cliente era miembro, y ganamos el juicio. Él me ofreció acompañarle, y me llevó a uno de los pisos francos, y me explicaron que podríamos ayudarnos mutuamente. Yo acepté sin saber muy bien qué me esperaba. Y gracias a la ayuda mutua que nos proporcionamos; ellos con información confidencial para pleitos, y yo a ellos en los casos de denuncia que le tocaban. Cuando me contrataron en Makima, me acompañaron y me mostró que el "piso franco" aquí era este café, y siempre que necesitan o necesito ayuda, nos ponemos en contacto. Eso es todo, no cometo ilegalidades, solo ayudo y me ayudan.

Takeda: P-pero Monika... ¿Cómo se supone que nos puede ayudar la mafia?

Monika: ¿Necesitáis encontrar a vuestro asesino, no? La Yakuza puede encontrar a quien sea en todo el país.

Yuri: B-bueno, pero tampoco creo necesario llegar hasta este extremo. No creo que sea muy difícil encontrar al asesino.

Monika: Con su ayuda tardaremos menos. Por lo menos, ¿conocéis su nombre?

Entonces, miré a Natsuki con convicción. Ella me devolvió la mirada, suspiró y habló.

Natsuki: Se llama Natsuki Kento, y es mi padre...

Monika: Es cierto... Nunca supe si mi deducción era cierta, pero sí lo era. Una vez, acompañando a Takeda a casa, lo vi nervioso al pasar por tu casa, y no supe qué le pasaba. Luego, te fugaste de casa... Pero cuando... Te fuiste, Takeda nunca nos contó que ocurrió. Se pasó varias semanas sin hablar. No salía de casa, y la última vez que estuvimos nosotros cuatro fue... Tras tu funeral... Takeda no-....

Antes de que acabara, la interrumpí.

Takeda: No, Monika, si alguien tiene que contarle esto, soy yo...

Natsuki parecía asustada, y la miré a los ojos. Sus pupilas brillaban, y durante unos instantes, no pude hablar. Finalmente, lo logré.

Takeda: Natsuki... No asistí a tu funeral...

Un doloroso silencio aconteció. Las lágrimas comenzaron a fluir por sus mejillas. No esperaba que reaccionara así en absoluto. Pasé de la incomprensión a la mayor culpabilidad de mi vida, y la sensación era terrible. De un momento a otro, Natsuki me empujó y salió corriendo del lugar.. Traté de seguirla, pero antes de echar a correr, Yuri me tomó del hombro. La miré, y simplemente negaba con la cabeza.

Yuri: No lo hagas... Déjala llorar, necesita desahogarse de todo esto...

*      *      *

El aroma de la lluvia me retrotraía a hace tres años. Al día en que llevé a Natsuki a cenar. Al día en que le compré la chaqueta y la bufanda que tanto le gustaban. Al día de la batalla con bolas de nieve. Era un recuerdo tan agradable como doloroso, sabiendo que es muy posible que nunca podríamos volver a ser tan felices. Sin aviso, sentí una mano en mi espalda. Parecía que la terraza del hotel ya no era mi rincón secreto.

Sayori: Tranquilo... Se le pasará...

Takeda: No me duele esta vez... Me duele pensar que le he hecho más daño a Natsuki del que le he evitado...

Sayori: No digas eso, porque sabes que es mentira. Jamás vi a Natsuki tan feliz como la época que pasasteis juntos... Somos buenos por naturaleza. Sobre todo con quien amamos, y si alguien hace daño a quien amamos, somos capaces de remover cielo y tierra para vengar ese dolor, sin darnos cuenta que estamos provocando más daño del que reparamos. Pero, ¿por ello somos malas personas?... No. Somos humanos, y el humano siempre será una máquina imperfecta. No te culpes por su dolor, no lo has provocado tú ni lo podrás arreglar tú. Natsuki tiene que derrotar a sus demonios para sobrepasar los baches de la vida, tú solo puedes apoyarla. Creeme, lo he vivido.

Takeda: Gracias, Sayori....

Sayori: ....... ¿Por qué, Takeda?....

Takeda: ¿Qué pasa?

Sayori: ¿Por qué me siento mal? Debería estar feliz... Siempre que tú estás feliz, yo lo estoy... Pero ahora no puedo evitar sentirme triste. Me llevo autoengañando cuatro años, pensado poder estar contigo. Pero da igual lo que haga, no consigo acercarme a ti; siempre alguien se interpone y me deja a las puertas.

Una escondida lágrima brotó de los ojos de Sayori. La limpió con su antebrazo y le respondí.

Takeda: Alguna vez dijiste que no te importaba realmente que te amara, sino que siempre estuviera contigo. Pero ambos sabemos que solo una de esas frases es verdad. Siempre estaré aquí para acompañarte, en los buenos y malos momentos; y piensa que si las cosas no van bien.... Bueno, estoy divagando. Estoy contigo ahora, y sabes que aunque no esté, soy feliz, así que puedes vivir o morir en paz. Pero, por ahora, vive... Vive, Sayori.

Sayori, sin avisar, me dio un beso en la mejilla. Salió corriendo a su habitación, derramando lágrimas a su paso. No sabía si realmente había entendido lo que le dije, así que no supo cómo reaccionar. Ahora Sayori y Natsuki lloran en su cuarto, y solo puedo consolar a una a la vez. Aunque no creo que pueda consolar a ninguna de las dos.

CONTINUARÁ...

Doki Doki: Estoy Vivo [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora