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Israel espera por mi aparcado en la orilla de la carretera en la vieja camioneta de estacas que papá tenía.

Bajo del autobús y subo en el asiento de copiloto junto a él.

-Creí que querrías conducir- me dice chocando sus puños con los míos a modo de saludo.

-No, está bien. Hazlo tú.

-¿Como has estado?- pregunta encendiendo el auto.

-Bien, aunque un poco preocupado ¿Qué está pasando con el ganado?

-Nada grave, las inyecciones son para los novillos, no queremos que los agarre la peste.

-¿Y cómo está Lucero?

Lucero es la vaca que mamá me regaló cuando cumplí la mayoría de edad, era una ternera en ese entonces.

-Todo bien con ella, estamos esperando el parto.

-Mamá me dijo que podría ser hoy o mañana.

Seguimos el camino con una conversación amena, y quince minutos después finalmente estaba en San Bernardo, en mi casa.

Mi madre corrió para abrazarme, tenía aproximadamente seis meses de no volver. Me reprochaba una y otra vez que cuando estaba en la universidad los visitaba más a menudo, y tiene razón, pero no puedo decirle que me cuesta tomar un autobús los fines de semana para viajar cuando todo lo quiero es descansar después de una dura semana de trabajo.

-Dime que te quedarás al menos una semana- me dice soltándome.

-Ojalá pudiera, pero sabes que no. Me iré pasado mañana. Solo estoy aprovechando que el lunes es día feriado.

Sé por la expresión de su rostro que no es la respuesta que esperaba, pero está feliz de tenerme en casa aunque sea por poco tiempo.

-Entra mi flaco, te preparé café.

Y el delicioso aroma del café inundó mi nariz cuando mamá colocó la taza frente a mí en la mesa.

Café que tenía seis meses de no probar, porque el café de la capital definitivamente sabía diferente, estaba mal para mí, demasiado procesado. No tenía los granitos que se quedan en el fondo de la taza cuando lo has bebido todo.

El plato frente a mí tenía dos plátanos cocidos con una gran porción de chicharrón. Un desayuno muy distinto a las tostadas o tortillas que comía en Santafé.

Observarlo me hizo pensar en lo mucho que había cambiado mi vida desde que me había mudado para estudiar, unas cosas para mejor, otras no tanto.

Lucero comenzó a mostrase inquieta desde hace unas pocas horas, pero ahora que se ha apartado y se ha echado en el pasto, sé que mi vaquita está en trabajo de parto.

Mi madre, mis hermanos y yo permanecemos observándola de lejos hacer todo el trabajo solita. Este ternero es muy especial para mí, ya que probablemente sea el último parto de Lucero, que me ha acompañado durante diez años.

Unas pezuñas se asoman, y una hora más tarde una hermosa ternerita color marrón permanece en el pasto junto su madre.

-Es muy linda- dice mi madre -¿qué nombre le pondrás?

-¿Qué te parece Morena?, digo porque es marroncita- pregunta Gabriel.

-Suena bien, pero aún no he pensado en eso.

Caminamos hacia la casa para refugiarnos del inclemente sol mientras mis hermanos siguen dando opiniones de posibles nombres para mi ternerita.

Unos golpes en la puerta interrumpen nuestra cena más tarde, y mamá se pone de pie para abrir.

-Buenas noches señora Patricia- oigo la voz de una señorita y me alerto al instante.

-Buenas noches Claudia- Responde mi madre.

Maldita sea.

Siento la mirada de Israel sobre mí, y lo miro de vuelta. Él asiente brevemente y sé que se trata de ella.

-Quería apartar cinco litros de leche para mañana.

Me giro para verla cuando mamá le responde que la apartará de la leche que se ordeñe por la mañana.

-Joel- susurra en el momento que me ve.

La miro detenidamente y ya no se ve tan linda como antes, mis ojos se mueven de inmediato a su gran panza.

Está embarazada la muy hija de puta. Me sorprende porque después de jurar amarme, se encargó de dejarme muy claro que lo nuestro nunca podría funcionar porque jamás se vería gorda mientras cuidaba niños, sin dejarme decirle lo dispuesto que estaba a permanecer junto a ella a pesar de eso.

Lo único que me ha quedado claro ahora es que no quería verse gorda mientras cuidaba mis hijos, porque no estaba pensando en verse gorda cuando abría las piernas sin ninguna protección para otro hombre.

Fue la culpable de que me haya ido a la ciudad con el corazón roto, y la odié por algún tiempo, pero ahora no puedo sentir más que pena por ella.

Imagino que no la está pasando bien, es evidente que está jodida, y le avergüenza que yo la haya visto.

-Buenas noches Claudia- respondo cortésmente.

Se apresura en despedirse de mi madre y se marcha de nuestra casa.

Cortar la leña es un oficio del que se ha encargado Israel desde que me fui, pero justo hoy siento la necesidad de clavar el hacha en la madera una y otra vez.

-¡Tu teléfono está sonando!- dice Gabriel mientras lo trae a mi.

-Gracias- le digo mirándolo prabque entienda que debe irse.

Dudo un poco en abrir la llamada porque ya he visto que es Erick, pero es temprano aún. Contesto antes de que se corte y respondo con disimulo.

-¿Buenas noches?

-Joel.

Escucho su voz y una sonrisa automática se dibuja en mis labios.

-¿Pasó algo Erick?

-Pasó que no me dijiste que te irías.

Imagino el tierno puchero que debe estar haciendo.

-Lo siento, fue un viaje improvisado. ¿Por qué estás llamando tan temprano?.

-Johann no está, es una lástima que no estés acá.

-No puedes decirme ese tipo de cosas Er, no sabes lo que me haces.

Su risa al otro lado de la línea es todo lo que no sabía que necesitaba en este momento.

-Está bien, cambiemos de tema ¿Qué estás haciendo?

-Corto la leña para mañana.

-No sabes lo que daría por verte trabajar en el campo.

-Quizá algún día- digo más para mí mismo, pero sé que ha escuchado.

-¿Tallarás algo para mí?- pregunta después de unos segundos.

-Seguro, pero no te lo llevaré ahora porque necesito más tiempo.

-Esperaré lo que sea- responde emocionado.

-¿Es normal que imagine tus ojitos mirándome brillosos?

Una risita avergonzada escapa de sus labios, y me encanta seguirla escuchando durante toda la conversación.

Pensar en los hermosos ojos de Erick me dan la mejor idea para el nombre de mi ternerita. Esmeralda.

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Les quiere:
Lía. ❤️

¿Cuál Es Nuestro Título? |Joerick|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora