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Poco a poco comencé a recobrar la conciencia, abrí mis ojos lentamente para que se acostumbraran a la luminosidad que, si bien no era la misma que hace...¿Unas horas atrás?,  de igual manera irritaba en algo mis ojos. Note que el dolor que me aquejaban había disminuido notablemente, pero esto más que alegrarme me inquietó haciéndome abrir de golpe los ojos aún no acostumbrados a la luz, cegandome por unos minutos para luego ser consciente de mi alrededor. Trate de mover mis brazos, piernas o lo que sea, necesitaba asegurarme que la caída de...¿Donde?, Pensé viendo que me encontraba en medio de una planicie, logré mover mi cuello percatándome que no había sitios en alturas de la cual pudiera haber caído... caída, exhale al darme cuenta que pude mover mi cuello, y que al parecer también podía mover mis brazos y piernas. Trate de sentarme pero fue un gran error, mi espalda aún dolía ante el esfuerzo de incorporarme.

No sé cuánto tiempo pasó, pero podia notar como con cada segundo el cielo oscurecía más y más. No sabía dónde estaba, pues claramente ya no me encontraba en París...¿Como siquiera llegué aquí?, Pensé mientras trataba, sin buenos resultados, de sentarme.

*****

Ya era de noche cuando escuché algo que hizo que me tensara, volteé a ver al lugar de donde provenía aquel sonido notando como entre algunos árboles había luminosidad...¿Antorchas?...pensé viendo como las luces naranjas se movían entre los árboles escuchando un leve chisporroteo de las llamas.

Tenia miedo, no sabía dónde estaba y era claro que las únicas personas que me podrían ayudar eran aquéllas que estaban entre los árboles pero no saber cómo había llegado aquí me hacia dudar en tratar de llamar la atención y pedir ayuda.

No tuve tiempo como para decir qué tan buena idea era cuando aquellas personas salieron de entre los árboles hacia la planicie en donde me encontraba. Al principio no se dieron cuenta de mi presencia pero note que uno de ellos, quién no llevaba una antorcha sino que una espada desvió su mirada fijandola en mí, se separó del grupo acercándose y gritó algo que no logré comprender haciendo que el resto del grupo se detuviera y comenzará a avanzar en mi dirección.

Al llegar a mi lado pude percatarme de que aquél era un hombre de mi edad, cabello rubio y ojos verdes. Su mirada era fría e indiferente aunque note cierta curiosidad, en especial cuando me recorrió con su mirada, me incomode demasiado ante aquello, en especial por el hecho de que aquél hombre vestía algo parecido a un traje estilo romano, sin nada que cubriera su torso y con una capa, me fijé que era el único con aquel último accesorios...debe ser el líder, reflexioné, pero ¿Líder de que?

Se arrodilló a mi lado y dijo algo en un idioma que no supe reconocer del todo, entendí ciertas palabras en latín pero...

-Lo lamento, no entiendo lo que dice- trate de hablar lo más fuerte posible, a pesar de que mi garganta comenzó a arder luego de aquello, no quería demostrar inseguridad a pesar de la desventajosa posición en la que me encontraba. Noté como al hablar el hombre me miró con sorpresa, pero aquella expresión cambio rápidamente a la frialdad con la que se había acercado antes. Gritó algunas cosas al resto de su grupo para posteriormente agacharse y tomarme en brazos, no pude evitar el gritó de dolor ante el brusco movimiento, mi espalda aún dolía y la forma en la que me cargaba no era la mejor.

-Shhh- fue lo único que dijo antes de que me desmayara nuevamente entre sus brazos ante el repentino dolor

*****

Desperté cuando aún me mantenía en brazos de aquel hombre, entreabrí mis ojos notando como nos acercábamos a una especie de aldea, se veía una fogata en el centro y algunas tiendas alrededor. Veía como un grupo de personas caminaban por delante de nosotros, riendo y charlado en el extraño dialecto en el que me habían hablado.

Cuando llegamos a donde se encontraban todos, sentí como quien me sostenía aumentaba su agarre. Escuché como alguien se acercaba y hablaba con el rubio, sentí una mano sobre mi estómago, siendo conciente que la camiseta con la que había salido la noche anterior no era un buen atuendo, pero la emergencia no justificaba un cambio de ropa...igual creo que le debí hacer caso a Nino, inevitablemente pensé en mi esposo, ¿Donde se encontraba él? ¿Emma? ¿Donde estaba yo?...pérdida en mis pensamientos no noté como la mano que estaba sobre mi vientre ahora se encontraba recorriendo mi cintura, trate de moverme y detener a aquel sujeto pero el gruñido que dió el rubio hizo que la mano se alejara de mi cuerpo en cuestión de segundos, pero contrario a la tranquilidad que debí experimentar sentí angustia y miedo...¿Gruñido? ¿Porque gruñidos?

Comencé a removerme en sus brazos haciendo que él soltara un bufido, cambiando mi posición. Ahora me llevaba en su hombro como costal de papas, no creo que sea necesario decir acerca del nuevo gritó de dolor que salió de mis labios ante tan repentino movimiento y la desfavorable posición. Aún no tenía la fuerza como para usar mis brazos y golpearlo, no podía hablar ante la molestia en mi garganta.

Mientras el hombre que me sostenía caminaba observé cómo el resto de las personas del lugar parecía llevar el mismo traje estilo romano, aunque sin la capa, también note la gran cantidad de hombres por sobre mujeres en el lugar. La mirada de ellos era de burla y algo de satisfacción mientras que las pocas mujeres que logré ver mantenían sus miradas en el suelo y emanaban angustia.

Ingresamos a una de las tiendas y el hombre, sin ninguna delicadeza, me tiro sobre lo que parecía un colchón, el gritó que salió de mi boca pareció alegrar a aquellos que estaban fuera debido a la espontánea algarabía que se escuchó, parecían celebrar.

El rubio se acercó y se situó sobre mi para aprisionarme con su cuerpo. Sujeto mis muñecas por sobre mi cabeza con una de sus manos mientras la otra estaba fija en mi cadera descubierta, sus piernas estaban a cada lado de mi cuerpo evitando que me moviera...como si el dolor me permitiera hacerlo.

Me atreví a míralo a los ojos notando un brillo de diversión en ellos...¿Esto le divierte?, Pensé indignada. Iba a recriminarle aquello cuando el sujeto se acerca a mi cuello y lo muerde

-¡¡¡Ahhhhh!!!!- gritó fuerte, mientras mis cuerdas vocales ardían y se desgarraban. Escuchó desde fuera gritos jubilosos, como si estuvieran apoyando esto...lo hacen, apoyan esto, me corrigió mi mente. Mire hacia un lado viendo como aquel sujeto mantenía una sonrisa arrogante, mirándome con sus grandes ojos verdes que ahora parecían reflejar sorpresa

-¿Que crees que...?- me interrumpió

-Shhh, no hables- me sorprendió escucharlo hablar perfectamente francés- pero debo darle a esas bestias exactamente lo que quieren

-¿Habl...Ahhhh- nuevamente el muy imbécil me mordió, nuevos vítores se escucharon desde fuera

-Era esto o darte a unos de mis subordinados como esposa- paso su nariz rozando mi cuello, y en mi oreja dijo- y creeme que preferirías estar conmigo que con ellos, ahora grita

-Yo no....Ahhhhh- nuevamente una mordida

-Debes fingir que estoy haciendo contigo lo que exactamente esperan que haga contigo- dijo mirándome de manera autoritaria, pero con comprensión- creeme que es la única forma en que sobrevivas, tienes suerte de que yo te encontrara y no otra tribu- dijo para nuevamente acercarse y morderme- no quiero morderte pero si no coperas

-Ahhhh- grite está vez sin que me mordiera

-Bien, sigue- luego de decir aquello me soltó de las muñecas, ahora acariciandolas- es bueno volver a verte Marinette

-¿Como sabes mi- cubrió mi boca antes de que terminara mi pregunta

-Soy Adrien, Adrien Agreste- dijo el rubio



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