Capítulo VI

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Capítulo VI - Kansōshita Ha
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El fresco aire nocturno rozaba mi piel de forma cuidadosa. Era un viento húmedo, y se sentía, en cierto modo, liberador. Una suave ráfaga de aire marino reverberó en mis oídos y me condujo a una sensación de placer. El puerto de Tokyo estaba vacío a esa hora, y era el lugar y el momento perfecto para estar solo con mis pensamientos. ¿Qué importaba ahora no poder hablar con Monika o Yuri? Tenía que agradecer estar vivo, poder volver con el amor de mi vida y disfrutar de los limitados días de ultimatum que Dar nos otorgó. Me senté al borde del suelo, con los pies colgando hacia el océano. Cuando sentía la paz más absoluta, una dulce voz retumbó en mi mente.

Sayori: ¿Qué tal, Takeda?

Takeda: Pues... No sé cómo responder a eso...

Sayori: Es una pregunta muy fácil, ¿qué tienes en la cabeza?

Takeda: Siento que esto que estamos haciendo no tiene futuro. ¿Por qué nos esforzamos en reunir al club? ¿Quién nos asegura que lo que nos dijo Dar era real? ¿Y si no importa? Desde que Natsuki y yo resucitamos, nada tiene sentido para mí... Pero no puedo evitar desear que todo esto sea cierto...

Aconteció un doloroso silencio, en el que sentí el desgarro del alma de Sayori, dándose cuenta de la certeza de mi duda. Mi razonamiento era lógico, y ella lo sabía, pero no quería que perdiéramos la esperanza. De pronto, apoyó su mano en mi hombro y sonrió.

Sayori: Takeda... ¿Tú eres ateo?

Takeda: Sí.

Sayori: Y si eres insensible a la fe, ¿por qué tienes fe en que esto pueda salir bien? Porque, aunque sea mínima, tienes esperanza de que salga bien y podáis vivir muchos años. A veces no es necesario tener fe en Dios, pero sí es necesaria la fe en tus proyectos. ¿Y qué mejor proyecto vas a tener en toda tu vida que la posibilidad de renacer de tus cenizas como un Fénix? Si esto sale mal, no habrá servido para nada; pero si pudiera salir bien, habrías desaprovechado la mejor oportunidad de tu vida. Y al fin y al cabo, podemos tenerlos un tiempo más con nosotros. No tienes nada que perder.

Sayori extendió su pulgar para secar la lágrima que fluía por mi mejilla, que brillaba a tenue la luz de la Luna. Sin avisar, puso su brazo en mis hombros y apoyó su cuerpo sobre mi. Era caliente y reconfortante. La mezcla de sensaciones era adictiva; la fría brisa marina mezclada con el cálido abrazo de mi mejor amiga. Tenía toda la razón del mundo, no tengo nada que perder, así que manos a la obra. Nos separamos, y ella se levantó.

Natsuki: Chicos, he podido parar un taxi, vámonos al hotel, que son las 23:00 y tengo sueño.

Dejamos lentamente el lugar. Sentí la última ráfaga de aire, y me introduje en el asiento del copiloto.

*      *     *

Llegamos al hotel, y subimos hasta nuestra habitación. Esa mañana habíamos comprado un poco de ropa, pues nos vinimos a Tokyo con lo puesto. Todos nos vestimos para irnos a la cama, y mientras abríamos las sábanas, Natsuki habló.

Natsuki: Bueno, Sayori, ¿y cuál es la idea que tuviste para contactar a Monika?

Sayori: Veréis, encontrar a Yuri va a ser mucho más sencillo. Nada más buscar su nombre en Internet me salió su foto. Resulta que ahora es escritora, y tiene varios best-sellers a sus espaldas. Entre ellos, y el más vendido, "Jisatsu Aikō-ka". Imagino que ahora entenderéis por qué vuestra historia se hizo tan conocida. Y lo mejor de todo, busqué su Instagram, y sube muchas fotos leyendo en una biblioteca con un café, y a veces dice su nombre, Kasōshita Ha ("Hojas Secas"). Y lo mejor de todo, la busqué y está en Tokyo, así que no tenemos que irnos de aquí para buscarla. Solo tenemos que ir allí un par de días, y tarde o temprano la veremos.

Takeda: Pues es un gran plan. ¿Qué opinas, Nat?

Natsuki: Me parece estupendo, podemos empezar mañana mismo. Y, exactamente, ¿dónde está esa cafetería?

Sayori: Pues está cerca de una calle llamada Omoide Yokocho, es una zona comercial, de puestos de comida callejera.

Natsuki: Pues perfecto, así podemos comer allí mientras esperamos a que aparezca.

Tras decir eso, nos despedimos y nos fuimos a dormir, fue una noche tranquila.

*      *      *

Eran las 21:51, y nos encontrábamos a la entrada de Omoide, disfrazados como de costumbre. En un puesto, Natsuki y yo disfrutábamos un vaso de sake, mientras que Sayori devoraba sin piedad media docena de takoyakis con salsa de soja. Era un puesto ubicado justo en frente de la cafetería que frecuentaba Yuri, y llevábamos unas 4 horas esperando muy atentos. De pronto, se me vino una idea a mi mente.

Takeda: Oye, chicas, ¿y si esperamos dentro? Podemos leer un poco y no llamar tanto la atención como aquí.

Natsuki: Me parece bien.

Sayori: Id entrando vosotros, yo voy cuando me acabe los takoyakis.

Cuando entramos, vimos una cafetería-librería muy rústica y acogedora, a pesar de ser muy pequeña; la pared era de ladrillo descubierto, el suelo tenía un precioso parquet de caoba negra, y diversas sillas y mesas, además de un mostrador donde se pedían las bebidas, así que Natsuki y yo nos acercamos allí a pedir alguna. Todo el mundo hablaba en voz baja, no sé si sería el sitio ideal para Sayori.

Dependienta: Bienvenidos, ¿qué desean?

Natsuki: Un té matcha.

Takeda: Yo un café solo.

Dependienta: Enseguida se lo llevo, siéntense donde quieran.

Nos acercamos a una mesa apartada, justo al lado de la ventana. Me acerqué a la estantería más cercana y extraje un libro. Era una traducción de "La Espada del Destino", de Andrezj Sapkowski, y comencé a leerlo a buen ritmo. Cuando llevaba unas pocas páginas, Natsuki interrumpió mi lectura.

Natsuki: Takeda, mira esto.

Dejó un libro encima de la mesa, llamado "La Magia de la Escritura Simple".

Natsuki: ¿No te recuerda a algo?

Takeda: Claro, a tus discusiones sobre poesía en el club.

Natsuki: No has mirado el autor, ¿verdad?

Cuando miré un poco por debajo del título, pude leer que lo había escrito Nikimoto Yuri. Fue una sorpresa para ambos, sobre todo sabiendo que ella defendía profundamente la escritura compleja.

Natsuki: Qué chica más tozuda, tuve que morirme para que admitiera que ella estaba equivocada.

Una sonrisa burlesca salió de los labios de la preciosa chica que me acompañaba. Sus ojos parecían ser dos gemas. Brillaban con tono rosado, y sus carnosas mejillas realzaban la nobleza en su mirada. Pero ese rostro se desvaneció al mirar a la mesa más cercana. Miré en la misma dirección y vi una chica de cabello púrpura, con gafas redondas y un tatuaje en el brazo. Tenía un cierto parecido a ella, pero solo en el pelo. No entendía muy bien por qué Natsuki quedó en shock al verla. Cierto era que también llevaba con ella una taza de té humeante, y visto con detalle, parecía el té negro que volvía loca a Yuri; pero tampoco era una pista concluyente. Pero de pronto entendí por qué Natsuki no articulaba ni una palabra. La chica rubia portaba un libro bajo su brazo, y cuando lo abrió sobre la mesa, pude leer en su portada "El Retrato de Markov".

CONTINUARÁ...

Doki Doki: Estoy Vivo [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora