Mi teléfono suena y me apresuro a salir del baño para contestar.
-Buenas noches señor Vera- digo al abrir la llamada.
-Joel, ¿cómo estuvo el día hoy?
-Bastante bien señor, como siempre.
-¿Cómo te fue con Erick?
-Muy bien señor.
-Bien, mañana regreso.
-¿De verdad?
-Sí, supongo que debes estar cansado de Erick.
-En realidad no.
-Ok, adiós.
-Él es maravilloso- susurro para mí mismo después de haber colgado, recordando lo que sucedió hoy.
Flashback
Al salir de mi oficina Ginna me intercepta tomándome del brazo.
-Joel, ¿qué tal si vamos a comer algo ahorita?
-Discúlpame Ginna, ahorita no tengo tiempo- respondo safándome de sus manos.
La desilusión en su rostro me hace querer consolarla de algún modo, porque de cierta manera me identifico con ella. Sus sentimientos por mi, podrían describirse de la misma forma que mis sentimientos por Erick, no correspondidos.
Sin embargo, no puedo sentir pena por ella cuando Erick está esperándome y me sonríe al verme.
-Trabajas hasta muy tarde- es el saludo que me da y lo regaño por eso.
-Se dice buenas tardes Joel- digo con aparente seriedad.
-Lo siento, buenas tardes Joel- me dice tiernamente -¿Cómo estás?
-Bien.
-¿Estás enojado?- escucho que cambia el tono de su voz y al mirarlo veo un adorable puchero en sus labios que quiero besar.
-No Er- respondo colocando mi dedo índice en su puchero para desvanecerlo- pero no hagas eso.
-¿Qué cosa?
-Eso que haces con tus labios.
-¿Por qué no?
-Porque pareces un bebé- digo burlándome.
-No soy un bebé- me dice cruzándose de brazos.
-Bien, si tú lo dices. Vamos a casa.
-Pero no quiero ir a mi casa.
-¿Entonces a dónde?
-A tu casa.
Me atraganto con mi propia saliva y empiezo a toser estruendosamente, Erick me da golpes en la espalda y por la expresión de su rostro sé que está asustado.
Tomo grandes bocanadas de aire y me voy calmando de a poco.
-Erick deja de bromear, vas a matarme.
-Pero quiero ir.
Cuánto poder de convencimiento tendrá Erick sobre mi, como para encontrarme frente a mi puerta metiendo la llave en la cerradura con él a mis espaldas.
Abro la puerta y enciendo la luz de la sala para dejarlo pasar.
Sus verdes ojos vacilan en todo el lugar examinándolo, y soy consciente una vez más de lo poco que tengo. Supongo que es la primera vez que está en un departamento tan pequeño y con tan pocos muebles, y eso me hace sentir cohibido.
-Puedes ponerte cómodo- digo tratando de que ya no siga mirando.
Él toma una silla que está junto a la mesa que se supone es el comedor, y se sienta reparando la repisa de madera que está en la pared frente a él.
Nunca me he avergonzado de lo que soy y lo que tengo, o de donde vengo, pero Erick se impone frente a mi de una manera que me hace sentir limitado como nunca antes.
-Me gusta- dice rompiendo el silencio.
-¿Qué cosa?
-La repisa, es muy vintage. ¿Dónde la compraste? Quiero una para mi.
-Pues, yo la hice- respondo rascando mi nuca.
-¿En serio?- sus ojos se abren con sorpresa.
-Mi padre trabajaba ebanistería, algo aprendí.
-Es un muy buen trabajo.
-Papá no pensaba lo mismo.
-¿Por qué no?
-Para él nunca tuve talento, supongo que tenía razón. Los números es en lo que me va bien.
-Claro, por eso eres el de contabilidad.
Reímos por un momento, sintiendo por primera vez la tensión drenar de mi cuerpo desde que Erick entró a mi casa.
-No sé si debería preguntarte si deseas comer algo.
-¿Por qué no?
-Creo que solo tengo papas y salchichas en mi refrigerador.
-Pues, creo que me gusta la salchipapa.
Era irreal ver a Erick en mi pequeña cocina ayudándome a freír las papas. Mi mente fantasiosa voló a una realidad alternativa en la que me levanto y lo veo en la cocina preparando el desayuno, le doy un abrazo por la espalda y dejo un suave beso en su cuello.
No sabía que Erick tuviera tan buen sazón, ni siquiera imaginé que supiera cocinar, jamás me había comido una salchipapa tan deliciosa como la de aquel día.
-Es hora de llevarte a casa- digo cuando ya hemos organizado todo.
-¿Tan temprano?- pregunta volviendo a hacer un puchero.
-En realidad se está haciendo tarde, y, no hagas eso.
-¿Hacer qué?
-Lo de tus labios.
-La verdad es que no importa ser un bebé, casi nunca puedo serlo.
-Y la verdad es que yo no lo digo por eso.
-¿Entonces?
Antes de pensar en una respuesta me inclino hacia él y le beso fuerte la boca. No sé si jadea por la sorpresa de haberlo besado, o porque el beso terminó tan repentinamente como inició.
No sé cómo interpretar sus ojitos brillantes cuando me mira después del beso, así que solo lo tomo de la mano y tomo un taxi para llevarlo a su casa.
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Les quiere:
Lía. ❤️
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¿Cuál Es Nuestro Título? |Joerick|
Fiksi PenggemarPonle el título tú, porque yo no sé qué somos.